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Colores En La Oscuridad.

Colores En La Oscuridad.

Status: En proceso
Genre:Escuela / Romance / Mujer poderosa / Amor a primera vista / Apoyo mutuo / Amor eterno
Popularitas:800
Nilai: 5
nombre de autor: Katerin Salc

Sinopsis: Camila es una apasionada estudiante de arte que decide participar en un programa de voluntariado en un hospital, buscando dar un sentido más profundo a su vida y su arte. Allí conoce a Gabriel, un joven carismático que enfrenta una dura batalla contra el cáncer. A pesar de la gravedad de su situación, Gabriel irradia una energía contagiosa que transforma el entorno del hospital.

A medida que Camila y Gabriel pasan tiempo juntos, su amistad florece. Camila descubre que el arte puede ser una poderosa herramienta de sanación, mientras que Gabriel encuentra en ella una fuente de inspiración y alegría. Juntos, crean un mundo de colores y risas en medio de la adversidad, compartiendo sueños, miedos y momentos de vulnerabilidad.

NovelToon tiene autorización de Katerin Salc para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Amistad a través de una lente

El fin de semana llegó y Camila emocionada, se levantó a preparar todo lo que necesitaba llevar para el hospital ya que hoy tenía voluntariado y quería ver a Gabriel.

La noche anterior había preparado galletas, luego de llegar de visitar a sus padres, estuvo en la cocina hasta bien entrada la noche, quería que los niños se sintieran felices con galletas en forma de animales. Se esforzó mucho y estaba muy feliz por eso. Había hablado con la encargada de los voluntariados y preguntado cómo hacer las galletas sin ninguna clase de riesgos para los pacientes, así que se dió una vuelta por la tienda y compró todo lo necesario.

Uso una bandeja desechable y mucho cuidado para no estropear la crema, colocó las galletas de forma segura envueltas en bolsitas cada una y las tapó. Tomó servilletas y las puso en su mochila y un cuadro pequeño que hizo en una clase como parte de una asignación.

Fue a arreglarse, lo normal para ella era usar jeans, una camiseta sencilla y sus tenis. Pero por alguna razón decidió esforzarse más ese día. Tomó su vestido azul de flores blancas, un par de calcetines y sus botas hasta debajo de las rodillas, y ya se encontraba lista para su día. No hacía empeño en su aspecto, pues odiaba llegar tarde a sus compromisos.

Al emprender su camino se encontró ilusionada de volver a encontrar a todos los que conoció el día de la recaudación de fondos, todas esas personas amables y serviciales que fueron amables con ella.

Al llegar al lugar, se detuvo en recepción y preguntó por la habitación de Gabriel, la enfermera le explicó que debía ser mas específica, pues en el hospital se encontraban internados tres personas con el nombre de Gabriel. Camila procedió a describirlo y aunque la enfermera reconoció al Gabriel de su explicación, por políticas de seguridad debía proporcionar el apellido.

Camila al verse confundida pues nunca preguntó su apellido saco su teléfono y lo llamó, contestando este al primer tono.

—El guapo Gabriel por aquí, ¿quien por allá? ---Dijo en tono burlón.

—Ah, hola Gabriel, soy Camila. Me encuentro en la recepción del hospital y no puedo pasar si no proporciono tu nombre completo.

—Se quien eres lindura, tu contacto está guardado en mi teléfono como: El hadita de los colores. Soy Jiménez, Gabriel Jiménez.

—Oh, muy bien. Camila suministró su nombre y le dieron el número de habitación, no había colgado la llamada así que mientras caminaba por los pasillos, charlaba con Gabriel.

—Espero que vengas lista para jugar videojuegos, estoy en mi mejor partida ahora mismo.

—Bueno, no para los videojuegos pero si para endulzarte el día.

Al llegar a la habitación, la escena que encontró fue a Gabriel en su cama de hospital con un mando de Videojuegos y media docena de niños alrededor, todos felices de ver cómo Gabriel recolectaba todas las monedas en la partida que jugaba.

Al entrar Camila, todos giraron a verla y ella les mostró una sonrisa, Gabriel puso el juego en pausa.

—Ok chicos, creo que ya es suficiente por hoy, podemos continuar con esto luego.

Los niños hicieron un sonido de quejas al unísono y comenzaron a salir se la habitación.

Camila se apresuró a detenerlos y repartir varias galletas y el tono de las despedidas de cada niño cambió a sonrisas y saltitos.

—Se ven increíbles Camila, muchas gracias. ---Dijo Gabriel mientras abría una de las galletas.

—De nada, anoche hablé con Ester la encargada de los voluntariados y me guío con los ingredientes para que fueran sanos para los pequeños. ---Decía Camila mientras tomaba asiento a su lado.

—Bien, entonces quiero tres más de estas. ¡Están deliciosas!.

—Traje suficiente para los niño aunque al paso que masticas, temo que no dejes ninguna. ¿Cómo has estado?

—Genial, aunque tuve un nuevo tratamiento experimental, me he sentido con más energía estos últimos dos días. Espero que sea el tratamiento.

—Claro que debe serlo, vas a mejorar vas a ver Gabriel y cuando eso suceda no vas a poder deshacerte de mí, te llevare a conocer cada rincón de esta ciudad.

—¿Quieres quedarte conmigo si pasó la prueba? Recuerda que tengo varios años de esto, pero es un trato, estaré a tu servicio si salgo sin cáncer de este hospital. ---Gabriel estrecho la mano de Camila y comenzó a moverla de arriba hacia abajo, ella no paraba de reír.

—Bien, ya tenemos planes a futuro, solo dedícate a sanar ¿vale?

Gabriel se reclinó en la camilla y puso sus manos detrás de su cabeza reposando. Su expresión cambió un milisegundos y volvió a sonreír, no respondió.

—Te llevaré a repartir esas galletas, y así te mostraré el hospital.

Podía ver que Gabriel, a pesar de su enfermedad, tenía una forma especial de ver el mundo. Para él, cada día era un regalo, aunque a veces lo envolvía un dolor difícil de soportar. Sin embargo, su espíritu era indomable; encontraba belleza en las pequeñas cosas: el canto de un pájaro que se filtraba a través de la ventana, el aroma del café recién preparado en la cafetería del hospital, o la risa de una enfermera que iluminaba la sala. Porque era experto en alegrar a las personas.

Y se dedicó a eso mientras repartimos las galletas y haciendo un recorrido por el hospital.

Cuando llegamos a la puerta trasera del hospital Gabriel la empujó y tuve la vista del lago más encantador que ví en mi vida, era pequeño pero muy lindo y habían patos disfrutando. No podía dejar de mirar.

Él había llevado consigo desde su cuarto una mochila, al abrirla sacó de esta, una cámara.

Camila lo miró con curiosidad mientras él navegaba por su galería de fotos. En un instante, su pantalla se llenó de imágenes vibrantes: paisajes que capturaban la majestuosidad de la naturaleza, retratos de otros pacientes que, a pesar de su lucha, sonreían como si el dolor no existiera. Cada foto era un testimonio de su vida, una historia contada a través de un instante congelado en el tiempo.

—Esta es mi forma de ver el mundo, es mi mundo. ---Explicó Gabriel, pasando su dedo por la pantalla. —La fotografía me permite capturar momentos que, de otro modo, se perderían para siempre. Cada imagen tiene su propia historia, su propia belleza".

Camila se inclinó más cerca para observar. Una imagen en particular la atrapó: un niño en la sala de juegos del hospital, con una sonrisa radiante que iluminaba su rostro.

—Es una foto hermosa, dijo, sintiendo cómo esa simple imagen le atravesaba el corazón. —¿Cómo lograste captar tanta alegría en un lugar como este?. ---Gabriel sonrió con humildad.

—La alegría siempre se encuentra en los lugares que menos esperamos. A veces, está justo frente a nosotros, solo necesitamos abrir los ojos y el corazón. Este niño, a pesar de estar aquí, está lleno de sueños. Yo quiero capturar eso.

Camila sintió una punzada de emoción. En su propia vida, donde las preocupaciones y el estrés parecían dominarla, había olvidado lo que era encontrar la belleza en lo simple. La forma en que Gabriel hablaba de sus fotos la hizo reflexionar sobre su propia perspectiva. Quizás había un camino hacia la felicidad que no había considerado.

Mientras se adentraba en esta nueva experiencia, Camila descubrió que la fotografía era más que solo tomar imágenes de un solo clic. Era un acto de conexión, una forma de contar historias que necesitaban ser escuchadas. Con cada clic del obturador, sentía que se liberaba una parte de ella que había estado dormida, una parte que anhelaba expresarse y ver el mundo con nuevos ojos.

Gabriel la guiaba con paciencia, enseñándole a observar los detalles más sutiles: cómo la luz jugaba en la piel de una anciana que descansaba en un banco, o cómo una hoja caída podía contar la historia de un ciclo de vida. Camila se dio cuenta de que, a través de la fotografía, podía ver no solo la belleza del mundo, sino también la fragilidad de la vida.

Al volver a la habitación de Gabriel, continuaron su charla hasta que una enfermera le indicó a Camila que era momento de despedirse, Gabriel necesitaba espacio para suministrarle los medicamento que necesitaba en ese momento.

Ella se acercó y lo abrazó, prometió escribirle al llegar y salió de la habitación, no sin antes sacar de su mochila el cuadro y ponerlo junto a la mochila que contenía la cámara de Gabriel. Y con esto salió y se marchó.

De camino a casa las palabras de Gabriel resonaron en su interior. En ese momento, Camila comprendió que esa nueva amistad era un regalo invaluable. Gabriel no solo le había mostrado cómo ver la vida a través de la lente de una cámara, sino que había encendido una chispa en su corazón, recordándole que incluso en los momentos más oscuros, siempre había espacio para la luz.

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Leblanc🌶️
Después de un día agotador, encontré en tu novela un refugio perfecto para desconectar y relajarme. 🙏
Lah_
No puedo concentrarme en nada más, solo en la continuación de tu historia. 😢
Victor
No puedo esperar por el próximo, darnos más, gracias
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