Richard Ford, el Ceo de Industrias Ford, es un hombre acostumbrado a tener el control, nadie le dice que no, pero todo cambió cuando aquella pelirroja de ojos azules se atravesó en su camino robando una de sus pertenencia y aunque la ha buscado por cielo y tierra para castigar su insolencia, su paradero es todo un enigma. Lo que desconoce Richard, es que será ella quien toque a su puerta en busca de un empleo, luego de eso podrá recuperar el sueño, o tal vez esta vez le roben algo más valioso... su corazón.
NovelToon tiene autorización de Eliana Mendez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Haré que valga la pena.
— Te vas a arrepentir de esto, no sabes con quién te has metido. — Dice la aludida colocándose un abrigo y tomando una cartera dónde supongo lleva su ropa. Una vez sale, cierro la puerta y muevo un mueble hasta esta obstruyendo el ingreso de cualquiera otra que tenga llaves. Imagino que tenía autorización para poder entrar, ya que los hombres de seguridad no se inmutaron siquiera para avisar su llegada, aún sabiendo que yo me encontraba en este lugar.
Voy por el vaso con agua para luego ir a la cama. Al acostarme no puedo evitar pensar en que realmente estoy sola, y puede que sí tenga a Raiza, pero no es lo mismo que tener a mis padres conmigo; supongo que con el tiempo me adaptaré, pero hay algo que tengo claro y es que la única responsabilidad que tengo con alguien, es conmigo misma, ya no hay forma de que permita que alguien más me pase por encima. Con esto en mente logro conciliar el sueño.
Me despierto temprano y cuando voy a salir me encuentro conque alguien trata insistentemente de abrir la puerta principal sin éxito alguno. Retiro el mueble que obstruye la puerta y me encuentro con el rostro de angustia de Richard.
— ¿Qué sucede? ¿Por qué te has encerrado? No me digas que alguno de los hombres que custodian la propiedad se sobrepasó contigo, porque si es así lo acabo con mis propias manos.
— Cálmate, no es eso, todos han sido muy respetuosos.
— Entonces ¿qué ha sucedido?
— Nada, no sucede nada, pero es bueno que estés aquí, pues iba a salir temprano para poder dejar mis cosas en casa, creo que ya es hora de volver.
— Sí es por mí, no te preocupes, no me molesta que estés aquí.
— Pero a mí sí.
— No entiendo a que te refieres. — Dice mientras camina hacia la cocina y me hace seña con la cabeza para que lo siga.
— ¿Por qué me has traído a este apartamento?
— Creí que estarías mejor que en tu casa, ya sabes, lo de Jazmín es muy reciente y consideré que aquí tendrías calma. Eso ya lo sabías. — Toma la cafetera y empieza a preparar un poco de café.
— ¿Y no se te ocurrió que no sería agradable para mí estar en tu centro de operaciones? — Me cruzo de brazos, cuando él posa sus ojos sobre los míos un poco sorprendido.
— ¿Es mi impresión o eso fue un reclamo? — Pregunta tratando de contener una sonrisa que empieza a dibujarse en sus labios.
— No, no lo es, ¿pero como crees que me siento cuando estoy tratando de aceptar que acabo de sepultar a mi mamá y viene tu novia a tratarme de la cualquiera que se mete bajo tus sábanas?, debiste suponer que esto sucedería si me traías aquí. — Deja lo que está haciendo y se acerca a mí.
— Lo del centro de operaciones hace parte del pasado, es una promesa.
— ¿O sea que es verdad? — Mis manos ahora están sobre mis caderas.
— No sé que quieres que te diga, lamento que alguna loca se halla metido aquí, te prometo que cambiaré la cerradura y prohibiré la entrada a todo aquel que tú no autorices, pero por favor quédate.
— Esto no está bien. — Afirmo relajando mi postura.
— ¿Qué es lo que no está bien? — Se acerca un poco más.
— No está bien que sientas que tienes una responsabilidad conmigo, así como tampoco lo está el hecho de que te haga este tipo de reclamos, nada está bien. — Respiro profundo.
— A mí me gusta que me hagas este tipo de reclamos, es más, buscaré un lugar para ti que no sea este, quiero que nada dañe tu paz, y tienes razón, fue un error traerte aquí, te prometo que...
— No lo hagas, no me prometas nada, no tienes por qué, entre tú y yo no hay y no va a haber nada. — Noto como su mandíbula se tensa y rápidamente vuelve a su estado habitual.
— ¿Por qué?
— ¡Tienes novia, evidentemente no quieres que tu padre te relacione conmigo!, y porque... ¡Porque no sé porque rayos tenemos esta absurda conversación, es ilógica, irracional y fuera de todo contexto!
— Primero, no sé de donde sacas que tengo novia. Segundo, lo que piense mi padre realmente me importa poco, no quería que te hiciera un desplante, pero si tú me lo pides, en este mismo momento te llevo a mi casa y de allí no habrá quien te saque, y por último, no es absurda esta conversación.
— ¿Y Mariam? ¿La vas a negar?
— ¿Fue ella quien estuvo aquí? — Pregunta sorprendido, evidentemente le afecta el saber que fue ella.
— No te preocupes, entiende perfectamente que solo actuaste "por lástima" o tal vez motivado porque solo buscas llevarme a la cama.
— ¿Y tú le has creído? — Me mira incrédulo, como si yo estuviese obligada a confiar ciegamente en él.
— No lo sé, dímelo tú. — Se rasca la nuca evidentemente frustrado ante mis palabras.
— ¡Por Dios Chanel! ¿Qué acaso eres tan ciega?, ella y yo no somos nada, y no me gusta tener que recordartelo, pero tuve la oportunidad de aprovechar la situación que estabas atravesando y aun así no lo hice.
— Puede que tengas razón en eso, pero en cuanto a Mariam ¡No es la impresión que me da cuando irrumpe en la oficina sin ser anunciada, se prende de tu boca sin que haya una objeción de tu parte y anoche entra aquí con las llaves que le has entregado y en ropa interior!, ¡y te repito no es que me importe, pero es incómodo cuando quedo en medio en cada una de estas ocasiones! — Me paseo de un lado a otro en la cocina moviendo mis manos mientras hablo un poco exaltada, es algo involuntario y que solo sucede cuando estoy realmente molesta.
— Chanel detente y mírame.
— ¡¿Ahora no tengo derecho a expresarme?! ¡Es el colmo que pretendas quitarme ese derecho! ¡Fuiste tú quien insistió en tener esta absurda y ridícula conversación!
— Detente que me vuelves loco cada vez que gesticulas molesta y no respondo de lo que pueda hacer. — Su voz suena con un filo peligroso.
— ¡¿Ahora me amenazas?! — Lo encaro molesta, pero aun cuando llevo tacones debo levantar el rostro por la diferencia de estatura.
— Has silencio solo un momento.
— ¡¿Me has pedido que cierre la boca?! — Cada vez me irrita un poco más.
— Me vuelves loco. — Intento volver a protestar, pero rápidamente aprovecha la cercanía de nuestros rostros, lleva una de sus manos a mi cintura para atraerme a su cuerpo y sellar mis labios con los suyos, me niego a responder, el beso es sorpresivo y la rabia que aún corre por mis venas me lo impiden, al no recibir respuesta de mi parte separa nuestros labios. Una vez más mi mano abierta golpea su rostro.
— Se te está volviendo costumbre.
— Lo lamento, es tú culpa, no puedes besarme sin mi consentimiento.
— Que se nos haga costumbre entonces. — Afirma y su mano vuelve a mi cintura con mayor firmeza al tiempo que la otra se cuela entre mi cabello haciendo presión en mi cabeza para que no pueda escapar... y la verdad es que no quiero hacerlo, mi boca se rinde ante la suya mientras él camina hasta que mi cuerpo choca con la isla que divide la cocina.
— Suéltame... — Logró articular en medio del calor de este ardiente beso.
— Sí me vas a volver a golpear haré que valga la pena...
Tus labios se peleaban con mis besos... y aunque sobreviví no estoy ileso. Yo sé que no perdí, aunque ya es tarde... para recuperar el corazón que me robaste. Porque tal vez no es fácil, poderme resistir a tus encantos.
(Morat, ladrona)
.pero m gusta lo que leo 😘