René y Antón, podría decirse que nacieron uno para el otro. pero por decisiones personales, se separaron por un corto periodo de tiempo, el la amo desde que ella estaba dentro del vientre de su madre, es solo que nunca lo dijo ante todos y ella lo amo y sin dudarlo se lo dijo en cuanto lo descubrió, ambos hicieron promesas, pero el fue el primero en romperla, por lo que ella decidió hacer lo mismo, ¿sera que en verdad su destino siempre fue amarse?
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CAPÍTULO 13
JUANJO:
Rene es más que una amiga, para mí es mi hermana, mi cómplice, mi todo. Cuando la conocí, su luz estaba un poco apagada por la partida del chico que siempre amó y estoy seguro de que aún ama.
Pero yo me encargué de seguirla en cada una de sus locuras. Ella poco a poco se fue abriendo conmigo y me mostró hasta sus más íntimos secretos. Cuando supe de su pasión por la velocidad, me encantó. Sabía que en cuanto le mostrara mi auto, ella iba a enloquecer, y fue así.
Mi padre me regaló un buen auto, pero yo lo modifiqué con la ayuda de unos amigos mecánicos. La primera vez que le permití a René conducirlo, supe que ella tenía talento para las carreras. A pesar de tener poco conocimiento sobre autos, pudo acelerar a fondo y dar una vuelta completa en un circuito de carreras sin perder el control.
Pero confirmé su talento y lo presencié la primera vez que me invitó a la heladería. Yo creí que iríamos por un helado, pero para mi sorpresa, sí había una heladería, pero la atracción principal era una pista clandestina de carreras. No podía creerlo. La princesa Walton, como la prensa la llamó cuando su familia la presentó a la prensa, era una princesa, pero de las carreras.
Hablé con René y me contó que siempre quiso correr autos, pero su papá se ha negado a darle uno. Aunque René espera que para su mayoría de edad tenga un auto, no cree que su padre le regale el que ella desea, ya que es muy veloz. El precio no importa, los Walton podrían dejar de trabajar y vivirían felices gastando su fortuna. Es solo que ellos creen que René es una princesa frágil y delicada, pero no lo es.
Mientras René consigue su propio auto, pues yo le presto el mío, aunque ahora lo vendí. Sí, le dije a mi papá que el auto nos dejó botados a René y a mí muy lejos, y por eso pasó el incidente de aquellas fotos y que quería cambiar de auto. Él me apoyó.
Es algo raro que mi padre me apoyara, pero lo hizo porque piensa que debo ser un digno novio para René, y pues con un auto que nos deja botados no puedo ser digno de ella.
René sabe que me gustan más los hombres que las mujeres. No es que sea gay definitivamente, es solo que no ha llegado ninguna mujer que me atraiga tanto como me atraen los hombres. René sabe eso y también sabe que ella es sagrada para mí, es mi hermana, aunque todos piensen que es mi novia.
A los dos nos conviene ese falso noviazgo, ya que planeo graduarme de la universidad y confesarle a mis padres que me atraen los hombres más que las mujeres. Sé que seguramente me echarán de la casa, pero al menos tendré una carrera que pueda ejercer.
Cuando supe que Grecia también se iría, sabía que René no se sentía bien, así que por eso la dejé correr, por eso y por la pelea en la heladería. Le pedí a mi papá vender el auto y que me compraran otro, ya que la policía había visto ese auto y no podía arriesgarme a que supieran lo que René y yo hacemos.
Por otra parte, ahora que el chico que ama volvió, la apoyo. Sé que ella caerá a sus pies. No lo conozco, pero sí conozco a mi pequeña René. Ella lo ama, aunque se empeñe en negarlo. Pero la apoyo porque ese tipo debe de sufrir como ella sufrió, para que ella luego lo pueda perdonar.
Rene no dice nada, pero sé que quiere tanto correr y aprender a andar en moto porque es lo único que saca a Antón de su cabeza. No lo conozco, pero sé que debe ser un gran tipo para que René esté locamente enamorada de él.
Cuando sus clases para aprender a manejar moto terminaron, la llevé a comer a un lugar que le va a encantar. Es un lugar donde puedes conducir pequeños coches de carreras. No es la misma adrenalina, pero le gustará. Además, hay mucha comida callejera. Y aunque no lo crean, a la princesa Walton le encanta esa comida. Cuando llegamos, pude ver la felicidad en su rostro.
—¿Me imagino que irás corriendo a la carrera? —quise confirmar viendo su carita de felicidad.
—Sí, sí quiero —Rene como niña chiquita.
—Ve, yo voy pidiendo algo de comer para los dos —Rene, como toda niña emocionada, saltó a abrazarme, dejó unos besos en mi mejilla y corrió a los pequeños autos.
Yo pedí algo de comer y dos bebidas mientras la miraba entrar a uno de los carritos de carrera. Ya se había anotado en la carrera a muerte, como le dicen aquí. El objetivo de esta carrera es que gane el último carro que logre mantenerse en la pista sin chocar.
Y es que la pista tiene muchas curvas, pero no me preocupo. René puede con esa pista y más. Además, si chocara en uno de esos carritos, no pasa nada. Tiene mucha seguridad y pues, hay mucha asistencia médica. Jamás la pondría en riesgo a ella. Es mi hermana y siempre lo será, aunque se case con el tal Antón y se vaya a vivir a Rusia. Porque si de algo estoy seguro, es que esos dos terminarán juntos.