Luca pierde la cordura en un viaje de trabajo por California, al cruzarse en su vida con una joven mujer.
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Capitulo 18
Luca la tenía tomaba por su trasero, aquel trasero que le encantaba. La tele detrás de ellos le daba una perfecta vista de aquellas piernas abiertas para él, de aquella apetitosa cola, era redonda y dura, pero con carne. Le gustaba apretarla, darle una nalgueada y ver su mano marcada allí. Su espalda era otra cosa, era una perfecta línea, que marcaba su pequeña cintura y se agrandaba en sus caderas. Los besos se hicieron más húmedos, más ruidosos, ambos dos ya necesitaba más que eso.
- Estoy tan mojada, que esperas?.- Le dijo ella completamente excitada. Luca mordió su labio, ella desabrochó su pantalón y él se levantó un poco para bajarlo. Cuando estaba a punto de entrar ella le recordó la protección. Él lo había sentido tan bien la vez anterior, que dudó por un momento, pero ante todo era un caballero y no haría eso sin protección luego de que ella se lo pidió. Se puso el preservativo y una vez así, Zhavia sola se sentó encima de él, introduciéndose de a poco en su virilidad, ella cerró los ojos por el goce que le produjo sentir como llenaba su interior, soltó un gemido y se sostuvo de los hombros de él para poder empezar a moverse. Lo hizo lento al principio, subía y bajaba y luego movimientos circulares. Luca veía todo su cuerpo de espaldas en la pantalla de la tele, y se enloquecía de lo bien que se veía ella moviéndose. Era perfecta, sabía lo que hacía. Él sostenía su trasero y la ayudaba a subir y bajar, pero ella llevaba un ritmo tan perfecto que sentía que solo estorbaba. Sus pechos quedaron cerca de su cara y él los tomo con su boca, se hizo un festín con ellos, mientras sus manos desesperadas tomaban su trasero y su cintura con desesperación, como si quisiera tener más manos para tocarla toda al mismo tiempo. Ella sólo seguía allí montándolo, gemía y jadeaba y él estaba igual.
En un momento ambos dos encontraron su liberación juntos y fue un momento mágico para él, jamás le había sucedido con ninguna otra mujer. Zhavia cayó rendida sobre su pecho, y él la abrazo, y se quedaron así por un momento. Él acariciaba sus caderas suavemente con una intención tierna, y ella tenía las manos en su cintura y su cabeza recostada en su pecho.
- Tuviste lo que estabas buscando?.- Le preguntó ella aún algo cansada.
- Eso y más.- Le dijo él con una sonrisa tonta que ella no vió.
- Podríamos dormir un poco más? Es temprano, estoy cansada.
- Si, quieres qué me vaya?.
- No, puedes quedarte, quiero que duermas conmigo. Sé que te desagrada mi habitación pero, el colchón es cómodo ya lo has probado.- Le dijo Zhavia y largo una pequeña risa.
- Por qué dices que me desagrada?.
- Ví la cara que hiciste ayer cuando entraste, parecía que veías la escena de un crimen. Estabas horrorizado.- Le dijo ella divertida
- No estaba horrorizado, solo.. me pareció algo desordenada y muy cargada.- Dijo él queriendo justificarse.
- Está bien, sé que no es de tu estilo, aunque muero de ganas de conocer como es la tuya.- Le dijo ella y le dió un beso. Se levantó de sus piernas y empezó a caminar a su habitación. Luca la miraba y luego miró la ropa en el piso.
- No deberíamos juntar la ropa? Digo, por si llega Arturo.
- No hace falta, peores cosas hemos visto uno del otro.- Luca la miró pero pensó que mejor era no preguntar. Entro a la habitación detrás de ella y Zhavia ya estaba acostada en su cama, que era más bien el colchón en el piso. La habitación no estaba desordenada como Luca pensaba, solo que tenía demasiadas cosas. Muchos libros, algunas plantas, algunos viejos CD y vinilos. Los muebles no eran muchos así que muchas de esas cosas simplemente estaban apiladas en el piso. El colchón tenía su juego de sábanas y frazadas y todo tenía un rico aroma, eso él pudo apreciarlo. Se recostó a su lado, y Zhavia lo abrazo, él correspondió el abrazo, quedaron de costados, cara con cara, pero Zhavia tenía la suya a la altura del pecho de Luca, y allí acomodo su cabeza, escuchando el latido del corazón de él. A Luca le pareció tierno, el se limito a acariciar su espalda, le encantaba la línea de su columna, y beso sus cabellos, que tenían un aroma a coco y playa que lo transportaron al mar.
- Eres hermosa, mocosa mal educa.- Le dijo él sin dejar de acariciarla.
- Tú también remilgado.- Le respondió ella apretando su cuerpo más hacía él.
Él quiso saber más de ella, o ver hasta donde Zhavia quería contar de su persona, de su vida y su pasado. Y sacó la conversación.
- Y cuéntame de ti.. tienes familia?.
- Si, un padre y una madre.- El se quedó pensando, creía que la madre de Zhavia estaba muerta. No había mucha información de ella, pero por lo poco que se encontró dos era lo que sabía y pensó.- Y tú?.- Le dijo ella.
- Tengo, mi hermano Bruno que es menor por cinco años y mi padre Salvatore. Mi madre murió hace algunos años.
- Oh siento escuchar eso, te llevabas bien con ella?.
- Muy bien, fue una gran madre, la mejor.
- Y con tu padre y tu hermano?.
- Me llevo muy bien con ellos también. Aveces Bruno puede ser algo infantil y podemos discutir por eso, pero es una gran persona y un buen hermano. Y mi padre es eso también, una gran persona y un buen padre. Siempre estuvo muy presente en nuestras vidas a pesar del trabajo. Soy lo que soy gracias a él, y me llena el alma saber que él está orgulloso de mí.
- Wow parecen una familia muy feliz.
- Lo somos, y creo que siempre lo fuimos. Mi madre tuvo mucho que ver en eso, ella era muy cálida y amorosa. Y mi padre siempre la amó y amó lo que construyó con ella, entre eso, la familia. Y tú?.- Él no quería hablar sobre su cosas, quería escucharla a ella.
- Mmm no tengo mucho que contar. Mi padre esta preso, no tengo hermanos, ni ningún otro pariente. Mi madre tiene otra familia y otros hijos.- Cuando Zhavia le dijo eso él se quedó como en shock, no podía creer lo que escuchaba. La investigación de Fabrizio no arrojo nada de eso, y lo que escuchaba parecía más cruel incluso que su muerte. Como una madre podría tener una familia y aquí estaba su hija adolescente viviendo en completa soledad y ausencia de figuras adultas?.
- Tú madre...ella no tiene relación contigo?.
- No, mis padres se conocieron de muy jóvenes, ellos tenían problemas con las drogas, serios problemas. Mi madre queda embarazada de mi a los 15 años creo, se van a vivir a casa de mi abuelo paterno, ya que no tenían dónde caerse, y él los albergó. Pero todos arrastraban serios problemas de consumo. Un día cayó servicio infantil a la casa y le sacaron mi tenencia. Ellos quisieron rehabilitarse pero les costó, mi madre tuvo una sobredosis de la cual pudo salir, al ser menor, una jueza la obligó a internarse y eso fue el fin. Ella logró salir de ése mundo y se olvidó de nosotros, se desentendió de mi padre y de mí. Mi padre no tuvo tanta suerte y a eso luego se le sumó que empezó a robar para mantener su vicio. Mi abuelo murió también por las drogas y digamos que mi padre quedó más al borde.- Ella lo contaba todo con total naturalidad, hasta lo hacía sonar normal, como si todo aquello no fuera una mierda.
- Dios Zhavia, no..no se que decir. Yo describiendo una vida perfecta y tranquila y tú..lo siento.
- No es tu culpa.
- Tu padre..que horror todo, al menos tú madre logro salir.
- Mi padre no es un horror, es el único que siempre estuvo, con sus cosas pero siempre estuvo. Él jamás me abandonó, ni me trato mal. Con todos sus problemas ha sido un buen padre. Mi madre se recuperó y se olvidó de mi, como si le recordara un pasado que la avergonzara. Ella vive en New York, tiene un marido, y dos hijos, tiene un buen pasar económico. Cedió mis derechos en un juzgado de familia, dijo que ella no podía hacer nada por mi. Mi padre estuvo siempre, siempre que no estuvo preso estuvo para mi.
- Él ahora está preso?.
- Si.
- Lo visitas?.
- No, no se vería bien para él que vaya a visitarlo una hija menor con problemas de adicción, no quedaría bien eso en una audiencia por libertad condicional. Y tampoco se me vería bien para mi que vaya a visitar a mi padre preso en una audiencia por mi libertad.
- A qué te refieres?.
- Yo también tengo mis asuntos con la ley.- Dijo ella y suspiro. Fue tan sincera, no pensé que se abriría de esa forma, pero no le molestaba, ella era tan auténtica. Me contó cosas privadas, tristes, dolorosas y sin embargo, las compartió, no omitió nada.
Luca Di Fazio
Zhavia