Patricia Silva una abogada intachable, decide llevar un caso que le puede traer problema en su vida, ¿qué pasará con esta abogada? les invito a leer la historia.
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Capitulo 18
— Maldita, eres tú la mujer que se está acostando con él.— dijo la mujer furiosa.
Intentó pegarle, pero Víctor lo evitó sosteniéndola fuerte. — No te atrevas a ponerle un dedo encima.— expresó molesto.
— Carla, no sé por qué te afecta tanto, años atrás tú te acostaste con mi pareja y yo no dije, ¿no lo recuerdas?— dijo Patricia en forma de burla.
— Ese imbécil no te quería, debería darme las gracias por alejarlo de ti, estúpida.— grito Carla.
— Ya basta, maldición.— expreso él, enfadado.
— Este imbécil tampoco te quiere, y estás casada con él. Mejor me voy, no me puedo estresar. Adiós.
Patricia iba caminando y tenía una guerra de preguntas en su cabeza.—¿A qué demonios vine a este lugar? ¿Por qué no me dijo que estaba cansado? ¿Por qué siento esta sensación tan dolorosa? Te odio, Víctor Torres, me decías que me amaba y otra estúpida te esperaba en tu casa. — iba pensando.
Mientras que, Víctor y Carla discutían arduamente.
—¿Por qué me haces esto? ¿Por qué tenía que ser ella? —preguntó llorando.
— Vuelve a la casa, hablaremos después.
— No tienes ideas de cómo me siento.
— Carla… quiero el divorcio, vas a encontrar un buen hombre y serás feliz.— soltó sin más.
— Tú eres mi felicidad, y no voy a renunciar a ti, nunca. Me escuchaste bien, nunca.— se retiró.
Él se preguntaba que quería Patricia, estaba alterado, confundido, sentía un hueco en el corazón.
Carla conducía hacia la casa, no podía evitar llorar, fue un dolor muy fuerte saber que Patricia era la mujer que su esposo amaba. Ella la odiaba, y tener que competir nuevamente con la abogada, no lo vio venir, pero de algo estaba segura, primero la mataba antes que dejarla ser feliz con Víctor.
Patricia se sentía fatal, pero tenía que relajarse por su embarazo, lo que menos le convenía era pensar en Víctor.
Estaba en casa de sus padres, sentada en la terraza, acariciando su vientre. La señora Isabel se acercó a ella y se acomodó a su lado.
— ¿Estás tan triste por el papá del bebé?
— Sí, es por él.
La Nana les llevo unos juegos.
— Aquí están sus bebidas, Paty, Mayra acaba de llegar.
— Gracias a Dios, necesito hablar con ella. Mamá, nos vemos en un rato.
Mayra era la hija de la Nana, una mujer hermosa y muy inteligente. Era detective privado. Patricia tenía días con unas ideas rondándoles en la cabeza y con lo que había pasado estaba segura de lo que quería hacer.
Ellas eran buenas amigas desde niñas, al verse se saludaron con mucho agrado y empezaron a platicar.
— Todavía no puedo creer que estás embarazada. Literal.— inquirió Mayra.
— Es una realidad y muy hermosa. — expresó feliz.
— Bien, me alegro mucho, amiga. Entonces, ¿quieres saber todas las vidas de los Torres?
— No exactamente sus vidas completas, únicamente lo básico, pero lo que más me interesa es saber todo sobre los negocios de los hermanos Torres.
— Ellos son traficantes, y uno es el papá de tu bebé. ¿Qué vas a hacer con todas esas informaciones?
— Acabar con sus negocios, y con la agencia, para vengarme de Víctor.
— Ok, tenemos trabajo que hacer.
Unos días después
El empresario y dueños de varios hoteles, Diego Rivera, estaba organizando una inauguraron, en una de sus nuevas adquisiciones. Las personas más influyentes de la ciudad, estaban invitadas al evento.
— Vamos, Paty, sabes que tu hermano cuando se junta con sus amigos se olvida de todo, además, Diego te hizo una invitación especial. —dijo Gloria.
— Eres terca, está bien, voy a asistir al evento.
——
Los Torres tenían una de esas conversaciones en dónde Víctor, solo se limitaba a respirar profundo.
— ¿De veras es necesario que Carla nos acompañe?—preguntó Alba.
— Soy la esposa de tu hijo, te guste o no. —contestó Carla.
— No veo cuál es el problema, mamá.— dijo Albín.
— Es una mujer corriente, vulgar, no importa las joyas y la ropa cara que se ponga. —explicó la señora.
— Maldición, todos estamos invitados, todos vamos a asistir, fin de la discusión —dijo enfadado.
— Yo no pienso ir, además no conozco a ese hombre. — justificó Albín.
— No tengo ni idea de quién es ese puto hotelero.— admitió Víctor.
Patricia no tenía deseo de ir al evento, pero Diego la había invitado con mucho entusiasmo, que le daba pesar negarse a tan cordial gesto. A ella no le gustan esos tipos de reuniones, siempre están presentes los periodistas y prefiere evitarlos.
Ella no solo era la abogada de Diego, sino que también se habían convertido en buenos amigos. Incluso le platicó de su embarazo.
La inauguración
Todos los invitados empezaban a llegar, incluyendo a los Torres, hacían acto de presencia.
— Qué buen gusto tiene este hombre, todo es de lujo —dijo Alba, impresionada.
— Por primera vez, estoy de acuerdo contigo, aquí hay mucho dinero invertido —dijo Carla.
— ¡Ya! ¿Sí?, dejen de estar alabando al, tipo ese, por cierto, tiene que ser ese que se acerca a nosotros.— expresó Víctor.
— Familia Torres, bienvenidos. Honor que me hacen con sus gratas presencias, soy Diego Rivera.— hizo un gesto de inclinación.
Las mujeres lo saludaron formalmente, pero Víctor ignoró su cordial bienvenida.
— Al parecer nos conoces, señor Rivera.— expresó Víctor.
—Cómo no voy a conocer a los dueños de una agencia tan importante en el país. Ahora los dejo, voy a recibir a la persona más relevante de noche.
Patricia iba entrando, y todos se quedaron mirándola, incluyendo a los Torres. Traía puesto un vestido negro escotado, ajustado a su hermosa figura, tenía su cabello recogido con un elegante peinado, un maquillaje simple que dejaba ver la frescura de su rostro y unos tacones altos plateados. Sin obviar que su cuello estaba rodeado por un collar de diamantes, igual que sus aretes.
Diego, como todo un caballero, fue de inmediato a darme la bienvenida, eso hizo que todos los periodistas automáticamente comenzaran hacer especulaciones. Ella, después de agradecerle por su amabilidad, se fue a donde se encontraban su hermano y Gloria.
— Hermanita, tu entrada fue memorable. —dijo Freddy.
— Así es, Paty, todos se quedaron viéndote.
— Por eso no quería venir, además, con lo del embarazo no me siento con mucho ánimo.
— Deja la modestia, y disfruta la noche.— expresó Gloria.