Narra la historia de Elina, una mujer rica y poderosa que reencarna como Elena, una extra en una novela. Ella deberá salvar al villano depresivo Noah. Noah es un "red flag" en la historia original, ya que se obsesiona con Sofía, la protagonista. Elena era la esposa de Eliézer, el protagonista, pero nunca logró obtener el amor de su esposo.
La protagonista de esta historia es una diva empoderada; no se arrastra ante ningún hombre, es firme y vengará a la Elena original. No es la típica protagonista: es ambiciosa, sensual, sabe lo que quiere y cómo conseguirlo, pero también tiene su lado dulce y tierno.
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Trampa
El banquete continuó y todo siguió como si nada.
Mi madrastra despertó llorando en el hospital; mi padre estaba junto a ella. Su cara estaba pálida y su respiración era agitada; mi padre limpió sus lágrimas.
- «Me duele mucho mi brazo, esa perra viciosa me dejó lisiada de un brazo. Según el doctor, quedaré lisiada de por vida; mi brazo ya no servirá», gritó Gitana, mi madrastra, con la respiración agitada y llena de lágrimas.
- «Nos vengaremos de esa perra. Vanesa se quedó para drogarla y acostarla con Eliézer; Noah la odiará y él mismo acabará con ella, jajajaja», respondió mi supuesto padre con una sonrisa maliciosa.
Vanesa controló su rabia y deseo de llorar; ver a su madre lastimada de esa forma fue muy doloroso para ella.
Julieta se marchó de la fiesta atemorizada y completamente pelona.
Una mujer hermosa de cabello negro y ojos azules llegó a la fiesta y se acercó a Noah. Era hermosa, su rostro parecía tallado y su cuerpo era impresionante.
- «¡Noah! ¿Te acuerdas de mí? Soy Ginebra Esterlin, la hija del CEO Hugo Esterlin; estudiamos juntos».
Ginebra Esterlin:
Noah vio a esta mujer como una oportunidad para darle celos.
- «Ginebra, es un gusto verte; claro que te recuerdo, fuimos inseparables».
Ginebra me ignoró a propósito, pero no le presté atención.
- «Disculpa, esposa de Noah, no te vi», exclamó Ginebra con arrogancia y una leve sonrisa burlona.
- «Soy Elena Sánchez, no soy la simple esposa de Noah; tengo mi propio nombre y, por cierto, estás luciendo uno de los vestidos que diseñé. Lo compraste en mi tienda de París; tienes buen gusto».
Ginebra no podía ocultar su expresión de desagrado; pensó que podía herir mi orgullo y hacerme enloquecer de celos, pero mi rostro era frío y sin ninguna expresión.
Ginebra le tocó el rostro a Noah con descaro y a propósito, pero no logró ninguna reacción de mi parte y eso la descontrolaba. Ella salió un momento con Noah para ponerse al día, regresó dos minutos después sola.
- «Disculpa, pero yo soy una gran amiga de Noah; estudiamos juntos y él no se despegaba de mí. No quiero que te enojes; las mujeres siempre se enojan conmigo, es que siempre provoco envidia por mi cuerpo y mi belleza».
- «Escuché que te llamas Ginebra. No estoy enojada; no soy de las que se sienten inseguras. Las mujeres seguras de nosotras mismas no nos sentimos opacadas; además, no me asusta que hables con mi marido. Sé que nunca me engañaría contigo porque es alérgico al silicón y al plástico, y si lo quiere para ti con gusto te lo regalo, como dice un dicho: “Las perras aman comerse las sobras ajenas”. Me encanta que se coman las sobras que ya han sido usadas por mí».
Mi respuesta enloqueció a Ginebra, haciendo que perdiera la calma.
Me levanté de la mesa; Ginebra me puso el pie y mi tobillo se retorció, pero logré mantener el equilibrio. Con una fuerza que no sabía que poseía, me acerqué a Ginebra y, con una sonrisa, hundí el filo de mi tacón en su pie. Le tapé la boca para que no gritara; las lágrimas brotaban de sus ojos por el intenso dolor. Vi el pánico en sus ojos, el terror ante el dolor que mi tacón incrustado le infligía.
«—No te cruces en mi camino o te arrepentirás —susurré, con la voz tan fría que parecía helarse en el aire—. Te voy a desmantelar pieza a pieza, ¿entiendes? Te voy a arrancar cada una de tus preciadas uñas hasta que te desmayes. Te haré suplicar, te haré sufrir tanto que te retorcerás como un gusano en el anzuelo. Y cuando termine, no quedará nada de ti, solo el recuerdo de tu agonía. Si gritas, enterraré el filo de mi tacón con más fuerza. ¿Entendiste?».
Ginebra respondió con voz temblorosa: «Estás loca, me duele mucho».
Sonreí y me retiré.
Una de las sirvientas me dio una copa de vino; noté algo raro en la bebida y supuse que Eliézer y Vanesa habían planeado todo. Fingí tomar de la copa y sentirme mareada; me dirigí al baño.
Vanesa me siguió, tal y como lo supuse. Me escondí detrás de la puerta y la golpeé por detrás, tomé a Vanesa y la recosté contra mi hombre; me quedé un rato y observé a la criada que sirvió el vino llevar un incienso a una habitación. Dejé a Vanesa en la cama con la luz apagada, me puse una mascarilla que traía en mi bolso para no inhalar el afrodisíaco, Eliézer entró y, como una bestia salvaje, le arrancó la ropa a Vanesa. Ella despertó, pero quedó atrapada por el incienso. Los gemidos se escuchan con intensidad.
Noah y los demás notaron mi presencia. La criada que me dio el vino testificó en mi contra:
-«Vi entrar a la señora Díaz con el señor Eliézer; están cometiendo adulterio», testificó la criada, muy segura de lo que había visto.
—«Criada insolente, si resulta ser mentira, te demandaré por difamar a mi esposa», exclamó Noah furioso.
—«¡Dios mío, qué vergüenza!».
«Puedo escuchar sus gemidos».
«Desvergonzada».
«Es una puta», susurraban los invitados, seducidos por el chisme.
—«Noah, seré honesta contigo: esa perra se la ha pasado seduciendo a mi hijo. Él la rechaza, pero esa perra no deja de perseguirlo», exclamó Julia con una sonrisa victoriosa.
Noah y los demás se dirigieron a la habitación. Noah perdió la cordura y sacó un arma; estaba dispuesto a todo. Aparecí detrás de él con una sonrisa.
—«Vaya, ¿estás dispuesto a matarme?».
—«¿Dónde estabas?», exclamó Noah con un rostro enfurecido y consumido por los celos; no puede evitar sonreír. Noah ya era mi presa; yo no sentía nada por él, pero él ya estaba bajo mi poder.
—«Fui al baño y me perdí».
Julia estaba temblando; el plan había fracasado.
Sofía, llena de lágrimas, abrió la puerta y encendió la luz; ella se llevó una gran sorpresa.