Después de ser vendida por su madre, incluso antes de morir, Anya acepta su trágico destino para no ser desalojada de la casa, donde debe 18 años de alquiler. Su destino: casarse con el dueño de la casa, a quien no conoce y cuyo rostro solo descubrirá el día de la boda.
Bento acepta este acuerdo para que ella pueda saldar la deuda. Sin embargo, él mantiene una relación con Leda, extremadamente celosa.
¿Logrará Anya superar todos estos obstáculos y sobrevivir a esta complicada situación?
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Capítulo 17
Anya- haaa... amor, tu boca es una delicia.
Bento- Ahora abre más las piernas.
Ella obedece. Sin prisa, jodida perversa. Salgo de encima de la cama, y me arrodillo entre sus muslos y paso la lengua por sus labios, saboreando la visión.
Bento - Así te ves perfecta.
Murmuro, deslizando las manos por sus muslos, abriéndolos aún más. Me agacho, y mi boca encuentra el paraíso. Ella suelta un grito corto, desesperado, cuando mi lengua se desliza en sus labios hinchados. Lamo despacio, saboreando cada milímetro, después succiono el clítoris entre los labios, frotando el rostro en ella como si fuera mi droga personal, mi vicio más mortal.
Anya agarra las sábanas, gime alto, se retuerce, me llama por el nombre con la voz embriagada. Chupo con fuerza, con hambre, con la precisión de quien estudió cada respuesta de su cuerpo. Los dedos de ella jalan mi cabello con violencia, pero no paro. Ni pienso en parar.
Bento- Este coño es mío, tú eres mía, ¿entendido?
Gruño contra su coñito, y vuelvo a lamer sin control, la jodo con la lengua. Siento los músculos de ella contrayéndose, los gemidos haciéndose más altos, más trémulos, y cuando meto dos dedos de nuevo, con cuidado para no forzar demasiado, apenas para estimular lo suficiente, ella explota. Se corre en mi lengua. En mi rostro, gritando mi nombre.
Y cuando tiembla contra las sábanas, yo subo encima de ella, con los ojos oscuros de puro vicio, la verga dura, pulsando, lista para reclamar lo que ya es mío.
Bento- Quiero tanto destrozarte, Anya, voy a intentar controlarme para no lastimarte, amor, pero después de que te rompa, no voy a ser más delicado, quiero follarte fuerte, quiero oírte gritar de tanto placer.
Anya- Te quiero, Bento, te quiero mucho.
Ella todavía está jadeante, el cuerpo derritiéndose, el rostro sonrojado y la boca entreabierta. El semen brilla en los labios de su coño como una maldita ofrenda, y mi rostro aún está sucio de ella, del gusto de ella.
Bento- Voy a entrar, amor, va a doler, por ser grueso, pero luego va a pasar, puedes morderme si duele mucho, pero no voy a parar, Anya.
Anya- No quiero que pares, amor, hazme tuya.
Pincelo mi verga en la entrada, y resbalo despacio, yendo para dentro del paraíso caliente y apretado, cuando siento su barrera, ella aprieta mis brazos y me mira, la beso para que no grite de dolor, y entro con todo, ella muerde mis labios gimiendo agonizante, pero no paro de besarla ni de moverme, estoco despacio, hasta que ella comienza a gemir, paro los besos, y miro a mi mujer, sus ojos llenos de lágrimas, lamí cada una de ellas, luego Anya estaba gimiendo sabroso.
Anya- Amor... no pares.
Bento- ¿Puedo ir más rápido?
Anya- Sí.
Pero, mierda, eso no es suficiente. Y creo que nunca lo va a ser, enterrándome profundo dentro de ella. El coño de Anya pulsa con tanta fuerza a mi alrededor, que casi me arranca junto, y yo siento. Carajo, yo siento el momento exacto en que ella se deshace completamente.
Anya- haaaaa... amor... folla... Bento... no pares.
Temblores recorren sus piernas, su vientre, sus brazos, y ella grita mi nombre como si fuera la única palabra que conoce. Y entonces, el control que luché por mantener, se escurre por el desagüe, como el aire que me falta en los pulmones.
Gruño con rabia, excitación y rendición, y me hundo con fuerza una última vez, hasta estar completamente dentro de ella, hasta sentir el cuerpo caliente de mi pequeña tragarme entero.
Y yo me corro. Dentro de ella, profundo, intenso, marcando el cuerpo que era virgen, y que ahora carga algo mío. Derramo todo, sin prisa. Sintiendo cada espasmo de mi propia carne. Sintiendo el placer que Anya me dio.
Me quedo sobre ella por algunos segundos, los corazones de los dos latiendo demasiado rápido, fuera de ritmo, como si el mundo estuviera tambaleándose a nuestro alrededor. Mi frente toca la suya, ambos jadeantes de placer y, por un segundo, todo para. Y la única cosa que existe es eso, nosotros dos y mi semen dentro de ella.
Mi marca en sus labios, en su cuerpo, en los ojos embriagados de placer. Mi alma, siendo marcada por Anya, la mujer que sería apenas un contrato, y que me hace rendirme a ella, sin hacer absolutamente nada para eso, sólo ser ella misma, la mujer que no bajó la cabeza para mí, me miró de arriba, y aceptó pagar la deuda de la madre, abdicando de su futuro, para honrar a la madre.
Me muevo despacio, saliendo de dentro de ella con cuidado, y me acuesto a su lado, jalando su cuerpo sudado y flojo contra el mío. Las piernas de ella aún tiemblan, y el olor a sexo está arraigado en las sábanas.
Paso la mano por sus cabellos desordenados y la mantengo pegada a mi pecho. Mientras ella se acomoda, aún sin conseguir decir nada, sólo existe una verdad latiendo dentro de mí, tan alta como la sangre pulsando en mis venas, que ella se volvió mía de verdad. Y para siempre. Nuestro matrimonio fue consumado, ella ahora hace parte de mí.
Bento- Eres perfecta...
Gruño, besando su mejilla, la frente, la comisura de la boca.
Bento- Tan apretada. Tan caliente. Carajo Anya, naciste para eso, amor, para ser follada por mí, para ser mi mujer.
Anya- Amor, te quiero de nuevo, hasta cansarme, quiero sentirte, de nuevo, y de nuevo.
Bento- ¿No está doliendo?
Anya- Está, pero te quiero, Bento.
Ella todavía estaba jadeante, las piernas enlazadas a mi cintura, los ojos llorosos. Pero no hay miedo. Sólo un brillo nuevo. Una fuerza cruda, nacida del dolor y del placer mezclados.
Me coloco sobre ella nuevamente y comienzo a moverme, despacio, al inicio. Retirándome casi por completo y después hundiéndome de nuevo, con cuidado, pero con firmeza. Cada estocada hace que sus labios se abran en un gemido ahogado, cada movimiento me lleva más profundo, más dentro de ella, de todo lo que juré poseer.
Y entonces, ella comienza a gemir más alto. El cuerpo se adapta, se amolda al mío, como si estuviera aprendiendo rápido demás lo que significa ser follada de verdad. Aumento el ritmo y ella intensifica los gemidos. Y cuando me agarra con fuerza, la cabeza tirada hacia atrás, ella grita mi nombre, yo sé que voy a perder el control.
Bento- Vas a correrte de nuevo para mí, sabrosa.
Muerdo su cuello.
Bento- Vas a dejarme sentir tu coño apretándome mientras te corres en mi verga.
Gruño en su oído. Ella suelta un sonido entre el llanto y el gemido, los músculos del cuerpo contrayéndose de un modo casi desesperado. El placer la desgarra de dentro para fuera, como si fuera demasiado grande para caber en este cuerpo pequeño y dulce, que ahora se abre entero para mí.
Los ojos se voltean, las caderas pierden el ritmo, y los dedos se clavan con fuerza en mis espaldas, dejando marcas que van a arder después. Ella se corre. No en silencio, no con timidez.
Se corre como una mujer que fue quebrada y rehecha por mis manos. Por mi cuerpo. Por mi voz sucia y por mi verga. Yo me posiciono entre sus piernas, y levanto las piernas de ella, colocándolas en mis hombros, ella es mía. Y hoy cambia todo, ella era mi mujer, dueña de todo el carajo, quiero destrozar en mil pedazos aquellos malditos contratos.
Mi verga está tan dura, latiendo, mi cuerpo entero en combustión, que cuando paso el glande por la entrada apretada de su coñito lindo, un gruñido escapa de mi garganta.
Anya- haaa, amor, no me tortures...
Ella murmura, los ojos abriéndose despacio. Comienzo a entrar y salir con fuerza, hasta que ella llora de correrse en mi verga, y así ella hace. Cierra los ojos, pero paro.
Bento- Mírame.
Ordeno con la voz ronca, los ojos fijos.
Bento- No desvíes la mirada. Yo quiero verte gemir mirándome, amor, córrete mirándome.
Ella obedece. Y en el momento en que nuestros ojos se encuentran, yo empujo. Bien despacio y firme.
Ella suelta un gemido, ella es apretada de más, perfecta de más.
Bento- Eso, mira a tu hombre follando.
Anya- Ahhh... Bentooo... folla, amor.
Y con un último movimiento de cadera, empujo bien profundo dentro de ella, ella grita. No de dolor, sino de la intensidad. De algo nuevo, salvaje, invadiendo un espacio que nunca fue tocado antes, yo gemo contra su piel, hundiéndome hasta la base, dejando mi verga toda hasta el fondo, dentro del coño que me aplasta por entero, me quedo allí, enterrado dentro de mi pequeña, sin moverme por un instante. Sólo sintiendo. Absorbiendo el momento en que ella habla.
Anya- Sal, amor, es mucho.
Entonces vuelvo a empujar con fuerza.
Bento- Tú aguantas todo, amor, vamos a pasar el domingo todo aquí, quiero follarte en todas las partes de este barco, quiero verte llorar para sentarte.
Anya- Entonces hazme quedar ardida, Bento, muéstrame tu lado pervertido.
Carajo, ella es perfecta para mí, con ella tengo voluntad de hacer cosas que nunca hice, estoco tan rápido en Anya, que ella gime gritando, la coloco de cuatro, mientras empujo hasta las pelotas, bato en ese culo hasta quedar rojo, Anya se estremece, y la aseguro en el lugar, y la fodo fuerte.
Ella llora corriéndose para que yo pare, pero ella puede darme más de seis gemidos, sólo paré de follarla, cuando ya estaba implorando para que yo parara, ahí que me corrí todo mi semen dentro de ella.
Ella se acuesta gimiendo de dolor, y me acuesto a su lado.
Anya- Estoy toda ardida, Bento.
Bento- Lo sé, traje una pomada y un remedio, vamos a levantarnos, ven.
Anya- Llévame.
La levanto en mis brazos, y ella mira la mancha de sangre, y seguimos para el baño, le di un baño a mi mujer, y después nos pusimos una ropa, ella un short flojo corto y una blusa mía, y yo sólo un bañador, y salimos del cuarto, le di el remedio a ella, y miro el reloj, ya son las dos de la tarde.
Bento- Estamos en el cuarto hace horas, amor, vamos a hacer algo para comer.
Anya- Hummm, este mar pide un pescado.
Bento- Entonces yo hago para ti, siéntate ahí.
Anya- Voy a mirar el mar.