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Tuve Un Hijo Con Un Villano

Tuve Un Hijo Con Un Villano

Status: En proceso
Genre:Romance / Posesivo / Arrogante / Época / Embarazo no planeado / Villana
Popularitas:37.8k
Nilai: 5
nombre de autor: AMZ

Tras una noche en la que Elisabeth se dejó llevar por la pasión de un momento, rindiendose ante la calidez que ahogaba su soledad, nunca imaginó las consecuencia de ello. Tiempo después de que aquel despiadado hombre la hubiera abrazado con tanta pasión para luego irse, Elisabeth se enteró que estaba embarazada.
Pero Elisabeth no se puso mal por ello, al contrario sintió que al fin no estaría completamente sola, y aunque fuera difícil haría lo mejor para criar a su hijo de la mejor manera.
¡No intentes negar que no es mi hijo porque ese niño luce exactamente igual a mi! Ustedes vendrán conmigo, quieras o no Elisabeth.
Elisabeth estaba perpleja, no tenía idea que él hombre con el que se había involucrado era aquel que llamaban "el loco villano de Prusia y Babaria".

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Capitulo 17

El aire en la sala de estrategia estaba cargado. No de humo, ni de polvo, sino de tensión. Una presión invisible que se hacía más espesa con cada paso que Dietrich daba alrededor de la gran mesa central. Los mapas estaban extendidos, sujetos con pesas de hierro, algunos marcados con tachaduras y anotaciones apresuradas. Las velas parpadeaban bajo la corriente helada que se colaba por las rendijas, pero no era el frío lo que causaba incomodidad, sino el propio Dietrich.

—¿Cuánto tiempo más...? —murmuró con la mandíbula apretada, mientras sus dedos tamborileaban con violencia sobre el borde de la mesa.

Un joven encargado de los informes topográficos se acercó con paso tímido, extendiendo un nuevo pergamino. Apenas logró hablar.

—Mi señor... aquí está el último reporte del valle del oeste. Hemos localizado un paso menos vigilado que podr—

—¡Inútil! —bramó Dietrich, arrancando el pergamino de sus manos y arrojándolo con desdén hacia un rincón—. ¿Crees que eso no lo sabía ya? ¡Han tardado semanas para decirme lo obvio! ¡Fuera de mi vista!

El muchacho salió a trompesones, con la vergüenza y el miedo escritos en su rostro. Dietrich respiraba con fuerza, el ceño fruncido y los ojos helados fijos en el mapa. De pronto, alzando el puño, lo descargó con fuerza sobre la mesa de roble macizo.

¡CRACK!

El sonido de la madera agrietándose resonó por toda la estancia. La superficie tembló ligeramente, separando parte de los mapas. Frank, se sobresaltó, aunque procuró mantener la compostura.

—Mi señor —dijo con tono moderado, mientras se acercaba lentamente—. Esto no es nada que no se pueda resolver. Estamos progresando... solo que no a la velocidad que quisiéramos.

Dietrich giró el rostro hacia él. Su mirada, azul y glacial como un lago en invierno, se hundió en los ojos de Frank con tal intensidad que por un momento el asistente se paralizó.

—¿Sabes cuánto tiempo ha pasado desde que regresé de Falkenrath? —espetó Dietrich con voz contenida, casi venenosa—. ¡Seis meses! ¡Seis malditos meses y aún no hemos reunido las condiciones para aplastar a ese nido de víboras!

Frank, con la calma de quien ha lidiado con tormentas peores, replicó:

—Mi señor, con todo respeto… eso fue lo estipulado desde el principio. Usted mismo ordenó que se preparara una campaña de un año. No hemos salido de los plazos. De hecho, estamos ligeramente adelantados.

Un silencio. Tenso. Contenía la posibilidad de una explosión… y la explosión llegó.

—¡Te dije que redujeras ese plazo a la mitad! —rugió Dietrich, golpeando la mesa de nuevo, aunque esta vez con menos fuerza—. ¡Dos meses! Si en dos meses Falkenrath no está cayendo bajo mis manos… los incompetentes que trabajan para mí —sus ojos se clavaron en los de Frank—, incluyéndote a ti… tendrán consecuencias.

Frank bajó la cabeza en señal de acatamiento. No dijo nada más. Comprendió que cualquier intento de razonar solo echaría más leña al fuego.

—Retírate —ordenó Dietrich con voz baja, casi ronca por la contención.

Frank inclinó la cabeza, se giró con un suspiro apenas audible y cerró la puerta detrás de él. Pero no se fue de inmediato. Se quedó unos segundos del otro lado, mirando la madera, como si esperara escuchar algo que le diera sentido a todo eso.

— ¿Qué es exactamente lo que sucedió en el territorio de Falkenrath…?— pensó, con el ceño fruncido. — Tomar Falkenrath no asegura que se el Kaiser cumpla su palabra y disuelva el compromiso... Entonces porque está tan desesperado. Desde que regresó… mi señor no es el mismo. No es sólo la guerra. Es algo más. Algo que lo consume por dentro.

Dentro de la sala, Dietrich caminaba de un lado a otro como una fiera enjaulada. Sus labios murmuraban maldiciones, en parte en voz baja, en parte entre dientes.

—Lo sabía… —se dijo a sí mismo, con los dedos temblorosos al desabotonarse el cuello de la camisa—. Sabía que eras alguna especie de bruja. Realmente es una bruja que me ha hechizado por completo...

Se dejó caer en una silla y destapó una botella de licor oscuro, de los que reservaba para cuando ni el pensamiento ni el dolor podían ser apagados por otra cosa. Bebió un trago largo.

Pero el ardor del licor no apagó el fuego que lo consumía por dentro.

La cabellera rubia, despeinada y suave como seda entre sus dedos. Los ojos verdes, intensos, como un bosque en primavera. La forma en que sonreía, la forma en que temblaba bajo sus caricias. Elisabeth.

El nombre le arrancó un suspiro ahogado, casi un gemido. Cerró los ojos, pasándose una mano por el cabello oscuro, desordenándolo más.

—¿Cómo ha logrado alguien ponerme tan ansioso…? —murmuró, casi con desesperación—. Cada cosa que hago, en cada momento del día… solo puedo pensar en ella.

Se llevó la botella de nuevo a los labios, pero no bebió esta vez. Miró el cristal, como si pudiera encontrar respuestas en su interior.

—He tenido que contenerme tanto para no ir a buscarla… para no traerla aquí y encerrarla donde solo yo sepa dónde está. Por los dioses, he estado al borde de hacerlo. Más de una vez…

Un suspiro más, largo y cargado de frustración. No podía arrastrarla a su mundo aún, no con enemigos al acecho.

—Actualmente, es más seguro para ella estar en esa cabaña olvidada que a mí lado, y que no la relacionen en absoluto conmigo... Eso es lo mejor...

Volvió a quedarse en silencio. Un silencio pesado, cargado de obsesión, deseo y un miedo primitivo que él nunca admitiría.

— ¡Carajo! Aun así... Siento que algo no está bien...

Y el presentimiento de Dietrich no era erróneo, Elisabeth ni siquiera estaba donde él creía que ella estaba.

Algunos días después, el despacho del Markgraf estaba en penumbras cuando se abrieron las puertas con una elegancia estudiada. Amelia von Bruben, prometida del hombre más temido del sur, avanzó con su vestido celeste empolvado y un pergamino sellado con el emblema imperial en la mano, orgullosa y altiva. Caminaba como si el mundo le perteneciera, pero había un leve temblor en sus dedos. Ella lo ocultó bien.

Dietrich ni se molestó en levantarse de su silla. Su mirada helada la siguió con absoluto desinterés, como si ya hubiera calculado el contenido de la visita y estaría fastidiado de antemano.

— ¿Qué quieres ahora? —espetó, sin molestarse en fingir cortesía.

— No es lo que yo quiero, prometido, —respondió con una sonrisa dulce que parecía esmaltada en hielo—, es lo que desea Su Majestad. —Alzó el documento con una reverencia burlonamente delicada—. Por orden del Kaiser, estás obligado a pasar este día conmigo. Es mi cumpleaños, después de todo.

Dietrich tomó el pergamino con desdén, lo leyó en silencio y luego lo dejó caer sobre la mesa como si fuera una servilleta sucia.

— Una orden imperial para celebrar una farsa... —se puso de pie con rigidez, su tono cargado de veneno—. Encantador. Bien, vamos. Disfrutemos de esta gloriosa pantomima.

Amelia entrelazó su brazo con el suyo apenas él dio un paso. Él se tensó de inmediato, pero no la apartó. No podía, no con el sello del Kaiser detrás de cada uno de sus gestos. Ella fingio que no notaba su repulsión.

El día transcurrió como una obra trágica disfrazada de comedia romántica. Dietrich caminó junto a ella por los jardines, participó de una comida al aire libre con músicos, soportó incluso una pintura de retrato en la que se le pidió posar junto a su “amada prometida”. No dijo ni una palabra durante la sesión, pero cada vez que Amelia lo miraba con ojos soñadores, él respondía con una mueca de desprecio o un comentario cruel.

— ¿Sabes qué es lo más ridículo de esta farsa, princesa? —le dijo cuando ella intentó ofrecerle un pastel adornado con flores de azúcar—. Que tú pareces disfrutarlo, como si no notaras lo que siento realmente por ti.

— A veces uno tiene que ignorar ciertas cosas para lograr lo que desea, —respondió ella con una sonrisa imperturbable, aunque sus dedos se apretaban con fuerza en el tenedor.

— ¿Y qué es lo que deseas exactamente? ¿Mi apellido? ¿Mi castillo? ¿Un cadáver frío que puedas moldear a tu gusto?

— Quiero a mi prometido, —dijo con firmeza, sin perder la compostura—, y sé que algún día lo entenderás.

Dietrich soltó una carcajada áspera, vacía de humor.

— Lo único que entiendo es que cada segundo que paso contigo me recuerda que estoy atado a algo que detesto con cada fibra de mi ser.

Ella no respondió, simplemente bebió un sorbo de vino, con la gracia de una dama que se niega a perder ante la humillación.

Pero mientras las horas avanzaban, y Dietrich ejecutaba su papel como un prisionero ejecuta una sentencia, su mente estaba en otro lugar . O más bien, con otra persona .

Elisabeth.

Era imposible no pensar en ella. A cada paso con Amelia, la comparaba en silencio y se sentía casi sucio por hacerlo, como si al colocar sus nombres en la misma balanza deshonrara la memoria de Elisabeth. Porque no había comparación posible.

— Realmente creo que la extraño... —La última palabra se escapó de los pensamientos de Dietrich, provocando el desconcierto de Amelia.

—¿Extrañas... qué es lo que extrañas prometido?

Dietrich se detuvo, y quitó con brusquedad el brazo de Amelia que se enroscaba en el suyo.

Sus ojos azules la miraron desbordantes de desprecio.

— Extraño el tiempo en que tenías algo de vergüenza y dignidad. El tiempo estipulado en la orden real, ha terminado.

Dijo mientras se alejaba de Amelia dejándola en medio de alguno de los jardines de la capital.

1
birrahelada
AAAAAAHHHH no sé si sentir, emoción, alivio, alegría o qué
Flor Rui3
a mí se me hace que ese doctorcito le hizo algo al bb que se enfermo de repente no creen
Laura Aguado
WoW,m ha gustado mucho este capitulo ❤️❤️❤️
Nena
Va a arder Troya, si al que ella le cortó la oreja, lo colgó, va a ser capaz de mucho, contra el Kaiser y su princesita no será fácil si le llegan a tocar un cabello a sus amores....porque si ese hombre en su brutalidad y locura la quiere🥰🥰🥰🥰
Aracelis Durango
Menos mal Dietrich llego a tiempo ahora que revisen al bebé y se den cuenta que Heinri lo enfermo a propósito ja pobre se llamaba
FairyTessa
yo digo que le dara el lugar de la señora de la casa y su heredero .... aunque no es bueno con las palabras si con las acciones....
Mitsuki G
En verdad espero que esté Dietrich le demuestre con acciones no es quien todos dicen que lo juzgan y sobre todo que vea que es un buen compañero para ella y su hijo y cuando llegue a su hogar este Dietrich defienda a su hijo como a Elizabeth que será su esposa no una simple concubina si esa que se apropió de su hogar la saqué de ahí el cumplió hará que le cumpla si no quiere tenerlo de enemigo que esa loca ni sueñe de ser la concubina que no la acepte que se ponga ahora sí al brinco le ayudo merece ser libre con su mujer en verdad que la corra con todas y sus cosas
Alma Delia Morales
Y cuando llegué a casa y vea a Amlis adueñandose de todo que hará???
Yecenia Aguirre González
Y a cada momento se pone más fuerte la situación Diooooooosss
Alma Delia Morales
Ese médico es una verdadera porquería un lobo con piel de oveja
Marcy Mireille Avendaño Bendezu
👍🏻
Ginebra
Y la fiebre del bb
Traía médicos con él Dietrich
Q pasara si ese doctor q hecho le hizo algo y a ella la intimido con el bb y lo dejo ir así como así
Autora denos más capítulos /Chuckle/ jejejeje q intrigada me quede /Shy/. Gracias por su Novela.
FairyTessa
solo espero que la loca no les haga nada al enterrarse de su existencia
eva quispe
silencio! empezó mi novela favorita
rutyy A H
es genial
Aracelis Durango
Ese doctorsito enfermo al bebé a propósito JA deja que Dietrichk se entere no la cuenta, mejor dicho ya es difunto jejejejejejeje
Jadella🦋
Espero que ellos puedan hablar y entenderse y proteger a su bebé
Yecenia Aguirre González
Diiiiosssss esto se puso color de hormiga!!!!! maratón maratón maratón maratón
Nena
El sabe que no actuó correctamente, pero ya aceptó que la quiere en su vida, por eso la buscó, según él necesitaba arreglar las cosas primero, pero la princesa loca no se la quiere poner fácil....tienes trabajo para ganarte a tu amada Dietrich🥰🥰🥰
JOGXANDY BELLO
oh doctorcito eres inteligente y me caes bien pero como veras este loco no juega carrito, no deberia desafiarlo.! jejeje vete antes que sepan q enfermaste a el niño
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