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Tuve Un Hijo Con Un Villano

Tuve Un Hijo Con Un Villano

Status: Terminada
Genre:Romance / Posesivo / Arrogante / Época / Embarazo no planeado / Villana / Completas
Popularitas:1.4M
Nilai: 4.9
nombre de autor: AMZ

Tras una noche en la que Elisabeth se dejó llevar por la pasión de un momento, rindiendose ante la calidez que ahogaba su soledad, nunca imaginó las consecuencia de ello. Tiempo después de que aquel despiadado hombre la hubiera abrazado con tanta pasión para luego irse, Elisabeth se enteró que estaba embarazada.
Pero Elisabeth no se puso mal por ello, al contrario sintió que al fin no estaría completamente sola, y aunque fuera difícil haría lo mejor para criar a su hijo de la mejor manera.
¡No intentes negar que no es mi hijo porque ese niño luce exactamente igual a mi! Ustedes vendrán conmigo, quieras o no Elisabeth.
Elisabeth estaba perpleja, no tenía idea que él hombre con el que se había involucrado era aquel que llamaban "el loco villano de Prusia y Babaria".

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Capitulo 17

El aire en la sala de estrategia estaba cargado. No de humo, ni de polvo, sino de tensión. Una presión invisible que se hacía más espesa con cada paso que Dietrich daba alrededor de la gran mesa central. Los mapas estaban extendidos, sujetos con pesas de hierro, algunos marcados con tachaduras y anotaciones apresuradas. Las velas parpadeaban bajo la corriente helada que se colaba por las rendijas, pero no era el frío lo que causaba incomodidad, sino el propio Dietrich.

—¿Cuánto tiempo más...? —murmuró con la mandíbula apretada, mientras sus dedos tamborileaban con violencia sobre el borde de la mesa.

Un joven encargado de los informes topográficos se acercó con paso tímido, extendiendo un nuevo pergamino. Apenas logró hablar.

—Mi señor... aquí está el último reporte del valle del oeste. Hemos localizado un paso menos vigilado que podr—

—¡Inútil! —bramó Dietrich, arrancando el pergamino de sus manos y arrojándolo con desdén hacia un rincón—. ¿Crees que eso no lo sabía ya? ¡Han tardado semanas para decirme lo obvio! ¡Fuera de mi vista!

El muchacho salió a trompesones, con la vergüenza y el miedo escritos en su rostro. Dietrich respiraba con fuerza, el ceño fruncido y los ojos helados fijos en el mapa. De pronto, alzando el puño, lo descargó con fuerza sobre la mesa de roble macizo.

¡CRACK!

El sonido de la madera agrietándose resonó por toda la estancia. La superficie tembló ligeramente, separando parte de los mapas. Frank, se sobresaltó, aunque procuró mantener la compostura.

—Mi señor —dijo con tono moderado, mientras se acercaba lentamente—. Esto no es nada que no se pueda resolver. Estamos progresando... solo que no a la velocidad que quisiéramos.

Dietrich giró el rostro hacia él. Su mirada, azul y glacial como un lago en invierno, se hundió en los ojos de Frank con tal intensidad que por un momento el asistente se paralizó.

—¿Sabes cuánto tiempo ha pasado desde que regresé de Falkenrath? —espetó Dietrich con voz contenida, casi venenosa—. ¡Seis meses! ¡Seis malditos meses y aún no hemos reunido las condiciones para aplastar a ese nido de víboras!

Frank, con la calma de quien ha lidiado con tormentas peores, replicó:

—Mi señor, con todo respeto… eso fue lo estipulado desde el principio. Usted mismo ordenó que se preparara una campaña de un año. No hemos salido de los plazos. De hecho, estamos ligeramente adelantados.

Un silencio. Tenso. Contenía la posibilidad de una explosión… y la explosión llegó.

—¡Te dije que redujeras ese plazo a la mitad! —rugió Dietrich, golpeando la mesa de nuevo, aunque esta vez con menos fuerza—. ¡Dos meses! Si en dos meses Falkenrath no está cayendo bajo mis manos… los incompetentes que trabajan para mí —sus ojos se clavaron en los de Frank—, incluyéndote a ti… tendrán consecuencias.

Frank bajó la cabeza en señal de acatamiento. No dijo nada más. Comprendió que cualquier intento de razonar solo echaría más leña al fuego.

—Retírate —ordenó Dietrich con voz baja, casi ronca por la contención.

Frank inclinó la cabeza, se giró con un suspiro apenas audible y cerró la puerta detrás de él. Pero no se fue de inmediato. Se quedó unos segundos del otro lado, mirando la madera, como si esperara escuchar algo que le diera sentido a todo eso.

— ¿Qué es exactamente lo que sucedió en el territorio de Falkenrath…?— pensó, con el ceño fruncido. — Tomar Falkenrath no asegura que se el Kaiser cumpla su palabra y disuelva el compromiso... Entonces porque está tan desesperado. Desde que regresó… mi señor no es el mismo. No es sólo la guerra. Es algo más. Algo que lo consume por dentro.

Dentro de la sala, Dietrich caminaba de un lado a otro como una fiera enjaulada. Sus labios murmuraban maldiciones, en parte en voz baja, en parte entre dientes.

—Lo sabía… —se dijo a sí mismo, con los dedos temblorosos al desabotonarse el cuello de la camisa—. Sabía que eras alguna especie de bruja. Realmente es una bruja que me ha hechizado por completo...

Se dejó caer en una silla y destapó una botella de licor oscuro, de los que reservaba para cuando ni el pensamiento ni el dolor podían ser apagados por otra cosa. Bebió un trago largo.

Pero el ardor del licor no apagó el fuego que lo consumía por dentro.

La cabellera rubia, despeinada y suave como seda entre sus dedos. Los ojos verdes, intensos, como un bosque en primavera. La forma en que sonreía, la forma en que temblaba bajo sus caricias. Elisabeth.

El nombre le arrancó un suspiro ahogado, casi un gemido. Cerró los ojos, pasándose una mano por el cabello oscuro, desordenándolo más.

—¿Cómo ha logrado alguien ponerme tan ansioso…? —murmuró, casi con desesperación—. Cada cosa que hago, en cada momento del día… solo puedo pensar en ella.

Se llevó la botella de nuevo a los labios, pero no bebió esta vez. Miró el cristal, como si pudiera encontrar respuestas en su interior.

—He tenido que contenerme tanto para no ir a buscarla… para no traerla aquí y encerrarla donde solo yo sepa dónde está. Por los dioses, he estado al borde de hacerlo. Más de una vez…

Un suspiro más, largo y cargado de frustración. No podía arrastrarla a su mundo aún, no con enemigos al acecho.

—Actualmente, es más seguro para ella estar en esa cabaña olvidada que a mí lado, y que no la relacionen en absoluto conmigo... Eso es lo mejor...

Volvió a quedarse en silencio. Un silencio pesado, cargado de obsesión, deseo y un miedo primitivo que él nunca admitiría.

— ¡Carajo! Aun así... Siento que algo no está bien...

Y el presentimiento de Dietrich no era erróneo, Elisabeth ni siquiera estaba donde él creía que ella estaba.

Algunos días después, el despacho del Markgraf estaba en penumbras cuando se abrieron las puertas con una elegancia estudiada. Amelia von Bruben, prometida del hombre más temido del sur, avanzó con su vestido celeste empolvado y un pergamino sellado con el emblema imperial en la mano, orgullosa y altiva. Caminaba como si el mundo le perteneciera, pero había un leve temblor en sus dedos. Ella lo ocultó bien.

Dietrich ni se molestó en levantarse de su silla. Su mirada helada la siguió con absoluto desinterés, como si ya hubiera calculado el contenido de la visita y estaría fastidiado de antemano.

— ¿Qué quieres ahora? —espetó, sin molestarse en fingir cortesía.

— No es lo que yo quiero, prometido, —respondió con una sonrisa dulce que parecía esmaltada en hielo—, es lo que desea Su Majestad. —Alzó el documento con una reverencia burlonamente delicada—. Por orden del Kaiser, estás obligado a pasar este día conmigo. Es mi cumpleaños, después de todo.

Dietrich tomó el pergamino con desdén, lo leyó en silencio y luego lo dejó caer sobre la mesa como si fuera una servilleta sucia.

— Una orden imperial para celebrar una farsa... —se puso de pie con rigidez, su tono cargado de veneno—. Encantador. Bien, vamos. Disfrutemos de esta gloriosa pantomima.

Amelia entrelazó su brazo con el suyo apenas él dio un paso. Él se tensó de inmediato, pero no la apartó. No podía, no con el sello del Kaiser detrás de cada uno de sus gestos. Ella fingio que no notaba su repulsión.

El día transcurrió como una obra trágica disfrazada de comedia romántica. Dietrich caminó junto a ella por los jardines, participó de una comida al aire libre con músicos, soportó incluso una pintura de retrato en la que se le pidió posar junto a su “amada prometida”. No dijo ni una palabra durante la sesión, pero cada vez que Amelia lo miraba con ojos soñadores, él respondía con una mueca de desprecio o un comentario cruel.

— ¿Sabes qué es lo más ridículo de esta farsa, princesa? —le dijo cuando ella intentó ofrecerle un pastel adornado con flores de azúcar—. Que tú pareces disfrutarlo, como si no notaras lo que siento realmente por ti.

— A veces uno tiene que ignorar ciertas cosas para lograr lo que desea, —respondió ella con una sonrisa imperturbable, aunque sus dedos se apretaban con fuerza en el tenedor.

— ¿Y qué es lo que deseas exactamente? ¿Mi apellido? ¿Mi castillo? ¿Un cadáver frío que puedas moldear a tu gusto?

— Quiero a mi prometido, —dijo con firmeza, sin perder la compostura—, y sé que algún día lo entenderás.

Dietrich soltó una carcajada áspera, vacía de humor.

— Lo único que entiendo es que cada segundo que paso contigo me recuerda que estoy atado a algo que detesto con cada fibra de mi ser.

Ella no respondió, simplemente bebió un sorbo de vino, con la gracia de una dama que se niega a perder ante la humillación.

Pero mientras las horas avanzaban, y Dietrich ejecutaba su papel como un prisionero ejecuta una sentencia, su mente estaba en otro lugar . O más bien, con otra persona .

Elisabeth.

Era imposible no pensar en ella. A cada paso con Amelia, la comparaba en silencio y se sentía casi sucio por hacerlo, como si al colocar sus nombres en la misma balanza deshonrara la memoria de Elisabeth. Porque no había comparación posible.

— Realmente creo que la extraño... —La última palabra se escapó de los pensamientos de Dietrich, provocando el desconcierto de Amelia.

—¿Extrañas... qué es lo que extrañas prometido?

Dietrich se detuvo, y quitó con brusquedad el brazo de Amelia que se enroscaba en el suyo.

Sus ojos azules la miraron desbordantes de desprecio.

— Extraño el tiempo en que tenías algo de vergüenza y dignidad. El tiempo estipulado en la orden real, ha terminado.

Dijo mientras se alejaba de Amelia dejándola en medio de alguno de los jardines de la capital.

1
Margarita Kynast
no hay palabras para describir solo puedo decirle a la autora que me hizo sentir feliz y eso significa que usted es magistral autora la felicito , muchísimas gracias por brindar paz Armonía y dicha a través de sus relatos.
Maria S Diaz R
Magnífica y hermosa historia 😍 felicitaciones autora 🤗
Maria Elena Maciel Campusano
Estuvo fabuloso como el Kaiser dió su brazo a torcer y de paso le dió su dosis de realidad a la Von Bruja, repitiendo las palabras de Dietrich 😏
Maria Elena Maciel Campusano
Pues Dietrich está haciendo todo para sincerarse con ella, aún así ella duda, cuando él demuestra una y otra vez cuan importante es ella y su hijo para él, porqué no entiende de una vez🤔
Maria Elena Maciel Campusano
Con lo que oyó Elisabeth en la biblioteca ya tomó la decisión de casarse, pero en qué cabeza cabe decirle a Dietrich que el puede tener otra mujer y ella puede tener otra pareja, sólo provocó a Dietrich, pero deben de estar pendientes de la Von Bruja y sus malas intenciones 😏
Maria Elena Maciel Campusano
Esa tipa Van Bruja tan desagradable es, que Dietrich prefiere la guerra a casarse con semejante arpía desconsiderada y mimada😏
Maria Elena Maciel Campusano
Mientras entre Dietrich y Elisabeth se derrite el hielo y hay un acercamiento, en la capital la situación de la princesa Von Bruja queda en evidencia y como la verdad no peca, pero cómo incomoda, la hacen desquitarse de quien se atreve a hablar sobre su situación 🤨🤨🤨
Maria Elena Maciel Campusano
Claro que es cuestión de tiempo para que el amor florezca entre ellos, pues Dietrich se enamoró de Elisabeth y ella se está dando cuenta que el es amoroso con su hijo y con ella☺️
Maria Elena Maciel Campusano
Pues en lo que según tú estás jugando a enviar a tu sobrina la Von Bruja de según espía con Dietrich, él ya tiene toda la información de lo que planeas en su contra, en lo que tú das un paso siendo el "Kaiser", Dietrich ya dió 2 pasos de ida y 2 de vuelta siendo solo el Markgraf, cómo la ves desde ahí 🤨
Maria Elena Maciel Campusano
Es lógico que Elisabeth desconozca al padre de su hijo y sobre todo por lo que se dice de él en todas partes, pero está comprobando de primera mano que él es un buen padre, ha demostrado cuan importante es ella y su hijo para él 😌
Maria Elena Maciel Campusano
Ese doctorcillo venenoso, le clavó la espinita de la duda a Dietrich y lo dejó más vulnerable de lo que quisiera reconocer, pero yo pienso que Elisabeth tiene sentimientos por él y es cuestión de tiempo y convivir para que florezca el amor🤔
Maria Elena Maciel Campusano
Amelia Von Bruja nunca imaginó ser echada como perra sabrosa de las tierras de Dietrich so pena de muerte si insiste en poner un pie ahí, ni modo Von Bruja a fuerza ni los zapatos entran😌
Maria Elena Maciel Campusano
Presiento que Berlín necesitará un nuevo Kaiser y pues mientras eso sucede Elisabeth y el pequeño Derrick corren peligro, espero que Dietrich esté listo para lo que viene 🤔
Maria Elena Maciel Campusano
Espero que Dietrich le explique a Elisabeth y también que ella se preste para escucharlo, porque se pone en un plan y no más no escucha ni entiende razones🤔
Maria Elena Maciel Campusano
A ver si no la mandan a freír espárragos al palacio de su tío, porque Dietrich ya llevó a su futura esposa y madre de su hijo🤨
Maria Elena Maciel Campusano
Al fin en el territorio de Dietrich, pero ahora qué le espera tanto a Elisabeth, como a la Amelia Von Bruja y las represalias en contra de Dietrich por rechazar el matrimonio con la Von Bruja 🤔🤨
Maria Elena Maciel Campusano
Aquí yace un medicucho sin ética ni moral, que intoxicó a un inocente bebé, para obligar a su madre a corresponder sus sentimientos egoístas o tal vez ni epitafio tenga el hueco donde Dietrich echará los restos del doctorcillo ese🤨🤔
Maria Elena Maciel Campusano
Aparentemente, Dietrich defenderá con uñas y dientes a su hijo y mujer, pero será una confrontación con su gobernador o emperador pues ese tipo lo quiere atado a su sobrina la Von Bruja obsesiva a como dé lugar🤨
Maria Elena Maciel Campusano
Ay qué nervios, ella debe decirle que su hijo está enfermo y presiento que el doc le dió algo al bebé y lo intoxicó, pero Elisabeth no sospecha nada y no sabe que puede tener su hijo🤔
Maria Elena Maciel Campusano
Nunca imaginé que el doc fuera un desgraciado y hacerle algo al bebé para obligar a Elisabeth a estar con él, pero poco o nada le duró el gusto pues llegó el que andaba ausente y de un aventón lo alejó de su mujer🤨
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