Christian Moltanba es el principal sospechoso de cometer tres asesinatos, por esta causa, es llevado a la pena de muerte. El muere sin conocer a su hijo, Mathias, el cuál también es hijo de Ana Lucia, una joven abogada que luchó hasta el último momento junto a Christian, pero la muerte del joven la deja a ella en peligro, y se ve obligada a casarse con el más longevo de la familia Montalbán. El señor William. quién después de la muerte de Christian, reaparece luciendo mucho más joven.
lo cierto es que el deceso de Christian no quedará impune, pues Moltanba regresará del mismo infierno para hacer pagar a todos sus enemigos y así poder demostrar que es inocente.
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Christian la estaba buscando.
El hombre se tambaleó un poco, pero mantuvo el equilibrio. —¡De ninguna manera! Samir, no creas que estoy pintado, no me pasarás por encima. Marcos se plantó firme.
—¡Ja, no me hagas reír! Un viejo como tú no puede enfrentarme. Ambos hombres se miraban desafiantes, estaban dispuestos a ver quién podía contra quién.
—¡Entonces enfréntate a mí! Soy más joven y rigurosa, ¡con habilidades inigualables! Ana Lucía llegó acompañada por Olivier y William brillaba por su ausencia. Lo cierto es que nadie esperaba la presencia de ella, esto los tomó por sorpresa.
—¡No me digas! Samir, volteó y la observó de pies a cabeza, luego se mofó de ella. —La mona, aunque se vista de seda, mona se queda.
—Tu comentario no me ofende, tampoco me intimida. Es más, te daré un consejo. Puedes escribir tu opinión y depositarlo en mi cuenta, quizás algún día me genere algún interés.
Ana Lucia no perdió más tiempo y, al pasar junto a Marcos, agregó. —¡Quieres que vengas conmigo, desde hoy dirigiré este lugar!
Samir apretó los puños; por lo general, no le gusta que le ignoren, pues todo el mundo come de su mano.
—Ana…— El hombre dio un fuerte grito que paralizó a todos, excepto a Ana.
—¿Sabes en lo que te estás metiendo? No debiste casarte con el abuelo, tampoco poner un pie aquí. La mirada de Samir era tan penetrante, y le dio más coraje ver que Ana solamente le sacudió la mano. Era como decir. Bla, bla, bla…
Por otro lado, las secretarias estaban boquiabiertas. —¿Escuchaste lo mismo? Esa tipa se casó con el ruco. La sorpresa fue tanta, que la joven se llevó la mano al pecho.
—¡Te lo dije! El viejo la defendió de la gente de seguridad, y también dijo que tenía la puerta abierta. Esto lo explica todo. Fue la respuesta de la recepcionista.
—Al que no le fue bien, fue a ese… la secretaría, señaló a Samir. El joven estaba tan enojado que dio la vuelta y se dirigió al estacionamiento subterráneo.
—Señora Montalbán, disculpe lo que tuvo que presenciar. Samir fue quien comenzó todo. Marcos abrió la puerta de una oficina y ambos se pusieron cómodos.
—¡Ya sabía que esto pasaría, el señor William le pidió a Olivier que no interfiera a menos que él hiciera algo en mi contra! Fue por eso la actitud de Ana Lucia, ella se sintió respaldada por Olivier.
Sin embargo, Ana no parecía estar tan feliz, y su mirada cambió cuando vio una fotografía encima de su escritorio.
—¿Es Christian? Lucía la agarró con las manos temblorosas y pasó el pulgar por el rostro del joven.
—¡Sí, es el señor Christian! Marcos contestó a la ligera, para él era más importante hablar del trabajo; no obstante, Ana lo sorprendió al preguntar.
¿Quieres platicarme un poco acerca él?
La pregunta lo dejó desconcertado, cuando Christian estaba con vida, no le gustaba que nadie escudriñara su vida, mucho menos su pasado. Pero ya no está, no se enojará si habla un poco de él.
—¡El señor Christian era muy serio, un poco joven, pero ceñido en su trabajo! Sabes, una vez el consorcio se vio en riesgo, teníamos a los bancos en cima, estaban por embargar todo y las acciones se deterioraron cada vez más, sin embargo, él no se dio por vencido, salió un par de días y a su regreso nos trajo la sorpresa de que tenía más socios, nos expandió a México. Marcos habló con tanto orgullo y entusiasmo que se lo transmitió a Ana.
—¿De veras? WOW… eso me sorprende, pero no tenía vida social, no se enamoró o algo similar. Ella fue muy cautelosa al hablar. No puede mostrar tanto interés.
—¡Enamorarse! Mmm… solo una vez. Eso creo.
Veras, cuando cumplió 19 años, comenzó a buscar a una chica, le dio los rasgos a todos sus guardaespaldas, pero nunca la encontró. Por cierto, el señor William llegó a pensar que estaba loco, parecía que buscaba a un fantasma.
Ana se quedó analizando la historia, pero no la asoció a lo que pasó con ella.
—¡En esos días, fue cuando se presentó la señora Laura, y contó la historia! Dijo que ella había sido quien pasó una noche con el joven, fue cuando todos entendimos por qué se empeñó tanto en encontrarla.
—En fin— Dijo el hombre al ponerse de pie. —La señora Laura andaba detrás del joven Christian, pero Samir estaba detrás de ella. Creo que ella fue quien los distanció un poco.
En ese instante, Ana Lucia comprendió todo. Laura se enojó con ella por haberse acostado con Christian. Ahora entiendo el porqué inventó rumores acerca de ella, y por culpa de esas difamaciones fue que tuvo que dejar la ciudad y tener a su hijo en México.
Sin embargo, nunca se le pasó por la cabeza el hecho de que Christian la estaba buscando.
—¿La señora Laura no se quedó con el joven Christian? ¿Él nunca mostró interés en ella? Ana sintió curiosidad por saber más.
—No… El señor Christian, negó que ella era la chica que buscaba, y la echó de la mansión, pero Samir la acogió, aunque para nadie es un secreto que ella siempre lo miraba con esos deseos…
Al escuchar eso, Ana Lucía sintió un frío recorrer por la espalda. ¿Un presagio? ¿O quizás una advertencia?
—¡Creo que mejor seguimos con esto! ¿Hoy hay alguna junta o reunión? Ana Lucia decidió cambiar de tema.
—¡Sí, un almuerzo con los Villegas! Si gusta, la acompaño, así se los presentó. Marcos decidió quedarse al lado de Ana, así le enseña todo lo referente al consorcio