En la época medieval todo es complejo y los matrimonios forzados siempre son la cereza del pastel ¿será nuestro príncipe capaz de afrontar su amor o dejarlo ir y sufrir en un matrimonio forzado?
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Las Consecuencias II
El grito desgarrador que resonó en la plaza de Eldoria fue como un rayo que partió el aire, dejando a todos en un estado de alerta. Kael sintió cómo su corazón se aceleraba, no solo por la tensión del momento, sino también por la creciente vulnerabilidad que comenzaba a apoderarse de él. La multitud, que antes parecía ser un mar de rostros, ahora se convirtió en una masa indiferente y amenazante. Las palabras de Valen aún retumbaban en su mente, y el peso de la mirada de los aldeanos lo hacía sentir pequeño, como si cada uno de ellos estuviera evaluando su valía.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Aric, su voz cargada de preocupación mientras se giraba hacia el origen del grito.
Kael no pudo responder; el miedo le oprimía la garganta. En ese momento, sintió que todo lo que había luchado por construir se desmoronaba a su alrededor. La rabia y el odio de algunos aldeanos parecían más reales que nunca. Sin embargo, en medio de esa tormenta emocional, una figura conocida se abrió paso entre la multitud.
Era Lira, la amiga de Kael, conocida por su espíritu indomable y su inquebrantable lealtad. Su cabello caía en ondas suaves sobre sus hombros, y sus ojos marrones brillaban con determinación. Siempre había sido un faro de luz en la vida de Kael, y en ese momento, su presencia era un bálsamo para su angustia.
—¡Kael! —gritó Lira mientras se acercaba—. ¿Estás bien?
Kael sintió cómo una parte de su ansiedad se desvanecía al ver su rostro familiar. —No lo sé —respondió con sinceridad—. Todo esto… es abrumador.
Lira lo miró con comprensión. —Sabes que siempre puedes contar conmigo —dijo, tomando su mano—. No estás solo en esto.
Aric asintió con gratitud hacia Lira; sabía que ella siempre había sido una aliada incondicional para Kael. Pero incluso con su apoyo, Kael no podía evitar sentir que su vulnerabilidad era evidente ante los ojos del pueblo. La multitud seguía murmurando, y el ambiente se tornaba cada vez más hostil.
—¿Qué ha pasado? —insistió Lira, mirando a su alrededor con preocupación.
—Valen… —murmuró Kael—. Dijo que hay quienes están dispuestos a hacer cualquier cosa para proteger sus tradiciones.
La expresión de Lira se endureció. —Eso no puede quedar así. No podemos permitir que el miedo y el odio dominen a este pueblo.
Kael sintió cómo la presión en su pecho aumentaba; el peso del mundo parecía recaer sobre sus hombros. En medio de la agitación, anhelaba refugiarse en los libros que solían ser su escape, las páginas llenas de historias donde las luchas eran diferentes y los finales podían ser felices. Pero ahora, esas historias parecían tan lejanas.
—Quiero escapar —confesó Kael, su voz apenas un susurro—. Quiero perderme entre las páginas de un libro y olvidar todo esto.
Lira lo miró intensamente, como si pudiera ver más allá de sus palabras. —Entonces vamos a la biblioteca —sugirió—. Ahí podrás encontrar algo de paz.
La idea resonó en el corazón de Kael como un canto lejano; la biblioteca era su santuario, un lugar donde podía sumergirse en mundos distintos y encontrar consuelo entre las palabras impresas. Sin esperar más, tomó la mano de Lira y junto a Aric se adentraron entre la multitud, buscando escapar del tumulto emocional que los rodeaba.
El camino hacia la biblioteca era familiar; las calles empedradas estaban adornadas con flores silvestres que florecían a pesar del caos que envolvía al pueblo. Kael sentía cómo su corazón latía con más fuerza a medida que se acercaban al edificio antiguo, cuyas paredes estaban cubiertas de hiedra y cuyas ventanas eran como ojos que observaban el mundo desde tiempos inmemoriales.
Al entrar, el aire fresco y fragante a papel antiguo envolvió a Kael como un abrazo cálido. Las estanterías llenas de libros parecían susurrar historias olvidadas, y por un momento, todo lo demás se desvaneció. Se dirigió a una mesa en el rincón más apartado, donde podía refugiarse entre las páginas.
—¿Qué libro buscas? —preguntó Lira mientras se acomodaba junto a él.
Kael suspiró y miró alrededor, sintiendo cómo la calma comenzaba a envolverlo. —No lo sé… Tal vez algo sobre héroes y valentía —respondió—. Algo que me recuerde que siempre hay esperanza.
Lira sonrió con ternura y comenzó a buscar entre los estantes. Mientras tanto, Kael se perdió en sus pensamientos; recordaba cómo solía leer con fervor las historias de grandes guerreros y amores imposibles. En esos momentos, sentía que podía ser cualquiera, incluso un héroe.
Finalmente, Lira regresó con un libro cubierto de polvo titulado "Las Crónicas de los Valientes". —Este es uno de mis favoritos —dijo con entusiasmo—. Trata sobre personas comunes que se levantan contra la adversidad.
Kael tomó el libro con gratitud; sus dedos acariciaron la portada desgastada mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro. Se sentó en la mesa y comenzó a pasar las páginas lentamente, sumergiéndose en las historias de valentía y sacrificio.
Mientras leía, las palabras comenzaron a cobrar vida en su mente; imaginó a los héroes enfrentándose a dragones y luchando por lo que creían justo. Pero a medida que avanzaba en la historia, también sentía cómo sus propios miedos y ansiedades emergían como sombras en su mente.
—¿Te sientes mejor? —preguntó Aric suavemente, rompiendo el silencio.
Kael levantó la vista del libro y vio la preocupación reflejada en los ojos de Aric. —Un poco… pero también me doy cuenta de cuánto deseo ser valiente como ellos —confesó—. A veces siento que no tengo esa fuerza dentro de mí.
Lira se inclinó hacia adelante, sus ojos brillantes con sinceridad. —No necesitas ser un héroe perfecto para ser valiente, Kael. La valentía también está en reconocer tus miedos y enfrentarlos.
Kael sintió cómo esas palabras resonaban profundamente en su interior; tal vez no necesitaba ser un guerrero legendario para hacer una diferencia. Quizás la verdadera valentía radicaba en ser auténtico y luchar por lo que amaba.
—Gracias, Lira —dijo con gratitud—. Siempre sabes qué decir para levantarme el ánimo.
A medida que continuaban leyendo juntos, el tiempo pareció desvanecerse; las páginas se llenaron de risas y conversaciones sobre las historias que estaban descubriendo. Sin embargo, en el fondo del corazón de Kael persistía una inquietud; sabía que el conflicto aún no había terminado y que las sombras del pueblo acechaban a cada paso.
De repente, un estruendo resonó desde el exterior de la biblioteca; las puertas se abrieron de golpe y varios aldeanos entraron corriendo, sus rostros pálidos y llenos de terror.
—¡Es Valen! —gritó uno de ellos—. Ha reunido a un grupo para atacar a aquellos que están con el plebeyo.
El corazón de Kael se detuvo por un instante; la realidad lo golpeó con fuerza. El miedo había regresado con toda su fuerza y ahora estaba al borde del abismo.
Aric se puso de pie rápidamente. —No podemos permitir que eso suceda —dijo con determinación—. Debemos hacer algo.
Lira asintió fervientemente. —Sí, debemos unirnos y enfrentar esto juntos —agregó—. No podemos dejar que el odio triunfe.
Kael sintió cómo la adrenalina comenzaba a fluir por sus venas; aunque el miedo lo consumía, también había una chispa de valentía encendida dentro de él. Sabía que debía actuar, no solo por él mismo sino por todos aquellos que creían en un futuro mejor.
—Vamos —dijo Kael con resolución—. No podemos quedarnos aquí mientras otros sufren por nuestras decisiones.
Mientras salían corriendo hacia la plaza nuevamente, las palabras del libro aún resonaban en su mente: "La verdadera valentía no es la ausencia del miedo, sino la decisión de seguir adelante a pesar de él". Con cada paso que daban hacia la confrontación inminente, Kael sentía cómo se fortalecía; estaba listo para enfrentar lo que viniera.
Al llegar a la plaza, la escena era caótica; un grupo numeroso estaba reunido frente a un Valen lleno de furia e indignación. Las llamas del odio danzaban en sus ojos mientras señalaba hacia Kael y Aric.
Kael sintió cómo el mundo giraba a su alrededor; sabía que debía hablar antes de que todo se descontrolara. Con el corazón latiendo fuertemente en su pecho, dio un paso adelante y alzó la voz:
—¡Basta! —gritó—. No somos enemigos; estamos aquí para luchar por el amor y la aceptación.
La multitud se quedó en silencio por un momento; los rostros llenos de confusión se volvían hacia él mientras el eco de sus palabras resonaba en el aire tenso.
Pero antes de que pudiera continuar, una figura oscura apareció detrás de Valen; era un hombre alto y esbelto con una capa negra ondeando tras él como una sombra ominosa.
—¿Y qué pasará si decidimos ignorar tus palabras? —preguntó con una voz suave pero amenazante—. ¿Qué harás entonces?
Kael sintió cómo una ola helada recorría su espalda; sabía que las cosas estaban a punto de volverse peligrosas. La tensión era palpable mientras todos esperaban su respuesta.
Con el corazón latiendo aceleradamente y una determinación renovada dentro de él, Kael miró hacia Aric y Lira antes de enfrentar al desconocido.
—Lucharemos por lo que creemos —dijo finalmente—. Y no dejaremos que el miedo nos detenga.
Las palabras flotaron en el aire como un desafío; sin embargo, Kael sabía que esta batalla apenas comenzaba y que el verdadero conflicto estaba por desatarse…
Continuará...