La historia de un Alfa que solo ansiaba la tan anhelada libertad
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Capitulo 17
Advertencia:
La siguiente historia no es apta para menores de 21 años puede contener; lenguaje vulgar, soez, momentos explícitos, eróticos, hasta subido de tono y hasta nopor-grafico, violencia física, mental, abuso, inc3sto, se recomienda leer bajo su propio riesgo. ~
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En los jardines procedimos a cosechar las flores que ya estaban en las últimas de su vida para poder que nazcan nuevas, nuevas flores. Tome una de ellas para colocarla en el cabello de María. Lo cual está al verse la flor en un pequeño espejo de agua saltaba y danzaba de alegría.
Juntamos las flores para llevarlas a la casona, y traer un poco de naturaleza a esta que se viera un poco mas viva.
Tomamos las más bonitas para colocarla, en aquel altar que estaba bajo aquella enorme cruz de madera en la pared.
Esta tenía velas las cuales limpie y las coloque nuevamente.
Fernando era católico, o al menos eso le impusieron sus padres, está religión no solo se procesaba aquí también en varios pueblos gracias a la influencia de los españoles.
Acaricie los pies de la figura de la cruz, según contaban un hombre que se sacrifico por los pecados del mundo. Debía aceptar que el trabajo y dedicación para tal figura era muy bueno, verla se sentía tan real, los detalles, el terminado.
Alli en el altar estaba aquel libro abierto.
Mateo 27:46
«Cerca de las tres, Jesús gritó: ―Elí, Elí ¿lama sabactani? (Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?)»
Acaricie sus pies, nuevamente —Te comprendo, no sabes cuánto,
Iba a seguir leyendo, pero justo la señora de la Vega, llego y me vio alli con aquel libro en la mano acariciando los pies de la figura en la pared.
—¿Qué haces insolente? Deja esa biblia.
—Solo charlaba un rato con él, se siente tan solo, míralo allí pasando frío, le debe doler sus pies y sus manos. Me dijo que hace rato te has desviado del camino del bien, Beatriz.
La pobre quedó pálida, toda la sangre de su rostro enojado desapareció por completo. Se veía que era una mujer religiosa, que al oír tal cosa. Se inclino a rezar por miedo a una represalia divina.
Me retire antes de que se diera cuenta que le mentí, tome a María que estaba sentada en el piso, oliendo las flores.que cortamos
Para seguir decorando la casona y ponerme a cocinar. ¿Qué cocinaría? Esa era la gran pregunta
Por lo que fui al gallinero y tome una gallina un poco ya vieja, la acaricie, ella ya sabía que el fin habia llegado, por lo que la lleva a la cocina para prepararla en un caldo.
El agua estaba hirviendo por lo que coloque la gallina sobre una tabla para cerrar mis ojos y darle una muerte rápida y indolora, de un movimiento rompí su cuello, debajo de mí una vasija donde caería las plumas al echarle el agua hirviendo de a jarritos.
Era una forma más eficiente de ahorrar agua y desplumar la gallina que simplemente sumergirla en la olla, una vez que estuvo bien pelada, procedi a abrirla y quitar los órganos de esta, bien limpia ahora la coloque en la olla hirviendo, para luego colocar zanahorias, luego el maíz y casi seguido la papa.
Mientras se hacía, limpie y seque las plumas de estas para guardarlas, en un lugar seco, con María preparamos la mesa, a la cual deberíamos compartir con los padres de Fernando, que me miraban con desprecio, y yo a ellos.
En eso Fernando regreso con varias tinajas de agua, ya que aprovecho para ir al río y traer con varios hombres agua para almacénar. Un trabajo laborioso de día a día, pero necesario para abastecer de agua a los animales y la casona.
Al terminar de cargar el pozo, cargo dos tinajos pequeño para llevarlo hacía la cocina.
—Esto es para María.
—¿Agua?
—No papi tengo frío. —Abrazandose a mí al darse cuenta que debía bañarse.
—Lo siento, pero debes bañarte. —Por lo que antes de servir la comida preparamos todo para que Isabel la dejase bien limpia, entibiando el agua, al cual le agregué algunas flores para darle un aroma floral.
Al principio se negó, pero luego al sentir el agua tibio caer sobre su cabeza mientras ella se sentaba en el tinaco, se dejó llevar
Sin dudas Isabel era un amor de persona, la dulzura con la que trataba a María, mientras desmarañaba su cabello y acariciaba las mejillas, mientras María jugaba con los pétalos de las flores en el agua .
Al terminar seco a la niña con una delicadeza como si tratara de algo tan frágil, como si fuera el más fino cristal para al final ayudarla a vestirse, pero no logro ponerle los zapatos que está fue corriendo a saltar a los brazos de su padre.
—Hueles rico papi, tu también te bañaste.
—Sí. Lo hice en el río antes de venir aqui, ahora solo falta Cruz que para eso es el otro tinajo.
Llevamos esto a la habitación para luego quitarme la ropa y meterme en este, y frotar mi cuerpo en busca de quitar impurezas y suciedad, frotar mi vientre que apenas se notaba; ¡Todo bien alli adentro! Le hablaba a mi bebé que crecía dentro mío.
Fernando refregaba mi espalda para luego peinar mis cabellos.
En un descuido me tomo el rostro y me besó. Me levanto del tinaco y entonces pensé que se sentirá si el me hiciera una felación.
(...)
Todo hubiese terminado bien si el señor de la Vega no hubiese entrado así de la nada para encontrarnos, a mí sujetando de las pocas greñas a su hijo mientras hacíamos cosas indebidas. Por lo que ahora debíamos tomar el caldo de gallina escuchando aquel sermón de su padre enojado. Tratandonos de inmoral, vergonzoso y de como se iría al infierno Fernando por andar «chupando» lo que no debia.
Continuará...