Lágrimas De Cristal

Desde el primer trago, Anya sintió como el alcohol entraba en su torrente sanguíneo y viajaba rápidamente a través de su cuerpo, su cara se tornó roja y sus ojos se aguaron, Bastian estaba frente a la puerta ya por salir, y se devolvió hasta donde estaba Anya ingiriendo trago tras trago de la botella.

— dame eso, te dije que no tienes edad para beber alcohol.

— tengo dieciocho, en cuatro meses cumpliré diecinueve, tengo edad suficiente.

— si, en tu país puedes hacerlo, pero aquí tienes que tener veintiún cumplidos, y para eso te faltan tres años todavía.

—¿y quién lo dice, tú?

— no lo digo yo, lo dicen las leyes.

— ¿y que harás, llamaras a la policía?, si lo haces te arrestaran a ti, siento mis orejas calientes y mi cuerpo se siente extraño.

— es porque te está haciendo efecto el alcohol, si sigues terminaras ebria.

— ¿entonces, es así como te sientes tú cuando bebes alcohol?

— no, porque yo no me embriago con solo dos copas.

— entonces bebete una copa conmigo.

— ¿por qué te estás comportando así?

Cuando Bastian preguntó, ella no le respondió y fue a sentarse en la sala frente a la chimenea, Bastian fue con ella y también se sentó a su lado.

— está bien, si eso es lo que quieres, entonces hazlo, ¿quieres que me quede?

— si, pero si quieres irte puedes hacerlo.

— no, haré lo que tú me pidas, si quieres entonces me quedaré, pero me dirás qué te pasa.

— ¿permitirás que me la tome toda?

— no te la tomarás toda, porque en media hora ya estarás borracha y diciendo locuras.

— ¿preguntaste por qué me comporto así? Porque es la primera vez que rompo una regla, o la ley, lo que quiero decir es que, nunca antes había hecho algo malo.

— ¿cuándo dices algo malo, a que te refieres? Porque todos alguna vez hemos hecho cosas, no digamos malas, pero si hemos cometido errores o faltas que afectaron a otras personas.

— pues hoy cometí dos faltas.

— ¿qué hiciste?

Anya ya había bebido mucho por lo que sentía tristeza y melancolía, añoraba el pasado con sus padres y deseaba un futuro con Bastian.

— estoy triste, a veces siento que no tiene sentido un futuro si no tienes a nadie con quién alcanzarlo, no tienen sentidos los sueños si no tienes a nadie con quién compartirlos, me gusta estar sola, pero si hay días que el cielo se torna gris, cuando pasa, los recuerdos y miedos vuelven a mi,

No sabes las veces que me he preguntado, ¿por qué tengo que estar sola?, ¿por qué no tengo a nadie?

— me tienes a mi, no estás sola, ¿o no es así?

— si, pero tú también te irás un día, así como todos se van de mi lado, será así cuando cada uno busque su camino, algún día no muy tarde llegará la chica que te guste y te casará, y podrás cumplir los deseos de tu familia.

— si eso llegara a pasar, aunque dudo que así lo sea, tú siempre serás importante para mí, y eso no lo cambiará nadie, entendido.

Anya se quedaba callada por minutos, y cerraba los ojos, Bastian solo la miraba, y sabía que ella estaba sufriendo.

— vamos ya es hora de dormir.

— no, no porque no te he dicho las faltas que cometí hoy, quiero sincerarme contigo, porque para mañana no tendré el mismo valor que tengo ahora.

— bien, te escucho.

— bueno, ya sabes cuál es una de ellas, dices que no tengo edad para el alcohol, así que es una falta, y la otra es que, te correspondí el beso que me diste.

— si, eso lo sé, y ya te pedí disculpas.

— ¿sabías que fue mi primer beso?

— no, no lo sabía, perdóname, por favor, por robarte un momento importante de tu vida.

— mi amiga Alice y yo, siempre hablábamos del primer beso, ella dijo que el suyo fue muy especial, ¿por qué me besaste?

— no lo sé, fue un impulso que tuve.

— ¿me estás diciendo que no fue especial?, no te creo, porque tú no haces nada por impulsos.

— ¿a dónde quieres llegar con eso?

— tienes razón, olvidemos lo que pasó, amigos de nuevo.

Anya extendió su mano derecha para estrechar la de Bastian, y dejar en el pasado lo que había pasado.

Anya se levantó y tambaleó casi cayendo, él de inmediato la sostuvo.

— estoy mareada, y también tenías razón, estoy ebria, quiero que el mundo se detenga ya, por favor, detenlo Bastian.

— ojalá pudiera hacerlo, créeme que lo haría.

Bastian la cargó entre sus brazos y la llevó a la habitación, luego la cubrió con la cobija, miró la botella de champán que aún estaba por la mitad y vertió el líquido por el lavabo, revisó para asegurarse de que no hubiese más, la única que había era esa y la que él tenía en su estudio, pero Anya no entraba en ese lugar.

Miró el reloj y eran más de la media noche, se sorprendió cuando entraba una llamada insistiendo una y otra vez por lo que atendió.

— ¿tiene que ser importante, porque ya ves la hora que es?

— sí, estoy con unos amigos en mi apartamento, ¿puedes venir?

— ¿para eso llamaste?

— ¿Vas a venir, te voy a esperar?

— no, no voy a ir, Olivia yo fui muy claro contigo, no volverá a pasar, solo fue una vez, te voy a pedir que no me llames para este tipo de cosas.

— ¿tuviste problemas con ella por lo que dije, verdad?

— ¡buenas noches! Olivia.

Bastian estaba por irse hasta que, decidió no hacerlo, y se recostó en el sofá.

Al día siguiente Anya se levantó más tarde de lo normal, fue al baño a lavarse la cara y se miró en el espejo, no recordaba nada de ni como se había dormido, fue a la cocina y no había nadie, tampoco recordaba si Bastian se había quedado.