Ella es una chica que vive su vida segura de que no nació para amar, mientras que él es un hombre que ya amó una vez pero que no supo hacerlo bien.
Una noche se encuentran en una situación extraña sin saber que el destino ya lo tenía todo planeado.
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Diecisiete
Renato lanzó su teléfono sobre la cama como si le tuviera odio o como si el dispositivo tuviera la culpa de algo de lo que acababa de ver en él y este rebotó hasta casi caer al suelo.
Quiso saber si lo que Danara le había dicho de su viaje a Italia era verdad y ahora se arrepentía, más de una veintena de fotografías de la pelirroja adornaban ciertos sitios de la farándula, el entorno era de fiestas y discotecas rodeada de gente, pasándola bien y riendo.
Pero hubo algo que llamó la atención del rubio, un joven de una edad aproximada a la de ella con rasgos asiáticos estuvo a su lado en todas y cada una de las imágenes y en muchas de ellas se veían más pegados de lo que le gustaría a él que estuvieran.
¿Acaso en Italia había hecho lo que le dijo de tener sexo con cualquiera?Pero además ¿Porqué se juntaba tanto con aquel tipo?¿Tan pronto se había olvidado de lo que le pedía que estuvo más de diez días sin acordarse de él?
La habitación a Renato se le hacía pequeña mientras caminaba de un lado al otro intentando calmar no sabía qué antes de que le explotara el cerebro de tanto pensar en una chiquilla que lo estaba descolocando y poniendo en una posición que él juró que nunca más estaría.
Ella era una niña, se repetía una y otra vez paseando de un punto a otro mientras abría y cerraba los puños tratando de calmarse.
- Sexo, eso es lo que necesito. - se dijo a si mismo en voz alta deteniendo su paso por la habitación y una sonrisa se dibujó en su rostro.
Veinte minutos después salía en su auto vestido y perfumado para conquistar en dirección a una discoteca que conocía muy bien y en donde siempre encontraba con quien pasar buenos ratos, solamente esperaba no volver a topársela allí.
Renato entró al bullicio de sudor y alcohol en el que se convertía cada noche la discoteca "Caldo" y respiró tranquilidad, eso era lo que necesitaba para relajarse, pagar mucho dinero por ser un miembro VIP traía otras ventajas además de un baño en exclusividad y una de ellas era no tener que hacer fila en la puerta y esperar un sitio y eso lo hacía más feliz, deslizó la vista por la gran pista de baile y le gustó mucho lo que vio, había para escoger.
El hombre se dirigió a la barra del lugar como se le había hecho costumbre a pedir su primer trago sin preocupación buscando con la mirada una presa, pero lo que no sabía era que desde la altura de la pared de cristal alguien ya lo había visto llegar, era él el que ya estaba siendo cazado.
- Mi hermano es bien tonto si dejó que se colara la gente del turco aquí adentro y creo que debías decírselo a tu padre.
Danara y su prima Liz hablaban paradas frente al cristal mientras miraban como iba la noche en el local, Josep el hermano de Liz era el encargado de llevar el negocio pero cuando él no estaba la chica lo sustituía.
Liz era nieta de Aidan, hija del trillizo varón y junto a su prima Nara eran las únicas mujeres de su generación.
Por años la familia Parisi había estado llena de hombres, el gen femenino era algo que escaseaba entre ellos, Ciara, Nora, su hija Lorin, las dos trillizas y para terminar Liz y Danara eran las únicas mujeres Parisi, hasta a Mattía que tuvo hijos mediante un vientre de alquiler le llegaron tres varones.
- No insistas, no le diré nada a mi padre o va a armar un escándalo y van a rodar cabezas, empezando por la de tu hermano y siguiendo por la de Dom, no pasó gran cosa por suerte, además necesito descubrir que quieren de mi.
- ¿Porqué lo dices?
- Porque en realidad no lo sé, no sé si quieren matarme para dejar a la familia desestabilizada o simplemente secuestrarme para pedirle algo a cambio a mi padre o todo es para hacer notar un poder que piensan que tienen y que en sus insulsas cabezas creen que son más grandes que nosotros.
- Debes tener más cuidado Nara. - le pidió.
- Lo tengo, aquella noche me tomaron desprevenida, no pensé que aquí fueran a encontrarme y me confíe, pero no va a volver a pasar.- ella hizo una pausa y cambió de tema sorpresivamente- Estuve en Italia.
- Lo sé, lo vi en Internet. - le contestó sin siquiera mirarla- Te encargaste muy bien de que notaran cuanto te diviertes.- le dijo con una sonrisa triste.
- Dice que necesita hablar contigo y que no le coges el teléfono.- le dijo sin importarle su comentario y sin mencionar el nombre de quien hablaba.
- No creo que haya nada de que hablar, él escogió un camino y yo lo respeto, además aunque él me hizo creer lo contrario nunca dijimos que fuéramos nada, yo simplemente me acostumbré a recibir lo que él me daba cuando quisiera darlo y ya se terminó, no quiero más, yo también merezco algo de respeto.
- Me alegro, y no por lo que sucedió, si no porque él tiene que dejar de ser un cobarde y darse cuenta de que si quieres a una persona no valen las medias tintas.
- Vaya, para ser alguien que dice que no tiene la facultad de amar lo describes bien.- Liz se burló de su prima y de su tonta idea de que ella no estaba destinada al amor.
- Pero no soy ciega, a mi alrededor hay buenos casos para admirar y analizar.
- Sí, supongamos que te creo, sobre todo porque no separas la vista de la pista de baile ni un momento y si lo describiste bien el otro día cuando hablamos ya sé a quien miras.
- Eso no es nada Liz, es solamente que él tiene algo que yo necesito.
- Me lo imagino, algo duro y que debe saber manejar muy bien por la manera en que se mueve bailando.- Liz rió con lo que dijo, ella no acostumbraba a hablar así, pero su prima tampoco se había interesado nunca en nadie así que la ocasión lo ameritaba.
- Sí, y si está aquí me imagino que es buscando a alguien para divertirse.
- ¿Sabes? Se me ocurre una idea.- Danara giró la cabeza y miró a la loca de su prima- Esta noche Internet tendrá nuevas fotografías de las chicas Parisi.
ya extrañaba ver la notificación en mi teléfono.
que estés bien y cuídate mucho Dios te bendiga