Sinopsis:
En una ciudad donde los sueños y los secretos se entrelazan, dos hombres se encuentran en un camino lleno de amor, traición y autodescubrimiento. Tras un encuentro inesperado, Alex, un fotógrafo con miedo a vincularse, y Javier, un apasionado activista, son arrastrados a una intensa relación que desafía sus creencias, sus pasados y su propia identidad. Rodeados de amigos leales pero con problemas propios, y la presión de una sociedad que a menudo no entiende su amor, ambos deberán enfrentarse a sus demonios internos y decidir si están dispuestos a luchar por lo que realmente quieren.
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Capitulo 11: Fuego y Hielo
Las paredes del pequeño apartamento de Javier estaban impregnadas de un aire de inestabilidad que reflejaba la creciente tensión entre él y Alex. Cada rincón parecía vibrar con la incertidumbre que los rodeaba. Era un lugar que alguna vez había sido un refugio cálido, pero ahora era un campo de batalla de emociones y opiniones encontradas. El amor que había crecido entre ellos en los últimos meses se había transformado en una mezcla de pasión y conflicto, creando un cóctel explosivo que iba más allá de lo físico.
Era una tarde nublada. La lluvia empezaba a caer con suavidad en las ventanas, marcando un contraste con la tormenta que se gestaba en sus corazones. Javier, con una taza de café humeante entre las manos, observaba por la ventana mientras los colores del cielo se desvanecían en tonalidades grisáceas. En su mente, una guerra de pensamientos cruzaba a gran velocidad. Intentaba entender qué era lo que había cambiado, qué chispas habían encendido el fuego de la discordia.
Por otro lado, Alex estaba en el sofá, revisando un par de documentos que había llevado para trabajar. La tensión era palpable, una cuerda tensada que, en cualquier momento, soltaba un sonido sordo que causaba estruendo en sus corazones. Había una barrera invisible entre ellos, un espacio que antes había estado lleno de risas y complicidad.
—Javier, ¿podemos hablar? —dijo Alex, sin apartar la vista de su trabajo, pero sabiendo que el tema era ineludible.
Javier suspiró, sintiendo cómo la ansiedad le oprimía el pecho. —¿Sobre qué? —preguntó con una mezcla de resignación y deseo de abordar el tema que, aunque temido, era necesario.
—Sobre nosotros. Sobre lo que está pasando. —Finalmente, Alex levantó la vista, encontrando los ojos de Javier. En ellos había una angustia que apenas podía contener.
—No hay nada que hablar. Ya lo sabemos —respondió Javier, su voz crispada, llevando con ello la tensión a otro nivel—. Estamos en desacuerdo sobre prácticamente todo, Alex.
Alex asentía con gravedad. —Sí, pero lo que quiero decir es que necesitamos encontrar una forma de manejarlo. No podemos seguir así; nos estamos haciendo daño —su tono de voz era una mezcla de sinceridad y temor, como si el aire pesara más al pronunciar esas palabras.
—¿Y cómo propones hacerlo? —demandó Javier, ajeno a cómo su voz se alzaba un poco más de lo necesario. La frustración estaba apretando su mente, volviéndose un laberinto de sentimientos encontrados—. Porque la forma en que veo las cosas, estamos en caminos diferentes.
—No creo que estemos en caminos totalmente diferentes —replicó Alex, su tono empezando a adquirir un matiz de urgencia—. Es solo que, a veces, las cosas no son tan simples.
—¿Cómo no van a ser simples? —Javier estaba empezando a perder la paciencia—. Parece que estás buscando una justificación para seguir adelante con algo que, sinceramente, no creo que tenga solución.
—Siempre tienes que hacer esto, Javier —dijo Alex, su voz esforzándose por mantener la calma—. Siempre tienes que llevar las cosas a un extremo.
Y fue entonces que un silencio se instaló entre ellos; el tipo de silencio que dice más de lo que las palabras podrían expresar. La lluvia empezó a caer más fuerte, acompañando la tempestad que se gestaba en sus corazones. Ambos sabían que estaban en un punto crítico, un momento en el que el amor y el odio a menudo se entrelazan de manera confusa y profunda.
Las diferencias comenzaron a emerger como sombras en la habitación. En sus días iniciales juntos, Javier y Alex habían compartido sus sueños, sus pasiones y sus aspiraciones. Pero ahora, las visiones chocaban como dos meteoritos en el universo. Javier deseaba estabilidad, un hogar compartido con la seguridad de un futuro claro, mientras que Alex anhelaba libertad, un espacio donde pudiera crecer sin sentirse restringido.
—Solo quiero que me entiendas un poco —puso Alex, removiéndose en el sofá, buscando acercarse pero sin saber cómo hacerlo—. Lo que yo veo para nosotros es diferente de lo que tú ves, pero eso no significa que no pueda funcionar.
—Dime entonces, ¿qué ves? —Javier lo retó, casi provocando que Alex respondiera sin pensar—. Porque no puedo ver cómo algo que no esté unido puede cohesionar.
—Estás viendo las cosas en blanco y negro. No todo tiene que ser así —dijo Alex, cada palabra saliendo de su boca más fuerte y clara que la anterior, como si al decirlo pudiera darle vida a su argumento—. Hay matices que estamos ignorando.
La frustración estaba empezando a evaporarse en algo más profundo. Javier sentía cómo una nube de inseguridad comenzaba a atrapar su pecho, y por un instante deseó poder llegar a un entendimiento, a un acuerdo que los salvase de la herrumbre de la intransigencia.
—Podríamos trabajar en ello, podríamos intentar… —empezó a decir, pero rápidamente se dio cuenta de que aún no estaba dispuesto a ceder del todo.
—¿Por qué no quieres intentarlo? —interrumpió Alex, su voz ahora una mezcla de ruego y desesperación. —Estamos aquí, frente a un futuro que puede ser brillante si ambos estamos dispuestos a arriesgar algo.
—¿Arriesgar qué, exactamente? —Javier sonó amargo, incapaz de ocultar su decepción—. ¿Nuestro amor se mide por la disposición a dejar que el otro haga lo que quiera sin consideración por el otro?
Alex se quedó en silencio por un momento, su mirada descifrándolo; era un reto que jamás esperó enfrentar. —No se trata de eso —dijo al fin—. Se trata de encontrar un punto medio, un fuego que no abrase, uno que nos caliente sin consumirnos.
En ese mismo instante, ambos sintieron cómo el aire les oprimía, como si la atmósfera estuviese cargada de una electricidad que presagía un cambio. La necesidad de ser escuchados, comprendidos, pero al mismo tiempo la resistencia a ceder, creaba una lucha que los mantenía en un tira y afloja constante.
—Tal vez no estoy listo para ese medio, Alex —susurró Javier, su voz en un tono casi derrotado, revelando la vulnerabilidad que normalmente ocultaba bajo un exterior fuerte—. Tal vez no quiero un amor a medias.
—¿Qué pasaría si hubiésemos dicho eso desde el principio? —Alex miró a Javier con una mezcla de compasión y entendimiento. —A veces, las relaciones requieren ajustes, pero eso no significa que el amor desaparezca.
—Quizás —respondió Javier, sintiéndose agotado—. Pero eso no elimina la realidad que enfrentamos hoy. Las opiniones y deseos son distintos y, a veces, parece que dos llamas solo pueden cruzar una y otra vez, pero nunca unirse.
La lluvia continuaba fuerte, y en medio de sus disputas, los ecos de sus palabras resonaban en sus corazones. Ambos estaban por un camino que se llenaba lentamente de dudas, pero también de la posibilidad de renacer entre el fuego del amor y el hielo de sus diferencias.
Hacia el final de esa tarde oscura, una chispa de entendimiento pareció romper a través de las nubes. Quizá los conflictos no eran simplemente obstáculos a superar, sino oportunidades de crecimiento. La pasión que había llenado su relación no se desvanecería solo porque se encontraban en un momento de turbulencia.
—Quizás sería bueno reconsiderar cómo definimos este amor —dijo Alex suavemente, mientras observaba a Javier, su mirada ahora llena de esperanza—. Tal vez no tenemos que encajar en una sola definición. Podemos ser fuego y hielo a la vez.
Javier se tomó un momento para procesar esas palabras, sintiendo como la tormenta dentro de él comenzaba a calmarse. Era cierto, al igual que la lluvia que caía del cielo, a veces el amor necesitaba espacio para ser fluido, para adaptarse, para cambiar.
Era un comienzo, sí, pero también un compromiso.
—Lo intentaremos —declaró Javier finalmente, su voz resonando con una suavidad que fue como un bálsamo para sus corazones. —Cada día, un nuevo intento.
Y así, en medio de la tormenta, ellos tomaron la mano del otro, decididos a navegar los mares tempestuosos de su amor con una nueva perspectiva: un compromiso con el fuego y el hielo, un nuevo entendimiento que definía la complejidad de su relación.
El Amor entre personas del mismo sexo, sean hombres o mujeres, siempre ha sido muy criticado y mal visto,. Pero también hay quienes como ALEX Y JAVIER a pesar de sus miedos y certeza de que su Amor, no sería fácil de entender, tanto para sus familias como para amigos.
La vulnerabilidad de ambos, fue su centro y en base a eso lograron aceptar que lo más importante era estar juntos en todo y para todo.
AUTOR@ te FELICITO, he leído historias como esta pero en ninguna sea hablado de la aceptación personal. Gracias por compartir tu talento, inspiración y trabajo,, creo que es la primera historia de tu creación qué he encontrado, espero poder leer mas de tu inspirado talento!!!