Ming ha amado a Valentina Jones, su mejor amiga, toda la vida, pero nunca se ha atrevido a decirle lo que siente. Cuando su madre, que está muriendo por un cáncer, le pide como último deseo que despose a Valentina, Ming pierde la cabeza. Esa locura temporal lo arroja a los brazos de Valentina, pero el miedo a decirle la verdad arruina todo.
Ahora su mejor amiga cree que la está usando y se niega a escuchar la verdad.
¿Podrá el destino unirlos o las dudas terminarán separándolos aún más?
NovelToon tiene autorización de Yesenia Stefany Bello González para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Respuesta
Ming
Me levanto apenas la veo salir del baño del Jet. Es la quinta vez que corre al baño desde que despegamos.
–Estoy bien –dice antes de sentarse a mi lado y apoyar la mejilla contra la pequeña ventana.
–No te ves bien –digo preocupado mientras miro a Val y a mi madre, quién está durmiendo frente a nosotros.
Val toma mi mano. –Mei está bien –me asegura.
–Está durmiendo tan profundamente que…–callo cuando no quiero terminar lo que está pasando por mi cabeza en este momento.
–Son los calmantes –me tranquiliza–. Me gustaría poder dormir como ella lo está haciendo –agrega llevando la mano a su vientre.
–¿Puedo? –pregunto tímidamente mientras miro su vientre, deseando poder colocar mi mano en el lugar donde mi hijo está creciendo.
Val asiente y luego muerde su labio, nerviosa, o al menos a mí me lo parece.
Dejo descansar la palma de mi mano sobre su tierno vientre, temeroso de lastimarla o que salga corriendo nuevamente.
Mis latidos se aceleran cuando me doy cuenta de que estoy tocando a mi hijo. Mi corazón es apretado dentro de mi pecho con fuerza, es casi doloroso, pero no me gustaría que fuera de otra manera.
Val suspira y luego coloca su mano sobre la mía.
Sus ojos violetas encuentran los míos y ambos sonreímos por el momento que estamos compartiendo.
Pensé que tener a Val bajo mi cuerpo era lo mejor que me podía pasar en la vida, pero me equivoqué. Lo mejor es esto; nuestro hijo.
–¿Qué haremos si este bebé es…?
Coloco mi dedo sobre sus preciosos labios para callarla.
–Es mi hijo, Val. Puedo sentirlo en todo mi cuerpo.
–Ming…
–Lo es, estoy seguro. Además, follamos como unos salvajes toda la noche sin protegernos.
Una sonrisa tira de sus labios cuando recuerda esa noche.
–Lo sé, pero…
–Pero nada. Es nuestro –le aseguro–. Y aunque no lo fuera, también lo sería –agrego. No porque tenga duda respecto a mi paternidad, sino porque sé que no me importaría, lo amaría igual–. Es parte de ti, y eso es todo lo que me importa.
Los ojos de Val se llenan de lágrimas y luego recuesta su cabeza sobre mi hombro antes de suspirar profundamente.
–Eres mi mejor amigo en todo el mundo –susurra–. Te quiero tanto.
La abrazo para pegarla a mi costado y que se recueste en mi pecho.
–Eres mi mejor amiga, Val, y te amo tanto que me duele –digo mientras acaricio su cabello–. Siempre lo he hecho.
–Yo también te amo, siempre te he amado –devuelve antes de bostezar.
Beso la cima de su cabeza. –Mi amor va más allá de nuestra amistad –reconozco.
–Ming –advierte e intenta incorporarse, pero no la dejo.
–Sé que no puedes creerme ahora, porque cuando necesitabas que fuera sincero no lo fui. Fui un cobarde, cariño, y no sabes cuánto me arrepiento de no haber estado a la altura –digo mientras sigo jugando con su cabello–. Lo siento –vuelvo a disculparme–. Es verdad que mi mamá me pidió que me casara contigo, pero solo lo hizo porque me conoce más que nadie.
–No entiendo.
–Mamá me lo ordenó porque sabe que siempre te he amado, y sabe también el miedo que siento de arruinar nuestra amistad por algo tan egoísta como mis deseos personales.
–Ming, ya hablamos de esto –devuelve–. Entiendo por qué lo hiciste, yo también lo hubiese hecho por Mei o por mis padres.
Suspiro frustrado. –Sé que lo entiendes. Lo que no quieres ver es que te amo. Esa noche no fui a tu casa para cumplir el deseo de mi madre, Val –me sincero–. Fui porque me sentía vacío por dentro. Mi madre se está muriendo. Está muriendo frente a mi ojos. La mujer que atravesó el mismo infierno para poder protegerme. La mujer que abandonó sus sueños y su oportunidad de ser feliz por quedarse a mi lado –digo aterrado–. Siempre supe que nunca podría pagar todos los sacrificios que hizo por mí, ni aunque viviera mil años. Pero saber que…–Me obligo a respirar profundamente mientras miro a mi madre dormir–. Saber que la perderé en unos meses golpeó dura y profundamente. Tanto, que lo único que veía y sentía esa noche era oscuridad. Una oscuridad absoluta que me aterrorizó más de lo que mi padre me aterrorizaba –susurro–. No podía ver ni sentir nada. No podía escuchar ni hablar. No había nada.
–Lo siento tanto –susurra con lágrimas colgando de sus pestañas.
–Por eso fui a tu casa –digo sosteniendo su mejilla–. Quería sentir algo, quería luz –reconozco–. Y tú siempre me has hecho sentir tanto –declaro sin miedo. Nada puede asustarme más que la certeza de que perderé a mi madre en los próximos meses–. Quería calor, quería sentir. Fui egoísta y tomé lo que llevaba años deseando –agrego mientras tomo su barbilla y la acerco a mi rostro–. Tomé lo que debió haber sido mío desde un principio –susurro y afirmo mi frente en la suya–. Esa noche me salvaste –reconozco.
–Esa noche significó mucho para mí también –susurra con una hermosa sonrisa–. Pero…
–Sin peros –le ruego–. Te amo, Val. Siempre lo he hecho. –Acaricio sus labios con los míos, sin evitar gruñir cuando siento su aliento en mi boca–. Dame la oportunidad de demostrarte que te amo.
–Yo…
–Sé que es aterrador –susurro–. Lo entiendo.
–Es demasiado aterrador. Lo que me estás pidiendo puede destruirme por completo. Tú y Mei son todo lo que me queda. Ya la estoy perdiendo a ella –susurra mientras lágrimas caen en espirales hasta su barbilla–. No puedo permitirme perderte a ti.
–No me perderás –le aseguro–. Sé valiente, cariño. Toma mi mano y avanza conmigo –le ruego mientras tomo su mano y la llevo a mis labios. Beso cada uno de sus nudillos, deseando que pueda creerme–. A veces todo lo que podemos desear está fuera de nuestro alcance, pero en algunas extrañas ocasiones solo tenemos que levantar nuestra mano y coger lo que deseamos. A veces solo basta ser valiente. ¿Qué dices? –pregunto con mi corazón en la garganta.
Sus ojos buscan en los míos la respuesta a sus dudas, pero no puedo hacer ese trabajo por ella, aunque me encantaría. Quiero que me elija, quiero que esté segura de lo que está haciendo.
–Yo…
–Próximos al aterrizaje. Por favor, colóquense sus cinturones –ordena la azafata que aparece de la nada.
Quiero gritar de frustración cuando Val se aleja de mí y se coloca su cinturón.
Me obligo a respirar profundamente para tranquilizarme. Hoy no obtuve una respuesta, pero sé que pronto la tendré.
Espero que esto no cambie nada los resultados🥺😬