Ecos Del Pasado

El amanecer trajo consigo un cielo despejado, pero la tormenta que había sacudido la mansión la noche anterior parecía haber dejado una atmósfera pesada en el aire. Emilia despertó temprano, aún sintiendo el calor reconfortante del abrazo de Dante, pero con una inquietud latente en su pecho. Sabía que el día que tenía por delante no sería fácil.

Después de vestirse, decidió buscar a Isabella. Quería hablar con ella sobre Lorenzo, sobre las sospechas que Dante le había confiado. Aunque sentía que podía confiar en Isabella, algo en el tono de Dante la había dejado con una pequeña duda, y necesitaba aclararla.

Bajó por la escalera principal y recorrió los pasillos de la mansión, que parecían más oscuros y vacíos que de costumbre. Finalmente, encontró a Isabella en el invernadero, cuidando de sus plantas con la misma dedicación de siempre.

"Buenos días, Isabella," saludó Emilia, intentando sonar casual.

Isabella levantó la vista y le dedicó una sonrisa amable. "Buenos días, Emilia. ¿Qué te trae por aquí tan temprano?"

Emilia se acercó lentamente, observando cómo Isabella podaba delicadamente una planta. "Quería hablar contigo... Sobre lo que me contaste ayer, sobre Alessandra."

Isabella asintió, dejando las tijeras de podar a un lado. "Imaginé que tendrías preguntas. Es una historia complicada, lo sé."

"Sí, y me ha hecho pensar mucho," confesó Emilia, cruzando los brazos en un gesto involuntario de protección. "Dante me dijo que su tío Lorenzo podría ser... peligroso. ¿Qué sabes tú de él?"

Isabella pareció dudar un momento, su expresión se volvió más seria. "Lorenzo siempre ha sido un hombre ambicioso. Durante años ha buscado aumentar su influencia dentro de la familia, y no es un secreto que no aprueba los cambios que Dante está intentando hacer. Pero peligroso... No lo sé, Emilia. Lo que sí sé es que Lorenzo no se detendrá ante nada para conseguir lo que quiere."

Emilia sintió un escalofrío. "¿Crees que podría traicionarnos?"

Isabella la miró fijamente, como sopesando sus palabras. "Es posible. Lorenzo es capaz de muchas cosas, y si siente que su posición está en riesgo, podría hacer algo imprudente."

La confirmación de sus sospechas hizo que Emilia sintiera un nudo en el estómago. Sabía que Dante había mencionado la posibilidad de una traición, pero escuchar a Isabella decirlo en voz alta lo hacía más real, más tangible.

"Entonces debemos estar preparados," dijo Emilia con determinación. "No podemos permitir que la historia de Alessandra se repita."

Isabella asintió, su mirada sombría. "Estoy de acuerdo, Emilia. Pero debemos ser inteligentes sobre cómo manejamos esta situación. Lorenzo no es alguien a quien se pueda enfrentar abiertamente sin consecuencias. Necesitamos ser cautelosos."

Emilia se sintió abrumada por la gravedad de la situación, pero también sabía que no podía dejar que el miedo la paralizara. "Haré lo que sea necesario para proteger a Dante y a esta familia. No permitiré que nadie nos haga daño."

Isabella sonrió ligeramente, un gesto que no alcanzó sus ojos. "Esa es la actitud que necesitas, Emilia. Pero recuerda, la fuerza no siempre está en la confrontación directa. A veces, la mejor forma de ganar es no entrar en la batalla que el enemigo espera."

Las palabras de Isabella resonaron en la mente de Emilia mientras se dirigía hacia la biblioteca, donde Dante la esperaba. Necesitaba compartir lo que había hablado con Isabella, pero también sabía que debían planear cuidadosamente su próximo movimiento.

Cuando llegó a la biblioteca, encontró a Dante revisando algunos documentos, su expresión tensa. Al verla entrar, dejó lo que estaba haciendo y se levantó para recibirla.

"Emilia," dijo con una mezcla de preocupación y alivio. "¿Qué ocurre?"

Emilia se acercó a él, sintiendo la urgencia de la situación. "Hablé con Isabella sobre Lorenzo. Ella también cree que es una amenaza, pero me advirtió que debemos ser cautelosos. No podemos enfrentarlo abiertamente sin arriesgarnos a desencadenar algo peor."

Dante frunció el ceño, procesando la información. "Isabella tiene razón. Lorenzo es peligroso, y si siente que estamos conspirando en su contra, podría volverse aún más impredecible."

"Entonces, ¿qué hacemos?" preguntó Emilia, su voz baja pero firme.

Dante la miró con intensidad, como si estuviera formulando un plan en su mente. "Primero, debemos mantener las apariencias. No podemos darle ninguna razón para sospechar que estamos al tanto de sus intenciones. Pero al mismo tiempo, debemos empezar a vigilar sus movimientos más de cerca."

Emilia asintió, sabiendo que no había otra opción. "¿Y cómo lo haremos?"

"Confiaremos en aquellos que sabemos que están de nuestro lado," respondió Dante, su tono decidido. "Isabella, por ejemplo. Ella puede estar cerca de Lorenzo sin levantar sospechas. También tengo algunos hombres en la casa que le son leales a mi padre y a mí. Les pediré que redoblen la seguridad y mantengan los ojos bien abiertos."

"Eso suena sensato," dijo Emilia, sintiendo que, a pesar de todo, estaban tomando las medidas correctas. Pero había algo más que la inquietaba. "Dante, ¿y si Lorenzo ya ha comenzado a actuar en nuestra contra? ¿Y si estamos llegando demasiado tarde?"

Dante la tomó por los hombros, mirándola a los ojos con una determinación feroz. "No lo permitiremos, Emilia. No dejaré que nadie te haga daño. Y no dejaré que Lorenzo destruya lo que hemos construido."

Las palabras de Dante le dieron a Emilia la fuerza que necesitaba. Sabía que el camino por delante sería difícil, pero también sabía que lo enfrentarían juntos. Con un último vistazo a la tormenta que todavía se agolpaba en su mente, Emilia decidió dejar el miedo atrás y centrarse en lo que realmente importaba: proteger a aquellos que amaba.

Mientras la mañana avanzaba y la mansión comenzaba a despertarse con los sonidos habituales de la vida cotidiana, Emilia y Dante comenzaron a trazar su plan. Sabían que el tiempo no estaba de su lado, pero también sabían que la clave para superar la amenaza que representaba Lorenzo residía en su capacidad para permanecer unidos y vigilantes.

Y mientras los primeros rayos del sol se asomaban tímidamente entre las nubes, Emilia comprendió que este era solo el comienzo de una nueva batalla, una que determinaría el futuro no solo de su relación con Dante, sino también del legado que estaban decididos a proteger.