En la ciudad de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, una serie de desapariciones misteriosas aterra a la comunidad. A pesar de los esfuerzos de la policía local, las víctimas desaparecen sin dejar rastro. Héctor Ramírez, un detective experimentado, es llamado para investigar. Mientras avanza en su pesquisa, descubre que las desapariciones están conectadas por una serie de pistas inquietantes que parecen ir más allá de lo criminal. Atrapado en un misterio que desafía su comprensión, Héctor se enfrenta a fuerzas que no pueden ser explicadas por la lógica. A medida que el caso avanza, la atmósfera de la ciudad, cargada de historia y superstición, se convierte en un campo de juego para lo sobrenatural.
NovelToon tiene autorización de Tapiao para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
21 de Abril 2024
Bitácora del Inspector Héctor Ramírez
Hoy enfrentamos lo que podría ser el punto de quiebre de esta investigación. Con cada día que pasa, la sensación de estar al borde de algo incontrolable se intensifica, como si una tormenta estuviera gestándose justo fuera de nuestro alcance.
Por la mañana, Clara me entregó un informe inquietante. Había recibido un mensaje anónimo en la línea directa que habilitamos tras hacer público el caso. El mensaje consistía en una grabación de audio. Una voz distorsionada, probablemente alterada con algún programa, recitaba en latín un texto que Aurelio identificó como una oración o invocación.
—Esto no es una advertencia —dijo Aurelio después de escuchar el archivo varias veces—. Es un aviso. Alguien quiere que sepamos que están avanzando con su plan.
El audio, aunque breve, mencionaba la palabra "sacramentum", que Aurelio tradujo como "juramento" o "rito". Clara y yo intercambiamos miradas de preocupación. Hasta ahora, todo lo que habíamos encontrado parecía tener un propósito ceremonial, pero no habíamos considerado que pudiera estar directamente relacionado con un juramento o una promesa.
—¿A qué están jurando lealtad? —pregunté, aunque sabía que nadie tenía la respuesta.
Decidimos buscar el origen del mensaje. Clara se dedicó a rastrear el número desde el cual se envió, mientras Aurelio y yo revisábamos el cuaderno de Ernesto una vez más, buscando cualquier indicio relacionado con "sacramentum". Entre los garabatos y anotaciones caóticas, encontramos algo que podría ser relevante: un dibujo de una llave rodeada por un círculo con inscripciones.
—La llave no es literal —murmuró Aurelio mientras examinaba el dibujo—. Es un símbolo. Podría representar acceso, control, o incluso conocimiento.
Esa interpretación solo agregó más preguntas. ¿Qué intentaban abrir? ¿Qué conocimiento estaban buscando?
A media tarde, Clara finalmente logró rastrear el origen del mensaje. Provenía de una cabina pública en las afueras de la ciudad, cerca de un parque abandonado. Sin perder tiempo, nos dirigimos al lugar.
El parque, llamado "El Refugio", había sido un lugar de recreo popular hace décadas, pero ahora estaba en ruinas. La cabina telefónica estaba cubierta de grafitis y parecía no haber sido utilizada en años. Sin embargo, al inspeccionarla más de cerca, encontramos algo que no encajaba: una nota pegada en el interior con cinta adhesiva.
La nota estaba escrita en papel viejo, con tinta negra, y contenía otra frase en latín: "Clavis aperiet viam."
—La llave abrirá el camino —tradujo Aurelio, su voz llena de gravedad.
El mensaje era claro: quienquiera que nos estaba llevando a este lugar quería que entendiéramos que había un "camino" que debía ser abierto. Pero, ¿a qué camino se referían?
Decidimos explorar el parque en busca de más pistas. Mientras caminábamos por los senderos llenos de maleza, Aurelio señaló un patrón extraño en los árboles. Algunos tenían marcas talladas, similares a los símbolos que habíamos visto antes. Nos llevaron a un claro en el centro del parque, donde encontramos algo perturbador: un círculo de piedras, cada una marcada con un símbolo único. En el centro, había una figura de madera tallada, desgastada por el tiempo, que representaba a un humanoide con cuernos.
Aurelio inspeccionó las piedras y la figura en silencio. Finalmente, habló:
—Esto no es un lugar cualquiera. Este es un punto de encuentro, un nodo, como lo llaman en algunas tradiciones. Aquí se realizaban rituales.
—¿Rituales de qué tipo? —pregunté, aunque no estaba seguro de querer saber la respuesta.
—De invocación, de enlace entre planos. Si el mensaje fue enviado desde aquí, es porque quien está detrás de esto quiere que sepamos que todo está conectado. Este lugar es parte del rompecabezas.
Tomamos fotografías y recogimos muestras para análisis, pero el ambiente del lugar era opresivo. Incluso Clara, que rara vez mostraba emociones, parecía inquieta.
—No me gusta esto, Héctor —dijo mientras salíamos del claro—. Siento que estamos siendo observados.
Por la noche, de regreso en la estación, Aurelio revisó las fotos con detenimiento. Señaló un símbolo que no habíamos notado antes, tallado en una de las piedras del círculo.
—Este es nuevo. No lo vi en los cuerpos ni en los otros lugares. Representa transformación, cambio.
—¿Cambio hacia qué? —pregunté, cansado de las respuestas vagas.
—Eso es lo que tenemos que descubrir —respondió con un tono sombrío.
El día terminó con más preguntas que respuestas. Mientras escribo estas líneas, no puedo sacarme de la cabeza la sensación de que estamos jugando un papel en un plan que no entendemos. Aurelio dice que debemos seguir adelante, que cada pista nos acerca a la verdad, pero no puedo evitar preguntarme: ¿y si esta verdad es algo que no deberíamos descubrir?