La Reina Sucia

—¡Con esto te juro que acabo con ella!, con solo la puntita la puedo hacer desangrar hasta que muera—mostrando un enorme cuchillo.

 La otra doncella impresionada se llevó las manos al pecho y exclamó.

—¡Estás loca Dulcinea!, ya no digas más eso.

La mujer aún con el cuchillo en las manos se reía como desquiciada, hasta que entró Martha y les pido hacer otra tarea.

En la habitación

El Rey Verchiel seguía desnudo frente a Alba quien se había cubierto con su vestido, él no sabía si reír y dejar todo o aguantarse la risa y continuar con las caricias.

—¿Qué te asusta?—preguntó Verchiel.

—Eso—Señalando su entrepierna.

Verchiel no aguanto y se carcajeo.

—Princesa le prometo seré cuidadoso,¿ el médico le explicó todo?.

—Si, pero nunca me dijeron el tamaño, además yo le hice el aseo corporal a su majestad cuando estuvo convaleciente y no era así—Volvió a señalar la entrepierna.

—¿Quieres tocarlo?—pregunto para tratar de persuadirla.

La princesa, como siempre curiosa, dudó un poco pero luego respondió.

—Está bien.

Verchiel se acercó a ella, y tomó una de sus manos, las coloco en su hombría y ella pudo sentir lo suave y firme que estaba.

—¡Es suave y duro!—Exclamó sorprendida.

—Te lo dije, y que lo toques me gusta mucho.

Se acercó más a ella abrazándola para luego besarla, tan apasionado que ella accedió inmediatamente a sus caricias nuevamente.

La acostó en la cama y siguió besando su cuello y pechos.

Alba gemía al sentir la boca de su Rey succionando cada pico, eran sensaciones increíblemente satisfactorias, en ese momento se olvidó del tamaño de lo que había visto y relajo su cuerpo, para recibir con toda amplitud las caricias de su Rey.

Verchiel colocó su hombría en la intimidad de Alba, dejando que ella sintiera ese roce perfecto. Jugo un rato allí, hasta que sintió muy húmedo.

Besaba con delicadeza mientras se abría paso en la intimidad de su princesa. Ella se quejó un poco y él supo frenar y  salió de ella debía esperar a que pudiera recibirlo nuevamente.

El Rey tenía experiencia, sabía que ella no lo aceptaría por completo en su primera vez así que siguió abriendo camino muy lentamente.

—¿Estás bien? —pregunto por qué ella estaba muy silenciosa.

—Si, solo que duele un poco, pero a la vez me gusta.

Verchiel sabía que si le estaba gustando.

Él continuó en su Vaivén hasta que aumento la velocidad, sin dejar de besar o acariciar a la princesa.

Alba sentía un poco de incomodidad pero a la vez una corriente embargaba sus piernas e intimidad que le hacía emitir ruidos, eran pequeños gemidos.

Verchiel al sentirla tan húmeda profundizó más y aumentó la velocidad haciendo que su pequeña esposa, gimiera más alto, y él sintió las manos aferrarse a su espalda y apretarlo muy fuerte.

De pronto Alba lanzó un gemido seguido de llanto y lágrimas rodando por su mejilla. Había tenido un orgasmx, su primero de muchos y no sabía cómo expresarlo.

Por su parte Verchiel terminó salió y derramó su semilla en el vientre de la princesa.

—¿Mi amada te encuentras bien?—pregunto Verchiel preocupado.

—Si—llorando y limpiandose las lágrimas.

—¿Te lastimé?, ¿Por que no me dijiste?

—No, no, yo estoy bien, es que no sé , sentí muchas cosas por mi cuerpo y de pronto sentí ganas de llorar.

El Rey la beso tiernamente y le dijo.

—Ahora eres oficialmente La Reina, la Real Soberana de mi Reino.

Se levantó buscó algunas toallas y la limpió, le colocó su ropa de dormir y luego se colocó a su lado, en ese momento el Reino se podía caer si quisieran, pero él no se movería del lado de su amada.

Ella sentía su cuerpo extraño, con una rara sensación, que aunque le dolía su intimidad, le gustó todo lo que había pasado.

—Mañana será la coronación,mi Reina, ¿cómo te sientes?

—Estoy bien mi amado Rey, me siento extraña, pero amada.

Después de cerciorarse de que ella estuviera bien, ambos se abrazaron y arroparon sus cuerpos, Verchiel era el hombre más feliz y Alba sentía que estaba en un sueño.

Se durmieron profundamente, no hubo repetición por qué él sabía lo mucho que le había costado entrar, así que sería poco a poco, ya el primer momento había pasado y ambos lo disfrutaron.

Por la mañana el Rey se despertó primero, observando a su hermosa esposa dormir, la veía tan hermosa, que prefirió dejarla descansar, él se aseó colocó uno de los mejores trajes y salió de la habitación, había muchas cosas que hacer, hoy sería la coronación de la Reina.

Al encontrarse con Martha le ordenó llenar el cuarto de rosas a su amada esposa.

Alba despertó, se sentía feliz, estiró los brazos y miraba hacia la ventana no se había percatado de las hermosas rosas que adornaban su habitación.