Cielo Astrada de 23 años, ha soportado el desprecio de su esposo Gabriel Romero y su familia por años, creyendo que su amor y sumisión eran la clave para mantener su matrimonio. Sin embargo, cuando Gabriel decide divorciarse para casarse con su amante y la familia de él la humilla, Cielo revela su verdadera identidad: una mujer poderosa con un pasado oculto de riquezas e influencias.
Despojándose de su rol de esposa sumisa, Cielo usa su inteligencia y recursos para construir un imperio propio, demostrando que no necesita a nadie para brillar. Mientras Gabriel y su familia enfrentan las consecuencias de su arrogancia, Cielo se convierte en un símbolo de empoderamiento y fuerza para otras mujeres
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Capítulo 23: Renacimiento y Determinación
El día amanecía radiante en la ciudad A, y Cielo sentía una energía renovada en su interior. Después de tanto tiempo soportando humillaciones y dolor, finalmente estaba rodeada de personas que la amaban y la valoraban. Esa mañana, sus mejores amigas, Noemí y Meri, la convencieron de que era momento de un día de compras como en los viejos tiempos, un día para recordarle quién era en realidad.
Cielo, Noemí y Meri llegaron al centro comercial más exclusivo de la ciudad. Meri, hija de una reconocida familia de artistas, era una mujer vibrante, con un sentido del estilo inigualable. Sus padres eran actores y músicos conocidos internacionalmente, y ella misma había heredado el talento y el carisma que emanaba con naturalidad. Noemí, por otro lado, era una joven fuerte e inteligente, hija de una poderosa familia con una larga trayectoria en la política y el derecho. Con su porte elegante y su mente afilada, Noemí seguía los pasos de su familia, luchando siempre por lo correcto.
Las tres amigas, con sus tarjetas VIP en mano, recorrieron las tiendas más exclusivas. Cada una de ellas eligió prendas que reflejaban su esencia y su poder. Cielo, al probarse un elegante vestido de diseñador, no pudo evitar sonreír frente al espejo. Recordó que esta era la vida que merecía, una vida de éxito, poder y respeto. Cada vez que observaba su reflejo, reafirmaba su deseo de vengarse de Gabriel y su familia, y aplastar a Isabel como la cucaracha que era.
Después de horas de compras, las tres amigas se encontraban repletas de bolsas, cada una llena de lujos y caprichos. Decidieron hacer una pausa y dirigirse al spa del centro comercial, conocido por ofrecer los tratamientos más exclusivos y relajantes.
Al llegar al spa, se encontraron con Farid, el mejor amigo de Cielo. Farid era impecable en todos los sentidos: guapo, magnético, y con un estilo propio que lo hacía destacar en cualquier lugar. Al ver a Cielo, Farid no pudo contener su emoción y corrió a abrazarla.
—¡Cielo! No sabes cuánto te he extrañado —dijo Farid con una sonrisa radiante, envolviéndola en un abrazo cálido y protector.
—Farid, yo también te he extrañado —respondió Cielo, sintiendo una mezcla de alegría y nostalgia. Estar con él, Noemí y Meri, la hacía sentir como en casa, como si todas las heridas del pasado comenzaran a sanar.
Farid las acompañó al interior del spa, donde se aseguró de que las tres recibieran el mejor trato posible.
—Estas son mis niñas preciosas —dijo Farid al personal del spa—. Quiero que las mimen y las hagan sentir como reinas, porque eso es lo que son.
Cielo se recostó en una camilla mientras le aplicaban una mascarilla de lujo en el rostro. A su lado, Noemí y Meri también disfrutaban de los tratamientos, conversando animadamente sobre todo lo que habían vivido durante su tiempo separadas.
—Cielo, no puedo creer lo fuerte que has sido —dijo Meri, acariciando la mano de su amiga—. Pero me alegra tanto verte regresar a ti misma, a la mujer poderosa que siempre has sido.
—Gracias, chicas —respondió Cielo con sinceridad—. Estar con ustedes me ha hecho darme cuenta de muchas cosas. Nunca debí alejarme de ustedes, ni de quién soy realmente.
Noemí, que siempre había sido la más protectora del grupo, intervino con su tono firme y determinado:
—Y ahora que estás de vuelta, nadie volverá a lastimarte. Lo prometemos, Cielo. Nunca más te dejaremos sola.
Cielo asintió, sus ojos llenos de gratitud. Sabía que con el apoyo de sus amigas y su familia, podría superar cualquier obstáculo. Mientras la tarde avanzaba, Cielo no podía evitar pensar en lo que haría a continuación. Sabía que la venganza no era un camino fácil, pero estaba decidida a recuperar lo que le habían arrebatado, a limpiar su nombre y a castigar a quienes la habían humillado.
Cuando terminaron en el spa, Farid se encargó de que todo fuera perfecto. Las tres amigas salieron de allí sintiéndose renovadas y listas para enfrentar lo que fuera. Farid las acompañó hasta el auto de Cielo, despidiéndose con un guiño y una promesa:
—Recuerden, si alguna vez necesitan algo, estoy a una llamada de distancia. Siempre estaré aquí para ustedes.
—Lo sabemos, Farid —respondió Noemí, sonriendo—. Gracias por ser siempre tan maravilloso.
Cielo, Meri y Noemí se despidieron de Farid, y mientras se dirigían a la casa de Cielo, la sensación de poder y seguridad se hacía más fuerte en su interior. Sabía que estaba en el camino correcto. Las lágrimas y el dolor quedaban atrás; ahora solo quedaba la determinación de reconstruir su vida, de vengarse y de no permitir que nadie volviera a pisotearla.
Mientras el auto avanzaba, Cielo miró por la ventana y sonrió. El sol se estaba poniendo, pintando el cielo de tonos dorados y naranjas. Era un nuevo comienzo, y esta vez, ella estaría al mando.
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