5 familias, un amor inesperado y la traición present, hacen de este amor una tragedia.
ahora Melinda no sabe que hacer, el misterioso hombre con el que estuvo una noche está frente a ella, pidiéndole saber el nombre de sus hijos.
2 familias poderosas tendrán que unirse para mantener el orden la paz de una traición, un amor en la tragedia va surgir, el recuentro de un padre con sus hijos, los secretos salen a la luz y la tragedia se hace present.
te animas a leerla, el destino siempre hace de las suyas y nada lo hace fácil.
te invito a conocer la historia de amor de Melinda, en un mundo alterno.
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CAPITULO 17 Traición
Bael llegó al hospital con Sara en los brazos, los médicos ya los esperaban. Al poco tiempo llegó Melinda con Luis; los pequeños fueron llevados al refugio seguro, junto con la esposa de Luis y gente de su confianza.
Bael, al ver a Melinda, le muestra un rostro de culpa, tristeza y frustración, le pide perdón. Estaba por arrodillarse ante ella, cuando Melinda lo detuvo con su semblante dulce y tranquila, le dice. – Hermano, tú no tienes por qué sentirte culpable.
Sara se puso en ese peligro sola. Además, Carlos ya me dijo lo que pasó, ella solo quiso protegerte; aunque me duele lo que le pasó y sé que su vida está en peligro, todo eso es porque ella lo decidió.
Sí, es cierto que estuvo mal, pero esa niña tiene una fuerza y una determinación que no logró entender, es parte de lo que ella es.
Bael la abrazó, sus lágrimas no las pudo controlar y, por primera vez, se sentía destrozado.
Esa pequeña era su sol, su vida; Melinda lo abrazó, lo consuela y con su voz dulce le dice. – Bael, hermano, escúchame.
No podemos evitar que Sara vuelva a hacer lo mismo, prefiero que sepa cómo protegerse y proteger a los que quiere, a que vaya y solo estorbe.
Me duele lo que te voy a decir, pero Bael enséñale bien y se duró con ella, para que aprenda todo; yo no quisiera verla con armas y de esta forma, pero es la vida que ella quiere, hay que aceptarlo.
Bael agacha su mirada, no podía verla a los ojos y con su voz decaída le dice. – ¡No, Melinda! Yo no quiero eso, me pides algo que no podré hacer; ver a mi pequeña así no puedo, no lo soportaría.
Melinda, tranquila, le dice. – Entiendo, ¿y si lo hace Carlos?
Bael, enfadado e intranquilo, le respondió. – ¡No! Me niego, ella es una niña, ¿cómo la voy a ver así? Es mi sol, mi alegría, es….
Melinda toma su rostro para atraer su mirada, le sonríe muy tranquila y dulcemente, le expresa lo que piensa. – ¡hermano! Ella es igual a ti, sería peor dejarla así, eso la matará tarde o temprano, entiéndelo.
Bael, yo tampoco quiero verla así, pero mira lo que hizo ahora, lo va a volver a hacer y tú lo sabes.
En eso sale el doctor, interrumpiendo su plática; les dice que Sara está bien, salió de peligro y sería llevada a su cuarto.
Melinda mira a Bael con su voz tranquila y le pregunta. – ¿Qué decides?
Bael no contesta nada, entra al cuarto, mira a Sara en la cama. Él sabía que Melinda tenía razón, ella volvería a hacerlo y tal vez la próxima vez sería peor; con su semblante triste y decaído le dice. – hermana, yo no puedo verla así y mucho menos enseñarle, pero Carlos se encargará y yo los supervisaré.
Melinda tocó los pies de su pequeña y con tristeza en sus ojos la miraba; le dice tranquila. – Bael, es lo mejor, nuestra pequeña ya decidió: mejor cerca de nosotros que lejos.
Los días pasaron y Sara fue dada de alta. Cuando llegó a casa, le informaron sobre la decisión de Melinda y Bael, cosa que la hizo muy feliz.
Cuando se recuperó, empezó con el entrenamiento. Carlos quedó sorprendido, lo básico lo conocía muy bien, como el manejo de armas blancas, armas de fuego, defensa personal y tres artes marciales.
Carlos le preguntó cómo aprendió todo eso, ella nunca se lo dijo, siempre le dijo: “ese es mi secreto”.
Sara era de carácter frío, sería, hablaba muy poco, no expresaba emociones, siempre prefería estar sola. Sus lecturas favoritas eran de guerra, estrategias, le gustaban juegos como el ajedrez, aprendió de bombas, cómo hacerlas o desactivarlas; Carlos le enseñó todo lo del negocio familiar, a cómo iba creciendo.
Mientras Vladímir era un niño tranquilo, era alegre, amoroso, pero a la vez era astuto. Le gustaba la economía, política, negocios.
Bael lo obligó a aprender un arte marcial para su defensa personal, manejo de armas de fuego y blancas, esperando que nunca tuviera la necesidad de usarlas.
A la edad de 18 años salió de su casa para entrar a una de las mejores universidades del mundo, salió del continente, de las tierras de Bael, para ir a los territorios de otra familia; pero Bael no se preocupaba, las familias tenían reglas, leyes que venían desde sus ancestros, las cuales estaban obligadas a seguirlas, a respetarlas, si querían que la paz entre ellos siguiera.
Neymar era el que estaba más unido a Melinda. Le gustaba la repostería, aprendió todo de ella, entrando a la misma universidad donde fue ella; era el más noble de los tres, el más cariñoso, atento, dulce, comprensible y mimado.
Bael también lo obligó a aprender un arte marcial para su defensa personal, manejo de armas blancas y de fuego; pero a pesar de todo lo que Bael le obligó a aprender, él siempre se la pasó al lado de Melinda, disfrutaba sus días en la repostería a lado de ella.
Los tres se criaron como hermanos, para todo eran trillizos y como si el destino fuera juguetón. Los tres realmente parecían hermanos, tenían rasgos similares. Eso era algo que Melinda agradecía a la vida, porque así sus hijos nunca se darían cuenta de que no eran hermanos y sobre todo que Neymar se diera cuenta de que ella no era su madre, porque de los tres, él era su favorito, su preferido, el que más protege.
Sara, a sus 15 años, se fue con Carlos para aprender nuevas cosas de todo el mundo. Carlos era muy exigente y duro con ella, eso era algo que la motivaba más; cada noche le hablaba a Bael para platicarle todo lo que estaba aprendiendo.
Los tres se separaron y el tiempo pasó.
A sus 22 años, les llegó la noticia de que Luis acababa de fallecer y tenían que regresar a casa para estar en el entierro, en su último adiós.
Vladímir trabajaba en una gran empresa al lado del CEO Antoni, que tenía 40 años; Vladímir se había vuelto el brazo derecho y el gran amigo de Antoni le explicó la tristeza que su familia pasaba, que tenía que dejar el trabajo para regresar con su familia.
Antoni quiso acompañarlo, algo que a Vladímir lo hizo feliz. Tener a su mejor amigo en un momento tan triste era un gran apoyo para él.
Los dos prepararon el viaje para salir el mismo día, dejando todo en orden por dos semanas. Tenían que dejar todo en orden para que nada los molestara en ese momento tan difícil.
Sara, que estaba en una selva junto con Carlos, aprendiendo estrategias de camuflaje, vigilancia y aprendiendo sobre el mejor francotirador conocido en el mundo; cuando recibieron la noticia, Carlos preparó el regreso de los dos.
Neymar, que se quedó con Melinda y Bael, tuvo que apoyarlos, pero más a Melinda, quien más sufrió por la muerte de Luis, fue un gran apoyo para ella, un consejero, asesor y le dio un cariño de padre.
Neymar no encontraba cómo consolar a Melinda, que se la pasaba llorando, sumida en su tristeza, sin querer comer; él no se le despegó en ningún momento, apoyándola en cada paso que daba.
Dos de las 5 familias llegaron para dar el pésame, las otras dos solo mandaron un representante, ya que estaban en guerra, no podían presentarse hasta que su disputa encontrara la paz.
Todas las familias tomaron partido, menos la familia de Bael, quien dijo que no se metería en esa batalla. Mientras las reglas y leyes no se violentaran, él no tomaría partido.
Eso hizo que la guerra entre esas dos familias estuviera en igualdad de poder y la guerra se alargó por 22 años.
Bael y Melinda, junto con Neymar, tuvieron que recibir a cada persona que llegó a la casa para dar el pésame.
Vladímir y su jefe tomaron el avión y en un par de horas llegaron a la ciudad.
Un carro ya los esperaba para llevarlos directo a la mansión de la familia, que estaba a las afueras de la ciudad; el camino era largo. Una vez que salieron de la ciudad, la mansión quedaba a 40 minutos, que cruzaba una carretera llena de árboles, sin ninguna casa a los alrededores, sola totalmente, un lugar donde solo transitaban los que iban a la mansión y la gente de Bael.
Iban a medio camino, cuando una de las llantas del carro reventó y 5 carros los rodearon con gente armada, Vladímir bajó del carro exigiendo saber qué pasaba.
Uno de los hombres que estaban al mando con una voz imponente le dice. – Joven, amo Vladímir, nosotros no tenemos nada con usted y su familia, queremos al hermano del superior, sabemos que viene con usted. Vladímir, será mejor que me lo entregue y usted siga su camino.
Vladímir estaba muerto de miedo, nunca le había tocado estar en una situación así; pero también sabía que lo que acaban de hacer era violar los arreglos de las familias.
Trata de ocultar sus miedos como Bael le enseñó, tratando que su voz no se escuchara insegura, le dice. – No sé quién seas, pero este ataque lo tomaré personal. Acabas de dañar uno de los autos del amo Bael y, aunque yo soy de los que está fuera de heredar el poder, esto es una falta y violación a los arreglos de las 5 familias.
Ahora, si no quieren que mi familia se entere, les sugiero que se retiren antes de que lo tome más que personal.
El hombre, con su voz burlesca, le dice. – No nos importa cómo lo tomes, estoy aquí por el hermano del superior, me lo entregas o lo tomaré por la fuerza.
Vladímir sentía un temor que le costaba controlar sus nervios; un temblor empezaba a invadir todo su cuerpo, inseguro le dice. – No pienso entregártelo, dime, ¿qué vas a hacer?
El hombre dio una señal, tres personas se acercaron a Vladímir para tratar de someterlo; aunque estaba con todo el miedo que en su vida había sentido y no le gustaba la violencia, poco practicaba lo que le enseñó Bael, logró derribar a los tres.
Cuando el hombre por la espalda, en lo que terminaba con uno de los tres primeros, lo golpeó mandándolo al suelo, aturdido por el golpe, prosiguió dándole patadas, aturdiéndolo, sin darle oportunidad de recuperarse.
El hombre saca el arma, la pone en la cabeza de Vladímir, quita el seguro; se podía ver, estaba decidido a matarlo, en ese momento, le dice. – Vladímir, fuiste un tonto, yo solo quería al hermano del superior, ahora tendré que quitarte la vida, lo bueno que tu muerte hará una guerra más interesante.
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