Leya es obligada por su madrastra a casarse con el hijo de los Foster, Edgar.
El joven de 33 años se esconde del mundo después del engaño de su futura esposa.
Sin embargo Leya descubre la verdadera identidad de Edgar...
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24: Herido
Al tener la casa sola, no sabía que hacer. Se había acostumbrado a estar con Leya y verla a todo momento, la casa en silencio lo hacía sentir una angustia en él y esque al haber estado todo un tiempo sólo y luego acostumbrarse a la compañía ya se sentía un poco el peso del pasado.
Se quedó con la comodidad de estar en casa junto a Coco. Decidió poner un poco de música y cocinar mientras disfrutaba de una copa de vino. Hace tiempo la relajación no había estado de su lado y disfrutaba de sentirse así.
El sonido del teléfono apareció pero hizo casi omiso por estar cocinando sin embargo al momento de finalizar vió cómo los mensajes venían de un número desconocido.
Acarició a Coco dándole un pedazo de carne qué había sacado mientras se sentaba en la mesa a abrir los mensajes que parecían importantes.
“Ella está con otro mientras tú no la ves.”
Las imágenes aparecieron en la pantalla mientras que Edgar se empezó a sentir poco a poco decepcionado, molesto y con efecto de una mente sobrepensativa que lo atacaba constantemente con preguntas.
Luego de decirse a sí mismo que no podía ser verdad le hizo zoom a la fotografía en donde se estaban besando para darse cuenta de que se trataba de Leya.
Estaba herido. Una vez más.
Se levantó y tiró la silla donde estaba sentado asustando a Coco.
Le empezaba a doler. Creía qué la única persona que lo hacía sentir confiado no haría eso pero las tres fotos mandadas no mentían. Después de arriesgarse a confesarle como se sentía por ella, volvía a pasarle lo mismo.
Se preguntó desde cuándo sucedería eso. Su mente enfermiza empezó a pensar qué podría ser desde que la acompañó a buscar trabajo, incluso podría ser desde que se conocieron.
Quería que fuera una maldita broma, pero no pudo sentir más que el dolor que se acumulaba en el pecho.
Apagó todo, agarró las llaves del auto y se fue al garaje. Salió con velocidad de su casa, intentando tener un poco de tranquilidad.
Leya estaba ansiosa por llegar a casa.
Sarah buscó la forma en hablarle pero pensó qué era mejor dejar qué el silencio actuara.
Se sentía nerviosa. El chófer llegó al fin a casa y se sorprendieron en ver todo a oscuras. Cuando entraron, encendieron la luz y buscaron a Edgar.
—¿Edgar? - Leya subió las escaleras pensando qué lo encontraría en el dormitorio. Pero todo estaba en silencio. Bajó sorprendida.
Sarah estaba en la cocina y antes de que entrara Leya a la cocina, levantó la silla del suelo.
—Que raro...-dijo Leya al ver a Sarah- el no está...¿Le habrá pasado algo?
Sarah sonrió.
—Si le hubiera pasado algo nos hubieran avisado, ¿No crees? De seguro debe de haber salido por allí a pasar el rato...
Leya la miró desconfiada .
—Vendrá enseguida no te preocupes... Mientras tanto, ¿Porque no comemos?
—Me iré primero a bañar ... Necesito relajarme ...
Sarah observó seria a Leya.
—Con lo qué pasó...
—No te preocupes.—dijo Sarah — No le diré nada a Edgar. Podría afectarlo más de lo qué está si lo supiera. Creo qué no sería una buena idea después del esfuerzo qué hiciste al sacarlo de su zona de confort.
—Gracias Sarah.
—De nada. Exactamente... ¿Que fue lo que te dijo?
—Se confesó. Luego me besó... También me dijo qué...—quedó en silencio —
—¿Qué te dijo?
Leya volvió a recordar las palabras de Thomas.
«—¿Crees qué una clase de persona como Edgar gustaría de ti incluso si estuviera cuerdo?».
Leya tragó saliva y bajó la cabeza.
—Nada.-negó con la cabeza —.
Leya se retiró en silencio. Sarah estaba aún más curiosa pero decidió ponerse a cocinar hasta que se dió cuenta qué Edgar había dejado medio hacer la carne que estaba en el horno.
—Qué extraño...-dijo mirando la mesa donde se percató de la botella de vino.
Edgar había llegado al antiguo bar en donde pidió un trago. Empezó a beber rápidamente mientras que mantenía la cabeza cabizbaja con la capucha puesta. Pidió más tragos uno detrás de otro, emborrachandose mientras miraba el oscuro local que habitaba poca luz.
No le costó mucho quedar ebrio. Una mujer se le acercó al ver qué ya no estaba en condiciones, le tocó la espalda suavemente.
—Edgar cariño...
—Esa voz...—suspiró— ¿Te divierte verme así Miranda?
El la miró con asco en los ojos mientras ella se sentaba.
— Que haces aquí.
— Quería hablar contigo para disculparme, pero ví de repente tú coche salir y te seguí, preocupada.
Edgar rió.
— ¿Preocupada por mí eh? — tomó un trago— No te preocuparse por mí cuando te ví con mi primo en la cama.
Miranda tragó saliva. La verdad no quería decirle que ella fue la que le envíó las fotos y esperó a seguirlo porque ya sabía cómo iba a reaccionar.
—¿Qué te pasó Edgar?—le puso la mano en el hombro—.
Edgar hizo caso omiso así tacto y siguió bebiendo en silencio.
—Esta bien, no me digas, pero deja de tomar...
—Tú no me dices qué hacer...
Y siguió bebiendo.
Miranda esperó y esperó hasta qué se había tomado su décimo vaso.
—Bien ya es suficiente, vamos.
— No... —dijo intentando pararse pero Miranda tubo qué pasar el brazo del por arriba de su hombro para apoyarse.
Ella pagó y llevó a Edgar a su auto.
—No sé que te pasa Edgar, pero no te dejaré en tu casa. De seguro tuviste una pelea con tu "esposa".
Miranda lo llevó a un motel. Se encargó en ayudarlo ha subir a la habitación y dejó que Edgar cayera a la cama con los ojos cerrados mientras ponía su móvil grabando en un lugar que él no podía verlo.
—Edgar, no te duermas, ¡Edgar! tienes que sacarte la ropa y podrás acostarte venga.
Ella lo obligó de vuelta a pararse posicionandolo en un lugar en donde ambos pudieran verse en el vídeo.
Empezó a quitarle la sudadera que llevaba. y luego la camiseta. Quiso besarlo mientras dirigía sus manos hacia su pantalón, pero este le agarró de las manos mientras ésta le daba un beso corto.
—No.
Miranda lo miró.
—¿No? Pero si ambos nos necesitamos... tu y yo... me tienes ahora...
—No tienes permitido tocarme más...-dijo medio dormido- Tengo esposa. Tú no eres mi esposa. Por favor, ya vete.
Dicho esto se volvió a acostar en la cama mientras Miranda apretaba los puños llena de rabia viendo cómo Edgar la ignoraba.
Fue a buscar el teléfono y mientras agarraba su bolso, sonrió al ver a Edgar dormido.
—Ya verás Edgar Foster, vas a volver a ser mío.
Cerró la puerta mientras dejó a Edgar sólo en el motel.
La trama es interesante, entretenida y está muy bien contada.
Sería buenísimo que en una segunda parte la Autora satisfaga las preguntas de sus lectoras.
De mi parte, felicitaciones y muchas muchas gracias por este regalo.