¿Por Qué Una Emperatriz?

DANNA

Después de la cena volví a mi habitación y ya en la oscuridad lista para dormir mi cabeza volvió a la conversación que tuve con Amara en la mañana y no puede dejar de darle vueltas a sus palabras, me preguntaba ¿Cómo diablos pudo interesarse en mí?, mi cabeza no dejaba de darle vueltas y buscaba una solución.

Tenía que cortar de raíz ese interés hacia mi persona antes de que llegara a mayores, Amaro era un gran hombre y no merecía que le rompieran el corazón, y en mi antigua vida nunca le hice eso a ninguna de las mujeres con la que tuve algún tipo de relación, me negaba hacerlo ahora que era una mujer.

Ya era entrada la madrugada cuando descubrí la solución, era tan simple, él no me conocía, para él yo era su esposa, lo que me convertía en su pareja, lo que tenía que hacer era que me viera como un colega, así se le haría imposible verme de manera romántica, así que lo único que tenía que hacer era pasar más tiempo con él en un ambiente puramente masculinos, así que le pediría que fuera el quien me entrenara en el manejo de distintas armas, sé que él es el mejor, así que este plan me beneficia de múltiples manera, ya con un plan que estaba seguro que funcionaria al fin pude dormirme.

A la mañana siguiente decidí descansar, ya que don mandón había mandado a Ginebra a que fuera mi niñera y no trabajara, aun así a mí me valió tres hectáreas y me dirigí a mi oficina aun en contra de la señora Ginebra, quien todo el camino sr dedico a regañarme, cual fue mi sorpresa cuando descubrí a mi cuñada allí.

- ¿Qué haces aquí? – le pregunto algo enojada a que este allí

- Voy a ayudarte, yo me encargaba de los deberes de la emperatriz antes de que llegaras, así que sé que hacer, es mi culpa que estés herida, y también es mi culpa que te pelearas con mi hermano, así que por favor déjame que te ayude – me dijo y la verdad parecía estar a punto de llorar

- ¡Ahg!, está bien, solo no muevas muchas cosas – le dije, rayos fui débil ante sus lágrimas – Anna quédate con la princesa y ayúdala, tu sabes cómo trabajo, así que le ayudaras a que no me revuelva los papeles – le digo

- Pero su majestad – me dice pero levanto una mano interrumpiéndola

- Don mandón mando una niñera, estoy segura de que la Señora Ginebra podrá atenderme de manera excepcional, además te necesito aquí – le digo, ya que aquí también están las papeles que he podido avanzar sobre mi negocio y lo último que quiero es que la princesita le vaya con el cuento a su hermano

- Este bien su majestad, yo me quedare – me dice haciendo una reverencia

- Pues andando – le digo a la señora Ginebra

- ¿A dónde vamos? – me pregunta

- Pues a ver al cara pedo – le digo, ella solo niega con la cabeza como madre decepcionada por los modales de su hija

- No puede dirigirse al Archiduque de esa manera – me regaña

- Talvez tenga razón – le digo

Y es que desde que demostré lo que podía hacer Jenaro ya no me ha mirado mal ni nada por el estilo, pero la verdad es que él se enoja muy rápido y es de lo más entretenido discutir con él, además creo que en el fondo a él también le divierte nuestras discusiones infantiles tanto como a mí.

Llegamos a su oficina y entro sin ser anunciada, y veo que no está solo, Amaro esta con él, esto es perfecto, ya que la razón por la que quería ver a Jenaro estaba relacionada con Amaro.

- Tenía que ser la emperatriz sin modales – dijo Jenaro poniendo cara de asco, pero está claramente es fingida, ya que se ve sumamente falsa y hasta cómica.

Así como yo le había puesto cara de pedo, porque siempre parecía que olía uno, el me había nombrado Emperatriz sin modales, creo que las razonas son más que obvias, de alguna manera él y yo hemos empezado una muy bizarra amistad.

- Jenaro, ya que dije que no le hables así a mi esposa – le riñe Amaro a lo que pongo los ojos en blanco

- No tienes que intervenir su majestad, así nos llevamos cara de pedo y yo – le digo y Jenaro empieza a reírse

- Ya oíste amigo esto es entre Danna y yo – le dice – y ¿Qué te trae por aquí?, no creo que sea para ver mi hermosa cara, por más que estés obsesionada con ella – me dice el muy cretino

- Ya quisieras, en realidad aquí don mandón me dejo sin trabajo y hasta niñera me puso, así que vine a decirte que como tu emperatriz te ordeno que te hagas cargo del trabajo de Amaro mientras yo lo secuestró ya que necesito hablar con él, pero el susodicho está aquí, así que me ahorre el tener que ir a buscarlo– le digo

- Amaro es un adicto al trabajo, así que no hay mucho que hacer, además el reino a estado tranquilo, así que vayan sin problema – nos dice Jenaro para sacarnos a los dos de allí, pero antes le dice algo a Amaro al oído que hace que este se enoje y se ponga colorado

- Señora Ginebra, como vera el mismo Emperador será mi niñero, así que puede volver a sus actividades habituales – le digo, veo como la señora Ginebra busca la aprobación en la mirada de Amaro, quien no tarda en dársela

- Bueno su majestad, demos un paseo debo de hablar con usted – le digo

- Y ¿de qué quieres hablar? – me pregunta cuando empezamos a caminar

- Primero vamos a un lugar más privado, ya que lo que tengo que decirle podría escandalizar a algunas personas – le digo, mientras lo tomo de la mano y lo guio por el palacio hacia un lugar más privado

Sé que en esta época, el que una mujer quiera aprender a defenderse y a usar armas está muy mal visto, por lo que entre menos personas lo sepan es mejor, lo último que quiero es tener que dar explicaciones, mis razones solo las conocerá Amaro y no del todo, y solo porque lo necesito, porque de haber podido lo hacia todo a escondidas.