Um Filho De Presente Para O CEO

Diana

Intenté conectarme lo más posible con mi hermano durante el fin de semana. Él es un niño dulce y cariñoso, pero la mayoría de las veces lo siento distante, siento que hay algo que no me cuenta. Y eso me hace sentir que estoy fallando de alguna manera.

El otro día hablé de esto con la señora Abby y le dije lo culpable que me sentía por nuestra distancia, y que me gustaría saber qué está pasando realmente en la vida de mi hermano además del abandono. En ese momento, la dulce señora se ofreció a pagar un tratamiento para él. Por supuesto, rechacé de inmediato, ya ha hecho suficiente por mí. Pero también me dijo que me exijo demasiado y que esta distancia se debe a la adolescencia. Él está convirtiéndose en un joven y hay ciertas cosas que no me va a contar y otras que probablemente preferiría contarle a papá, pero debido a nuestra situación, no siente confianza para compartir cómo se siente con nuestro padre.

"¡No quiero ir a la escuela, Diana!", murmura Derek y hago rodar los ojos. Estamos atrasados, en dos minutos la vecina va a tocar la puerta y él todavía no se ha cepillado los dientes.

"¿Quieres darme el mundo?", pregunto sabiendo que así ganaré cualquier discusión que podamos tener sobre ir o no a la escuela. Rápidamente, él acepta. "Para eso, tienes que estudiar mucho".

"Pero ¿sabías que Mark Zuckerberg no se graduó de la universidad?", dice con sabiduría y yo río.

"Pero estudió durante dos años, en Harvard, querido, y solo dejó para dedicarse a su negocio. Así que antes de pensar en rendirte, recuerda eso", le digo guiñándole un ojo mientras él hace rodar los ojos. Llega un mensaje de John, el chofer.

La escuela está cerca y es en dirección opuesta a la que vamos. Me despido de mi hermano y saludo a la vecina que, en ese instante, toca a la puerta. Ella es un amor de persona y me ayuda en todo lo que puede. Le agradezco mucho por todo lo que ha hecho y hace por mí.

"Buenos días, florecita del día", me recibe la señora Abby con los brazos abiertos. A veces he temido que algunos empleados piensen que tengo privilegios aquí dentro, pero converso con todos y siempre me reciben bien.

"Señora Abby, ¿y esa piel bonita hoy?", bromeo sabiendo lo feliz que está porque pasó el fin de semana con su nieto, eso es todo lo que sé. A ella le encanta tener esos momentos con él, dice que no vivirá para siempre y a pesar de que habla mucho sobre sus amigos y cómo lo tratan como si fuera de su familia, ella tiene miedo de partir y dejarlo solo.

"El secreto de mi belleza es el amor, querida", dice alejándose de mis brazos, o tal vez yo me alejo de los suyos, ya que es un poco más alta que yo. Me dejo abrazar de nuevo, sintiendo su cariño maternal. Confieso que lo necesitaba. "Todo va a estar bien".

"Espero que sí", digo alejándome y sonrío, pero al mismo tiempo siento un olor extraño en mi nariz. "¿Lo estás sintiendo?"

"No, hija, ¿qué?", pregunta confundida, tirando de mí hacia dentro de la mansión y llevándome directamente a la mesa del desayuno. Normalmente solo tomo un poco de café en casa para despertarme y hacer compañía a mi hermano, pero aquí es donde como de todo.

"Hay un olor extraño, al mismo tiempo dulce y con un toque de talco", digo tratando de contener el malestar en mi estómago, pero el olor se va volviendo más fuerte y el malestar aumenta.

"Dios mío", digo cuando siento que la bilis sube y corro al baño más cercano. Tan pronto me arrodillo frente al inodoro, vomito toda la pizza que comí anoche. Es la primera vez que paso por esto y no sabía lo horrible que era.

Tan pronto me recupero, trato de levantarme pero Abby entra al baño con su perfume y el mareo vuelve, volviendo a vomitar incluso lo que no tengo en el estómago.

"Oh, voy a tomar una ducha y quitarme este perfume", ella dice saliendo apresuradamente y completamente feliz. ¿Por qué está feliz si yo estoy así? ¿O está riéndose de mí? Seguramente no me veo bien.

– Venga señorita TAYLOR – John me ayuda a levantar y de hecho, si no me estuviera sosteniendo, probablemente caería – cuidado.

– ¿Qué está pasando aquí? – oigo un rugido alto y feroz, John me suelta inmediatamente y casi caigo de nuevo, pero esta vez soy agarrada por unos brazos aún más fuertes – oh cielos, ¿estás bien, hechicera?

¿Hechicera? Pero qué... y luego el olor a madera que tanto me gustaba, podría jurar que incluso lo olía en mis sueños, invade mi nariz y comienzo a tener espasmos queriendo vomitar nuevamente.

– El perfume, señor, salga – dice John.

– ¿A dónde? ¿Qué perfume? – dice Warren sin soltarme, y ya siento que mis fuerzas se van de mi cuerpo – ¿qué está pasando? – vuelve a preguntar, en su voz no siento la arrogancia de antes, solo noto preocupación.

– Está vomitando por el olor del perfume – dice John y aún así el nieto de mi jefa no me suelta, al contrario, me lleva en sus brazos y nos dirigimos hacia las escaleras, luego solo me doy cuenta de que estamos en un baño cuando se enciende una ducha serpentando nuestros cuerpos, me aferré aún más a Warren sintiendo las náuseas disminuir.

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