Ella es acusa injustamente por un delito que no cometió y al darse cuenta que el ser que aseguraron que ella asesino esta vivo, hará lo que sea para vengarse y hacerlo pagar por todo lo que ella tuvo que vivir.
Y en el camino hacia su objetivo encontrará a un fuerte aliado que sin darse cuenta los dos caerán rendidos ante las garras del amor.
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Hola pequeño.
Elián.
Jamás me imaginé que ella me abrazaría, y no entiendo por qué al sentirla cerca, mi corazón late mucho más rápido de lo normal, no sé qué sucede conmigo, pero tampoco quiero prestarle atención a todo esto...
Al salir de la casa, deje una parte de mi gente cuidando de ellas, sabía que mi hermana la llevaría de compras, la conozco demasiado.
Y al subir al jet, el jefe de seguridad me mandó en tiempo real donde se encontraban y en efecto, ellas estaban en el centro comercial.
Le envié las indicaciones y apagué mi celular, ya que estaba por despegar el jet, el vuelo fue muy rápido, aterrizamos en Rodas, donde vive la familia de ese idiota.
Al bajar, camionetas esperaban por mí, al subir de inmediato nos fuimos a una de las casas de seguridad, al llegar de inmediato bajé y ya estaba esperándome Ades, quien está a cargo de vigilar a esas escorias.
— hola patrón, tenemos todo lo que pidió y los hombres en las posiciones— asentí mientras entrábamos a la casa.
— perfecto— me senté en el escritorio, leí el informe de sus finanzas.
Después de que me lleve a Ramsés, comenzaré a golpear por ese lado poco a poco, para darle el tiempo perfecto de que Zazil pueda entrar también al juego.
Me levanté y al salir estaba Hércules— ya está todo listo, cuando usted diga— asentí, saque mi arma de la cinturilla del pantalón, la revise y al estar todo en orden camine hacia la salida.
— es hora, y quiero que recuerden tenemos que poner a salvo a ese pequeño— todos asintieron, subimos a las camionetas.
Y nos fuimos por la terracería, después de casi una hora de camino habíamos llegado a los límites de la finca, nos bajamos y de inmediato comencé a movilizar a mis hombres.
Me puse un chaleco antibalas, coloque un cinturón con municiones y un arma extra, al estar todo listo comenzamos a avanzar, caminando por la vegetación.
Hice señas avisando que había cuatro en la entrada, aventamos una bomba de humo y abrimos fuego contra ellos, seguimos avanzando mientras mis hombres se desplegaban por todo el territorio.
Cada paso que daba solo se escuchaba los disparos sordos de cada arma, ya que para no llamar la atención pusimos silenciadores, empecé a correr para ir hacia la casa.
Al llegar, revisamos el perímetro y al estar todo en orden y libre de guardias entramos con sigilo para que no detectaran nada, avanzamos unos cuantos pasos y era muy extraño el silencio.
Estabamos por subir el primer escalón de la escalera cuando se escuchó un fuerte golpe abriendo paso a un escandaloso llanto, mi corazón por extraño que suene se estrujo al oír el llanto.
Subimos con rapidez, caminamos por un pasillo y la voz de una mujer más que histérica se escuchaba por todos lados.
— eres un mocoso despreciable, tu deberías estar muerto al igual que la zorra de tu madre — Nos guiamos por los gritos, y cada paso que daba mi furia crecia.
Como podía ser posible que esa perra pueda meterse con un pequeño que no puede ni defenderse, saque mi arma y solo apretaba el mango de la misma.
Al llegar a la dichosa habitación, la puerta estaba entre abierta y por la ranura pude ver a esa maldita mujer jalarle el brazo al pequeño Ramsés, no soporte más ver lo que sucedía, así que entre de un golpe, apuntando a su dirección y ahora estaba dispuesto a todo, olvidándome de la promesa que le hice un día a mi hermana, de no dañar jamás a una mujer.
— ¡aléjese del niño! — la mujer solo nos veía, pero aún lo tenía sujeto del brazo, corte cartucho y volví a apuntarle— ¡aléjese del niño!.
Y al ver que no reaccionaba dispare hacia un pequeño mueble, el pequeño solo comenzó a llorar por el estruendo, pero fue la única manera que lo soltó hasta alejarse de Ramsés, camine hacia ella cegado por la irá y con mi arma le di un golpe en rostro.
La agarré del cabello hasta introducir el arma en su boca jalando el gatillo, siendo un tiro vacío — escúcheme atentamente que no lo volveré a repetir; esto que usted ha hecho, créame que lo pagará bastante caro Cristel Demou— la mujer solo se quejaba y en sus ojos pude ver el terror que busca sembrar— muy pronto nos volveremos a ver.
La aventé para que cayera al suelo, voltee a ver a Ades para que el se hiciera cargo de esa estúpida mujer.
Guarde mi arma y me fui acercando poco a poco al pequeño Ramsés— hola pequeño, tranquilo— aún seguía llorando hasta que lo atraje hacia mis brazos.
Era la primera vez, que sostenía a un ser pequeño e indefenso, me vio por un segundo aún sollozando, limpie sus mejillas húmedas, bese su frente y lo único que se me ocurrió en el momento fue abrazarlo más fuerte, para tratar de darle calor, ya que estaba muy frío de su piel.
Y como si ese acto fuera magia, su llanto cesó, escuché varios suspiros, volvió a verme hasta que termino recostándose en mi hombro, salí de la habitación para sacarlo de esta casa.
Pero antes de bajar las escaleras un grito me hizo voltear— ¡suelte a mi nieto o disparo!— era el padre de ese imbécil quien se atrevia ha apuntarme con un arma.
— ¿su nieto?, no me haga reír, usted permite que este ser, sufra a manos de esa mujer y aún asi se atreve a llamarlo nieto— solo negué con una sonrisa burlona, me giré y baje a prisa.
Pero una detonación me hizo reaccionar, con agilidad saque mi arma y dispare hacia su dirección, dándole en la pierna, estaba demasiado molesto por lo que ese viejo estupido había hecho, subí los escalones con Ramsés aún en mis brazos, me acerqué a él y le apunte.
— que joyita — lo golpee con mi arma hasta restregar el cañón caliente en su mejilla— solo le dejaré un bello mensaje, su hora está por llegar, así que comience a contarlas y esto va también para sus hijos.
Volví a golpearlo hasta disparar en su otra pierna, guarde mi arma y recogí la de él no toleraría otro intento de ese hombre, baje las escaleras y le di la orden a Hércules que ataran a esos viejos en medio de su patio y colocaran un ramo de flores, las que le gustan a Zazil.
Esperando que sean inteligentes para que sepan quien viene por sus cabezas y si no logran descifrar, jamás sabrán de donde les llegará el golpe letal.
Subí a la camioneta y de inmediato se sintió el movimiento, lo acomodé en mi regazo y me di cuenta de que estaba dormido, al verlo era un pequeño que tenía mucha semejanza con su hermosa madre.
Al llegar, baje con el pequeño y al darle el sol en el rostro, solo se escondió en mi pecho, entre a la casa y ya estaba el pediatra, lo recosté en la cama, pero de inmediato se despertó, volteaba para todos lados y cuando el médico lo toco comenzó a llorar y estiraba sus brazos hacia mí, como pidiéndome que lo cargará.
Y sin dudar, ni hacerlo más sufrir, me levante para cargarlo y más que extraño su llanto desapareció, así que volví a sentarme y dejar que le hicieran un chequeo mientras el estaba sentado en mi regazo.
Estaba por terminar el pediatra, cuando le dio una paleta, pero solo era la distracción perfecta para sacar un poco de sangre, ya que yo me quería asegurar que Ramsés estuviera bien.
— mañana por la mañana estaran los resultados señor Makris, así que vendré por la tarde — asentí levantándome para acompañarlo a la puerta— adiós campeón.
— gracias doctor Lazz— al irse, salimos de la habitación y fui a la cocina— ¿tienes hambre?— él solo me veía con sus grandes ojos cafés, lo senté en la silla, quite mi saco y lo amarre para que se quedara en ese lugar.
No tenia, ni idea de que podía comer un pequeño de casi dos años, yo era inexperto, en el tema de los bebés y la paternidad.
Remangue mis mangas y me puse a picar un poco de fruta, la servi en dos tazones y me senté a su lado, pero al ver que solo me veía decidí darle yo de comer.
Y al verlo abrir su pequeña boca cada que le daba cucharadas de fruta, me puse a pensar, ¿que se sentiría tener un pequeño ser que lleve mi sangre?, la verdad creo que jamás lo sabre, disipe mis pensamientos al escucharlo llamarme.
— pa, pá— abrí mis ojos de total sorpresa— pa, pá.
Solo acaricié su cabello y seguí dándole de comer, al terminar, lo desate y lo cargue, llevándolo a la habitación, lo acosté en la cama y solo acaricié su cabeza mientras sus ojos se iban cerrando.
Hasta que se quedó dormido, me levante muy despacio e iba a salir de la habitación para ir al despacho, pero verlo dormido en medio de la cama me dio miedo que se cayera, así que lo cargue y me lo lleve conmigo.
Las horas pasaron donde toda la noche estuve velando el sueño de Ramses, hasta que un nuevo día comenzaba y con el, los resultados de los exámenes.
El pequeño al abrir sus ojos lo primero que dijo fue papá, escucharlo llamarme así en realidad no me molestaba, hasta podría acostumbrarme, desayunamos y jugué un poco con el, para que tomara más confianza.
Estábamos en la sala y Ades llegó con un sobre— aquí tiene patron— solo asentí, abrí el sobre y saque la foto de Zazil.
— Ramsés, ven— él volteo a verme y se acercó a mí gateando, lo cargue y le mostré la foto— está hermosa mujer, es tu madre, tu mamá.
Se quedo viendo la foto y en ocasiones me veía a mi; esto lo hago para que no sea un impacto tanto en él como en ella, porque prácticamente ella, ni él se conocen, solo espero que de algo sirva.
El seguía viendo la foto y con sus pequeñas manos tocaba la imagen, hasta que levantó su vista para mírame fijamente— ma, mà; pa, pá.
Y solo repetía esas dos palabras, estuve con el todo el tiempo hasta que por esa puerta entró el doctor, así que llame a Ades para que lo cuidara un momento a Ramsés.
Entramos al despacho — ¿cómo salió?.
— solo le falta un poco de peso y le recomiendo darle vitaminas señor Makris— asentí con una leve sonrisa en mi rostro— el pequeño es muy fuerte, sus exámenes salieron muy bien— volví a asentir levantándome de la silla.
— muchas gracias, Ades le dará sus honorarios — el asintió mientras me entregaba la receta de las vitaminas.
Salimos y me fui a la sala y sin esperar más tiempo llame a Hércules— alista todo para irnos en media hora.
— si patrón.
El se fue y solo cargue a Ramsés, guarde unos documentos en mi maletín, y minutos después subimos a la camioneta que nos llevaría a la pista, para ir de regreso a Esparta y presenciar el bello reencuentro de madre e hijo.
El pequeño Ramsés.