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Amor En Tiempos De Guerra

Amor En Tiempos De Guerra

Status: En proceso
Genre:Aventura / Amor prohibido / Amor a primera vista / Amor en la guerra / Romance oscuro
Popularitas:792
Nilai: 5
nombre de autor: Tania Uribe

Yo antes era una espía y asesina respetada por todos, temida por todos, la más importante y reconocida por todos aquellos que oían mi nombre temblaban del terror y la desesperación que sentían al oír de mí. Creía que lo tenía todo, incluso creía que tenía a mi lado a un hombre que me amaba y respetaba como mujer y compañera de equipo. Desgraciadamente estaba muy equivocada y terminé por ser traicionada por él y por la gente que creía que me era leal, pero ni siquiera eso.

Ese día perdí todo y terminé por ser arrestada, humillada, maltratada, casi violada por uno de los custodios que me llevaba a ser finalmente encarcelada, sin juicio alguno en cual pudiera defenderme; era frustrante dado que yo fui una de las personas que propuso que todo criminal, sin importar su rango no tendría un juicio sino que en cambio iría directamente a "Azgaard" la más cruel y sanguinaria cárcel clandestina que el mismo maldito Hitler autorizó sin haber consultado a sus generales y consejeros.

NovelToon tiene autorización de Tania Uribe para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 15.

SOFÍA

Abrí los ojos pesadamente al sentir un par de besos insistentes y juguetones en mi rostro. La luz del sol entraba a raudales desde la ventana. Él a diferencia de las áreas comunes de la cárcel, como el comedor, las duchas, la lavandería y las celdas... tenía una ventana. Él podía disfrutar de la belleza y la cálida luz del sol. Para todos los demás sólo existía la luz de las lámparas que iluminaban el interior de la cárcel para que ninguna olvidara que estábamos dentro de una oscura y opresiva cárcel, oscura y fría.

Viví muchas cosas e incluso llegué a estar dentro de varias cárceles militares de otros países para obtener información sobre ellas y tenía que decir que esas cárceles tenían más luz solar y artificial de la que había dentro de la cárcel en la que estaba en aquel momento.

Me removí en la cama del Alcaide con dificultad, sentía el cuerpo pesado, cansado y dolorido. Lo cual no me ayudaba en nada para poder moverme con libertad porque su brazo estaba cruzando y aplastando mi estómago y sus besos en mi cara para hacerme despertar debido a que el sol estaba brillando afuera.

Otro nuevo día comenzaba en Azgaard...

Debía de haberme ido a mi celda en la madrugada, pero tuve que quedarme bajo la exigencia de Maxwell en su habitación hasta el sol rayase en la mañana. En ese momento ya debía de estar trabajando en una fábrica de la Tercer Reich.

Para cualquier mujer sería un paraíso estar en una cómoda cama, en los brazos y besos juguetones de un amante insistente, lascivo, pervertido, apasionado, incluso hasta juguetón y que ese amante se tratara de nada más y nada menos que el Alcaide de Azgaard. Bueno... es todo un sueño. Él realmente disfrutaba de tenerme con él a su lado en la cama temprano por la mañana a su disposición.

Iba a ser sencillo olvidar en dónde me encontraba y lo que me atraía a ese lugar, a la prisión de los brazos de un hombre con el alma oscura y profunda que estaba más que obsesionado conmigo.

Olvidar quién era Maxwell Fürstenberg... iba a ser sencillo. Pero en ese momento parecía ser un hombre encantado con la mujer que tenía en su cama y entre sus brazos. Estaba satisfecho, no, no estaba satisfecho sino más bien contento. Su sonrisa irradiaba alegría y satisfacción. No podía creer que un hombre como él siendo un maldito hijo de perra, sádico, cruel, un asesino frío y sin escrúpulos pudiera mostrarse como una persona normal, incluso adorable.

Me aterraba hasta las entrañas que la que provocaba aquel estado de ánimo en él era yo. Tan tranquilo y apacible... era aterrador. Era irónico ver que yo misma provocaba que tuviese aquella expresión de regocijo. Hacía de él un ser humano y no alguien de piedra sin sentimiento alguno. Era increíble cuanto afecto le hacía sentir. Lo había cambiado, transformado en alguien mejor. Sólo esperaba que no fuera algo pasajero.

Incluso sí él seguía siendo de esa forma, quizás lo iba a llegar a querer. Pero sabía que dicha faceta de amante tierno y apasionado sólo se iba a dar en la cama. Mientras que fuera de ella él sería nuevamente el Alcaide de Azgaard.

Según las palabras de honor de Maxwell, yo no iba a ser tratada con violencia y crueldad. Incluso había la posibilidad de que sería liberada en un futuro de Azgaard, por supuesto si es que las cosas en Tercer Reich no salían como habían sido planeadas, sin embargo las demás reas no iban a tener tanta suerte y realmente me hacía sentir impotente, pero no había nada que pudiera hacer para cambiar sus destinos. Ninguna mujer merecía ser tratada como basura.

Todas las mujeres que estaban dentro de esa cárcel conmigo eran inocentes, a excepción de mí claro, pero aún así las demás eran inocentes. Pero por desgracia no eran otra cosa más que prisioneras de guerra sin derecho alguno sobre sus vidas y su libertad.

Ojalá hubiese podido hacer algo por ellas, ojalá hubiera tenido la oportunidad de darles protección Maxwell y de los demás Soldados, pero el decirle que tuviera algo de consideración de ellas, sin embargo... corría el riesgo de que me pusiera en mi sitio hasta el punto de castigarme por el hecho de cuestionar sus métodos de cómo trataba a las reas.

Además yo era su amante y no su esposa. Sí lograba mantener mi papel de amante a futuro iba a ser capaz de tener cierto poder sobre su papel como Jefe y Líder de Azgaard. Y en parte aún no lograba mediar con sus arranques de furia si es que sucedía algún altercado entre las reas y los Celadores.

Tenía el presentimiento de que sí llegaba a hacer algún comentario referente a la injusticia que yo veía en Azgaard, bueno... eso era otra historia. No podía exigir u ordenar que Maxwell fuera menos cruel y déspota con las reas. Era entendible desde mi punto de ver que en ese momento era más que suficiente con que prohibiera que las reas fuesen abusadas por parte de los Celadores.

Volvió a embestirme sin previo aviso y luego de un rato salió de mi interior, estaba exhausta, necesitaba dormir.

Sólo pude decir en respuesta.

—Mmm... Alcaide, por favor permite que mi cuerpo se acostumbre a tu exagerado lívido. Deseo dormir sin interrupción alguna. No te atrevas a exigirme más sexo el día de hoy. Estoy muy cansada y lánguida.

Más noches como la que acaba de ocurrir, terminarán por acabarme. Así controla al sádico dentro de ti, sí es que pretendes tenerme de tu amante a futuro. No me hagas desear esconderme en alguna esquina de Azgaard para huir de tu látigo entre las piernas—.

Maxwell se soltó a reír a carcajadas, me hizo enfadar tanto que nada más tuve fuerza para arrojarle un cojín y decirle que fuera al diablo.

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