NovelToon NovelToon
Brujas

Brujas

Status: En proceso
Genre:Viaje a un mundo de fantasía / Mundo mágico
Popularitas:163
Nilai: 5
nombre de autor: Ninja Tigre Lobo

Tora Seijaku es una persona bastante peculiar en un mundo donde las brujas son incineradas, para identificar una solo basta que posea mechones de color negro

NovelToon tiene autorización de Ninja Tigre Lobo para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Grupo de Caza

Mateo se encontraba en la habitación compartida, una sala estrecha con literas alineadas y cofres metálicos a los pies de cada cama. El aire olía a cuero húmedo y a pólvora impregnada en las telas. Tres compañeros más compartían ese espacio reducido, hombres jóvenes, demasiado orgullosos de pertenecer a la sede.

Él, en cambio, mantenía la calma, sentado en su litera inferior, leyendo un libro prestado de la biblioteca. El texto, antiguo y polvoriento, hablaba de las guerras contra los clanes del este y de los rituales de purificación. Su gorro del uniforme colgaba descuidadamente de su cabeza hasta que, de pronto, una mano juguetona lo arrancó con brusquedad.

—Hola, Mateo… ¿qué llevas haciendo? —preguntó uno de los reclutas, acariciando el gorro como si fuera un trofeo.

Mateo alzó la vista sin molestarse, su voz firme, pero serena.

—Solo estoy leyendo… ¿te interesa?

El muchacho sonrió, mostrando los dientes en una mueca entusiasta.

—Paso. No me va lo de los libros.

Antes de que Mateo pudiera replicar, la tierra tembló con un rugido seco que recorrió los muros. Las lámparas de aceite parpadearon, las camas vibraron. Los cuatro se levantaron de inmediato, corriendo hacia el corredor.

El origen del temblor se encontraba en el campo de tiro. Allí, bajo la atenta mirada de decenas de soldados, un joven encapuchado había extendido los brazos y liberado una ráfaga de fuego tan intensa que los blancos de madera quedaron reducidos a carbón en cuestión de segundos. El humo ascendía en columnas negras, impregnando el aire de ceniza.

—Así que este es el poder de un despertado… —susurró un soldado, incapaz de apartar la vista.

El joven encapuchado, con el rostro serio y una sombra de fatiga en sus ojos, contempló lo que acababa de arrasar. Luego, lentamente, esbozó una sonrisa, como si todo aquello no fuera más que un juego.

—Ustedes también pueden despertar —dijo con voz clara—. Una vez liquiden a una bruja, serán bendecidos con alguna habilidad especial.

El murmullo se propagó entre los reclutas. La promesa de poder encendió los ánimos como un incendio en la pradera. Risas nerviosas, susurros excitados. Mateo, en cambio, los miraba con un fulgor de sospecha, los ojos endurecidos tras sus lentes.

De pronto, alguien tropezó contra él. Un viejo de uniforme gastado, con medallas que tintineaban sobre el pecho. Tenía el rostro marcado por cicatrices y la mirada enardecida.

—¡Madto, te necesitamos! —exclamó con un fervor casi religioso.

Mateo se giró, y allí estaba él: el encapuchado. Madto. El joven se acomodó la túnica de mago con un ademán solemne, la sonrisa arrogante en su rostro brillando bajo el resplandor de las antorchas.

—Así que los que matan brujas terminan bendecidos con sus habilidades… —dijo, dejando que la frase flotara en el aire—. Entonces, ¿cuál es la diferencia entre un despertado y una bruja?

Las palabras eran veneno envuelto en dulzura. Sin embargo, los soldados lo rodearon como devotos, riendo, celebrando cada sílaba como si fueran revelaciones divinas.

Mateo cerró el libro entre sus manos, ocultando la tensión en sus dedos. Más tarde, en la habitación, se atrevió a murmurarle a uno de sus compañeros:

—Oye… ¿Madto no sería también una especie de bruja?

El muchacho lo miró con incomodidad, sonriendo apenas, como si lo dicho fuera demasiado peligroso de repetir.

—No, no lo creo… —respondió en un susurro tembloroso—. Las brujas atraen espíritus devastadores. Yo he visto a Madto cazar espíritus también.

Antes de que Mateo pudiera replicar, una gran mano se posó sobre su hombro, apretando con firmeza. Giró lentamente, encontrándose con el rostro curtido de un oficial, un cazador veterano con la voz áspera como hierro golpeado.

—Hola, chicos. Hoy tenemos una misión. —Su voz se hundió en el silencio de la sala—. Hay un espíritu en las cercanías. Tomen su equipo.

El aire se volvió pesado.

Un espíritu.

Mateo recordó lo que había leído: seres incorpóreos que se filtraban en este mundo desde grietas invisibles. La descripción siempre variaba, pero todos coincidían en algo: su forma nunca era estática.

Dicen que este, en particular, parecía una figura humanoide descompuesta, como hecha de agua turbia y humo. Brazos alargados, rostro sin facciones, pero con una boca que se abría demasiado, de donde emergía un murmullo ininteligible, como voces rezando al revés.

Un estremecimiento recorrió la habitación. Hasta los más valientes palidecieron al escuchar esa descripción.

Mateo se ajustó el gorro del uniforme, con el libro aún en la mano, y pensó para sí mismo:

"Si los espíritus son así… ¿qué clase de pacto hizo Madto para tenerlos a su favor?"

La misión fue anunciada como algo rutinario: “limpieza de perímetro”.

Pero Mateo, al escuchar la palabra espíritu, sintió un escalofrío distinto.

En formación, los cazadores descendieron hacia el río seco, donde las grietas de la tierra formaban canales oscuros, cubiertos por la bruma de la madrugada. Cada soldado llevaba consigo un arma rúnica: espadas cortas, lanzas, incluso ballestas. Las runas brillaban con un resplandor tenue, como si pulsaran al ritmo del miedo de quienes las blandían.

A Mateo le entregaron una espada recta, con símbolos grabados en toda la hoja. La energía que desprendía le hormigueaba en la piel, como si la espada lo reconociera y a la vez lo rechazara.

El veterano alzó la mano, ordenando silencio.

—Ahí está.

La bruma se movió contra el viento. Y de ella emergió la silueta.

Un espíritu.

Era más alto que cualquier hombre, un cuerpo semi-transparente que parecía hecho de agua turbia y humo, pero de sus bordes colgaban filamentos de carne seca como si hubiera sido arrancada de otro ser. No tenía ojos, solo una hendidura oscura donde debía estar el rostro, y de su boca descomunal emergían cánticos extraños, un murmullo como de cien voces superpuestas rezando al revés.

El aire se volvió helado. Varios soldados retrocedieron.

El oficial gritó:

—¡Formación de bloqueo! ¡Abran las runas!

Las armas brillaron al unísono, formando un resplandor azulado en medio del páramo. Mateo, en cambio, permaneció inmóvil, sintiendo que cada palabra de aquel murmullo retumbaba en su cabeza. Una duda lo devoraba: ¿era realmente un enemigo o una víctima arrastrada de otro mundo?

1
Ninja Tigre Lobo
hola
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play