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El Silencio De Los Eternos

El Silencio De Los Eternos

Status: En proceso
Genre:Batalla por el trono / Viaje a un mundo de fantasía / Mundo de fantasía / Fantasía épica / Mundo mágico / Edad media
Popularitas:1.7k
Nilai: 5
nombre de autor: Sandoval Jonatan

Mucho antes de que los hombres escribieran historia, cuando los orcos aún no habían nacido y los dioses caminaban entre las estrellas, los Altos Elfos libraron una guerra que cambiaría el destino del mundo. Con su magia ancestral y su sabiduría sin límites, enfrentaron a los Señores Demoníacos, entidades que ni la muerte podía detener. La victoria fue suya... o eso creyeron. Sellaron el mal en el Abismo y partieron hacia lo desconocido, dejando atrás ruinas, artefactos prohibidos y un silencio que duró mil años. Ahora, en una era que olvidó los mitos, las sombras vuelven a moverse. Porque el mal nunca muere. Solo espera...

NovelToon tiene autorización de Sandoval Jonatan para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

El Silencio del Búho

Ya llegada la noche, nuestros héroes descansaban tranquilamente, sin saber que los verdaderos dueños del bosque los observaban en silencio. En lo alto de las ramas, ocultos por la oscuridad y el follaje, decenas de ojos reflejaban la tenue luz de la luna, estudiando cada movimiento, cada respiración, cada chasquido del fuego que crepitaba suavemente en el interior de la cueva donde Vorn y Samael se habían refugiado.

Un viento repentino sopló con fuerza, como un susurro antiguo cargado de advertencias. Una rama cayó desde lo alto.

Vorn abrió los ojos al instante, sus sentidos afilados como cuchillas. —¿Escuchaste eso? —dijo mientras sus dedos se cerraban alrededor del mango de sus dagas.

Samael se incorporó con rapidez, el martillo ya en sus manos. —Sí. Vamos afuera. Pero no nos separemos.

Ambos salieron de la cueva con precaución, escudriñando la penumbra. A su alrededor, el bosque estaba sumido en un profundo silencio, roto solo por el lejano aullido de lobos y el canto intermitente de los búhos. La escena era inquietante: sombras alargadas por la luna, árboles centenarios que se mecían como si estuvieran vivos, y el crujir de hojas secas que parecía venir de todas partes y de ninguna a la vez.

—¿No habrá vuelto Judas a la vida? ¿O quizás el mismísimo señor oscuro? —bromeó Samael con una risa nerviosa.

—Por favor, no. Que no vuelva ninguno —respondió Vorn con sarcasmo.

Avanzaron unos pasos más.

—Ilumina con tu luz. Quizás veamos algo —dijo Vorn.

Samael lo miró de reojo. —Claro, porque soy paladín debo ser una antorcha andante, ¿verdad?

Vorn levantó una ceja. —Hazlo, no te quejes.

Suspirando, Samael canalizó la Luz. Su martillo se encendió como una pequeña estrella, irradiando un resplandor cálido y vibrante. En ese instante, una sombra veloz cruzó entre los árboles. Demasiado rápida para ser seguida, demasiado silenciosa para ser humana.

—Vi algo —murmuró Samael.

—Yo también —asintió Vorn. —Montemos una línea defensiva con antorchas. Eso no solo los mantendrá lejos, sino también a otras alimañas.

Durante dos horas, ambos trabajaron bajo la fría noche, instalando antorchas en círculo alrededor de la cueva. Después, exhaustos, volvieron a dormir, aunque con un ojo siempre alerta.

Al primer rayo de sol, Vorn preparó una infusión de hierbas. El aroma era fuerte y algo amargo.

—¿Planeas matarme? —preguntó Samael, divertido.

—Cállate y bebe —replicó Vorn.

Samael probó un sorbo. —Es... sorprendentemente bueno.

—Claro que lo es. ¿Quién crees que me enseñó? Mi abuelo era maestro herbalista.

—Ojalá no tardemos más de cuatro días en llegar al próximo pueblo —dijo Samael.

—Sí, dos ya los perdimos aquí, pero al menos ahora estamos atentos.

Continuaron su marcha a través del bosque, compartiendo historias, chistes, y hasta algunos cantos improvisados. Pero algo los seguía, algo que los vigilaba desde la espesura.

A medio día, Samael detuvo la marcha. —Vorn, caza un venado si puedes. Yo prepararé una comida digna de un rey.

—Si es tan buena como la sopa, te consigo el mejor venado del bosque —dijo Vorn, internándose en la espesura.

Samael comenzó a preparar la leña, pero sentía nuevamente la presión invisible de esos ojos.

—Por favor —murmuró al bosque—, solo cinco minutos sin que intenten matarnos. Déjenme cocinar en paz.

Del otro lado del bosque, Vorn se movía entre las sombras. Silencioso como una sombra él mismo, observaba huellas, ramas partidas, señales sutiles. Pronto dio con un venado y lo abatió con precisión. Pero algo llamó su atención: una figura alta, de piel pálida y orejas puntiagudas, observándolo desde la distancia.

—Imposible... —susurró. —No se ha visto uno desde hace años...

Se trataba de un elfo. Desapareció tan rápido como apareció. Vorn tomó el venado y corrió de regreso.

—¡Samael! ¡Vi un elfo del bosque!

Pero al llegar, se encontró con una escena tensa: Samael, rodeado por más de setenta figuras, todas apuntándole con arcos tensados.

—Yo también vi algunos —dijo Samael con nerviosismo. —Y creo que tienen hambre.

Una elfa de piel lila y cabellos negros se adelantó. —No deben estar aquí. Los Señores del Abismo y el bruto orco los buscan. Váyanse.

—No estamos interesados en su bosque —dijo Vorn, desafiante. —Solo lo cruzamos. Necesitamos descansar.

Samael, sin apartar la vista de las flechas, murmuró —Quizás no deberías desafiar al anfitrión...

La elfa, que se presentó como Giant, los estudió por un instante antes de responder:

—Coman, beban y duerman. Pero antes del quinto día, deben irse.

Y como si fueran parte del bosque mismo, desaparecieron.

Samael respiró con alivio. —Bueno, eso fue intenso.

—Demasiado para mí —dijo Vorn. —Aquí tienes el venado.

Samael lo cocinó con maestría. Realizando un gran estofado  tenía un sabor que casi los hizo llorar de felicidad.

—Imagino que si hubieras seguido en la granja, serías un gran chef —bromeó Vorn.

Samael sonrió, melancólico. —Ojalá aún estuviera allí. Y no en medio de una guerra a punto de estallar.

—Lo siento —respondió Vorn. —No era mi intención..

Después de un silencio melancólico ambos miraron la comida preparada y sonrieron, porque aunque el camino había estado sembrado de espinas, bajo aquel cielo infinito, la cena sabía a triunfo.

1
César Vicentín
samael y 3 más
Martha Bernal
muy buena obra, solamente porque eso de: ya no hay más. que significa?
leonel saucedo
imaginen esta historia como adaptación a una serie... goty
piscu 12
que increíble historia.
sigan así /CoolGuy/
César Vicentín
una verdadera obra literaria
César Vicentín
exelente obra literaria, muy buen desarrollo de historia espero más
alexandra Monzon
Increíble historia, espero con muchas ansias muchos capítulos más/Proud//Smile/
alexandra Monzon
Excelente/Ok/
me encanta!!!
leonel saucedo
Veo mucho potencial en esta historia. ¡Muchos éxitos!
piscu 12
10 / 10
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