La Profecía Escarlata: El Despertar De La Magia

Caminé rápido hacia dentro del castillo, pasando por el gran comedor directo a la escalera que llevaba a la habitación donde mi madre estaba feliz de volverla a ver, no podía esperar para verla y contarle lo que había visto.

Toqué a la puerta, pero nadie habló del otro lado. Creí que dormía, así que simplemente entré para encontrarme con una habitación completamente vacía. Fruncí el ceño algo desconcertada, salí de la habitación y comencé a bajar las escaleras nuevamente para buscar a Fergus o a Sara.

Llegando al final de la escalera estaba Fergun esperándome, bajé emocionada, pero no hubo reacción de su parte, no di ni un paso más, solo con ver su rostro, la expresión en él notaba tristeza y pena pude deducir que estaba pasando, caí sentada sobre el escalón. 

—Lo siento tanto, princesa— Sus palabras entraban como dagas en mi corazón. 

Fergus seguía parado ahí, estático, mis lágrimas callaron como cataratas de mis ojos y el dolor se apoderó de todo mi cuerpo. No podía gritar, solo llorar. Sara apareció enredándome entre sus brazos. Acariciaba mi cabello mientras lloraba en su pecho.

—Lloré, mi señora, lloré. Llorar cura el alma— ella y yo lloramos juntas hasta que el llanto se convirtió en un sollozo silencioso. Leidy Lilian apareció por detrás de la escalera y solo me miró, puso su mano en su vientre y estiró sus brazos hacia mí.

Corrí hacia ella y me enterré en su abrazo maternal, mesándome lentamente. Me separo de ella y coloco ambas manos en mis mejillas, secando mis lágrimas con sus pulgares. Ella también estaba llorando, pero sus ojos enrojecidos me dejaban ver que sí estaba triste por mi madre. 

—Yo quería a tu madre, ella y yo teníamos una pelea de años, pero ella y yo disfrutábamos de nuestras peleas. Sé qué suena tonto el que alguien disfrute de pelear con otra persona, pero ella y yo fuimos como hermanas. Me tomé el atrevimiento de prepararla — solo asentí con la cabeza, no tenía voz para hablar. 

Me tomo de mi hombro y me llevó aún abrazadas hacia la cripta. Bajamos las escaleras a una especie de cueva donde había estatuas de familiares de los Black. Al llegar al final de ese pasillo había una puerta que llevaba a una gran habitación decorada con velas. En el centro había una mesa de piedra donde mi madre descansaba.

No tenía fuerzas, pero Lilian me empujaba lentamente hacia ella. Llevaba puesto un hermoso vestido blanco con detalles dorados, su cabello estaba peinado y trenzado. Entre sus manos llevaba una piedra azul y un pétalo de rosa blanca en cada ojo.

Me acerqué hasta su lado, su rostro tenía un tono pálido igual que su negro cabello, ya no tenía el brillo de siempre. Su vientre había vuelto a ser pequeño y sus manos frías como la nieve estaban duras, aferradas una a la otra. Acariciando su cabeza, le di un beso en su frente antes de que las lágrimas volvieran a brotar de mis ojos sin control.

Leidy Lilian solo acariciaba mi espalda, en un intento de consolarme su tacto lo único que lograba era hacer que el dolor creciera aún más. Algunas velas a nuestro alrededor se habían apagado y con un movimiento de mi mano las volví a encender, eso hizo que recobrara la compostura.

—¿Quieres que envíe un cuervo con la triste noticia al rey?— Lilian habló, pero mantuve mis ojos puestos en mi madre.

—No— una voz nasal y rasposa salió de mi boca apenas audible.

—Pero princesa, él debe saberlo. Es su esposa— era razonable, pero el deber está antes que todo.  

—Quiero hablar con el doctor antes de tomar una decisión— miré a Lilian ya sin lágrimas en los ojos, ella asintió y salió de la cripta para volver con el médico.

—Princesa— dijo el médico haciendo una reverencia. Yo me encontraba acariciando la frente de mi madre hacia su cabello.

—¿Qué pasó con mi madre? — Miré al hombre con los ojos rojos e hinchados pero sin ninguna expresión en el rostro.

— El bebe de la reina llevaba varios días de haber fallecido—. 

—¿Cuántos?— lo interrumpí de inmediato, él se quedó en silencio unos segundos. 

— Es posible que el bebe ya estaba muerto cuando salieron del castillo hacia aquí. El largo viaje empeoró los síntomas. La infección viajó a su sangre, la reina intentó darlo a luz, pero su corazón no lo resistió— se quedó en silencio.

— ¿Dónde está el bebe?— esta vez le pregunté a Lilian. 

—La reina murió antes de que el bebe terminara de salir, pero estaba deforme y olía muy mal, decidimos quemarlo, sus cenizas están aquí— Lilian me entregó una cajita de madera tallada a mano con detalles en azul.

—¿Era un varón?— Lilian, asintió con la cabeza al acercarme la caja a mis manos, asentí y volví a ver a mi madre.

—No se le dirá nada al rey, incluso cuando vuelvan dejaremos que tengan su cena de victoria. Este es el primer onomástico de Reniro como el príncipe heredero tiene que demostrar sus capacidades de liderazgo. Años de tradición lo dicta son tres días de casería. Yo me encargaré de darle la noticia, envuelvan su cuerpo en vendas de ceremonia y pónganla en el frío, así su cuerpo se mantendrá bien hasta su regreso. —Dejé la caja con las cenizas al lado de mi madre y salí de la cripta. 

Sentía que el aire se escapaba de mis pulmones y costaba que volviera a entrar. Puse mi mano en mi pecho y mi corazón latía, errático. Me apoyé en la fría pared y respiré profundo varias veces tratando de calmarme, Fui a ver a mis pequeños hermanos que estaban con la servidumbre que los vigilaba.

Tenían la vista perdida y los ojos hinchados de llorar. Mis pequeños perdieron a su madre y yo no estuve aquí para consolarlos, me acerqué a ellos y los abracé con mis fuerzas. los tres lloramos hasta quedarnos dormidos sobre el frío piso .