Valentina Román es alegre, entusiasta, divertida, alguien llena de luz, enamorada por muchos años de Rafael Alcázar uno de sus mejores amigos, el problema el es un Playboy consagrado, por lo que su amor por el es solo un sueño, imposible de cumplirse ¿o no?
¿Que pasa cuando lo imposible sucede?, pero de pronto todo se desploma convirtiendo el sueño en pesadilla.
Acompáñame a averiguarlo.
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Reencuentro
El impacto fue tan fuerte y obvio, así como el evidente desplante, pues Valentina no le dio ni una sola mirada, camino al lado de la novia hasta posicionarse del lado contrario donde estaba el, quedando casi de frente, pero sin mirarlo una sola vez durante toda la ceremonia, fue como si Rafael fuera completamente invisible, pues hasta un criminal hubiera recibido un mejor trato estaba seguro.
Esto inevitablemente fue un golpe directo al corazón de Rafael, Valentina siempre había sido su más querida amiga, esa que siempre le sonreía y lo animaba incluso antes de darse cuenta que lo sentía realmente por ella era mucho más fuerte que un simple cariño de amigos, la amaba, en definitiva, la amaba y lo había confirmado en esos últimos tres años sin saber de ella, cada noche había sido una pesadilla desde que ella despareció.
Y como si hiciera falta algún tipo de comprobación solo le basto verla para sentir que volvía a respirar de verdad, pero también era consciente de que el camino con ella no sería fácil, Valentina era decidida y ya se lo demostró al desaparecer sin decir una palabra tan decididamente, por lo que esta vez debía hacer todo lo posible por explicarse, sabía que se lo merecía, el debió ser sincero desde el principio y explicarle toda la situación, si lo hubiera hecho no la habría perdido, se recordaba, aun así, tenía tiempo se decía mientras le rogaba a Dios que ella no estuviera saliendo con alguien y que aun en el fondo de su corazón guardara algún sentimiento por él, incluso el odio le servía.
Por su parte Valentina en cuanto ingreso al lugar se percató de su presencia, era imposible para ella no verlo, sin embargo, con una gran fuerza de voluntad actuó como si no hubiera visto a nadie, como si simplemente ese hombre allí de pie, no existiera. Había pasado tres años preparándose para ese momento, aprendiendo a borrar su existencia de cada uno de sus recuerdos, tres años reconstruyéndose así misma pieza por pieza, pues la Valentina que había salido de ese lugar, lo hizo completamente rota… por él, después de ver aquella noticia acompañada de titulares y fotografías que habían destrozado su corazón en cuestión de segundos.
Pero ahora nuevamente allí estaba el, Rafael, El hombre que una vez amó con todo lo que tenía, el mismo al que creyó sería el amor de su vida, pero que termino perteneciéndole a otra mujer.
Solo le basto recordar ese detalle para mantener su perfecta máscara de indiferencia que siguió utilizando durante toda la ceremonia y no fue hasta la recepción que se permitió alejarse un poco, en lo que Sofia como la novia saludaba a los invitados en compañía de su ahora esposo Maximiliano.
Aunque ella sabía perfectamente las razones para la boda de Sofia y Maximiliano, debía admitir que la envidiaba un poco, pues al final de cuentas sin importar los motivos su amiga seria la señora Montenegro al menos por un tiempo, mismo en el que estaría casada con el hombre que amaba, de esa forma no le quedaría ningún pesar, como era su caso.
Valentina estaba tan perdida en sus pensamientos, que no se percató si no hasta que estaba muy cerca que Rafael se dirigía hacia ella, allí estaba alto, impecable, con el mismo porte que siempre le había quitado el aire. Pero su mirada ya no era la del hombre que recordaba; ahora había en ella algo como un peso, una sombra ¿culpa?, se preguntó, pero rápidamente negó con la cabeza, Por qué habría de sentir culpa, si al final ella no había significado nada para él.
Cuando sus ojos se cruzaron, su mundo pareció detenerse. Ni la música ni las risas lograron disipar el silencio que los envolvió.
Rafael fue quien hablo primero. Mientras que Valentina no se movió, aunque sintió cómo su pulso se aceleraba.
- Hola. – Saluda Rafael en voz baja, casi se podría decir que temerosa, para cualquier observado se podría dar cuenta de que estaba absolutamente nervioso.
Ella lo miró con indiferencia, ¿Cómo se atrevía a acercarse así tan tranquilo después de todo?, se preguntaba con molestia.
- Rafael. – Pronuncio su nombre con un poco de desdén. – Parece que ahora eres un amante de las bodas, aunque antes claramente huías de ellas. – Comento con mal disimulada ironía, pues era obvio lo que quería decir.
Por lo que Rafael haciendo acopia de toda su paciencia respondió.
- No me casé, Vale, si eso es lo que estás pensando. – Dijo, quiso añadir más, pero Valentina no lo dejo
- No necesito tus explicaciones —lo interrumpió, clavando la mirada en la copa de champan que sostenía en su mano, esto para que el no notara la pequeña emoción que esa información le había hecho sentir, no se había casado, pensó y una pequeña sonrisa amenazo con salir, pero entonces recordó el pasado y se contuvo para luego levantar la mirada y sentenciar. – Después de todo creo que no tengo ningún derecho, nunca fuimos nada.
- Sabes que no fue así. – Replico Rafael dolido por su afirmación, aunque no estaba del todo errada, pero tanto el como ella sabían que, aunque no fue oficial, ellos si tuvieron mucho más que algo.
- Aunque así hubiera sido, eso ya termino. – Anuncio Valentina sin dejar espacio a nada.
- No terminó para mí. – Afirmo Rafael, sin molestarse en disimular el dolor que las palabras de Valentina le provocaban. – Jamás terminó.
Ella alzó la vista, fría, impenetrable.
- Eso no fue lo que yo y todo el país vio en las noticias. – Declaro.
El golpe fue certero. Él la miró como quien recibe una herida mortal de la que probablemente no logre sobrevivir.
espero que cuando Rafael llame a Valentina otra vez esta responda y le cuente que Sonia fue a verla