ANGEL O DEMONIO

Rashid tenía pensado alejarla lo antes posible de Willard antes de que la reclamará como suya, sabía perfectamente que Willard no se quedaría con las manos cruzadas al ver que no había pagado el precio por ella, pero no iba a permitir que nadie más la mirará.

Estaba pensando en ello cuando estaba por dejar el hotel cuando sintió que el cuerpo de Gabriela se movía bruscamente, pensó que tal vez la estaba sujetando demasiado fuerte y era por eso que ella quería soltarse de su agarré pero no era nada de eso.

En su interior Gabriela tenía miedo al pensar que no volvería a ver nunca más a sus padres, eso la aterró y empezó a sentir que ese miedo se apoderaba de su cuerpo haciéndolo arder de una rabia descontrolada.

Era como si se encendiera un odio dentro de ella que la hacía querer asesinar a todo cuanto se pusiera en frente.

¿Qué te ocurre?

Le preguntó Rashid y pero ella no contestaba eso lo obligó a retroceder y detenerse en la azotea de aquel lujoso hotel.

Gabriela necesitó que reacciones, no puedes quedarte ni un minuto más en este lugar o...

Willard sabía que ella no podía alejarse de él pues la había marcado así que solo era cuestión de esperar a que esa chica regresará por si sola.

¡Mi piel arde!

Gritaba Gabriela en sus adentros pues no podía hablar no era dueña de su voluntad, llegó un momento en el que el aire dejó de llegar a sus pulmones y una espesa espuma comenzó a brotar de su boca.

¡¿Gabriela te encuentras bien?!

¡Maldita sea!

La piel de Gabriela comenzó a hervir literalmente se estaba incendiando quemando la piel a Rashid.

¿Pero que demonios le está pasando?

Eso lo obligo a recostarla en el suelo no sabía que era lo que le estaba pasando y mucho menos sabía cómo ayudarla.

En ese momento los ojos de Gabriela se tornaron de un negro más negro que la noche y se levantó como si nada le estuviera pasando pero su piel ardía como la llama de una hoguera.

No tengas miedo cariño, está noche nos vamos a divertir un poco, dijo Gabriela acercándose lentamente a Rashid y se adueñó de sus labios en un beso apasionado, ella jamás había besado a nadie pero en ese ese momento parecía ser toda una experta disfruto de aquel aroma que despedía el cuerpo de Rashid y lamió su cuello lo deseaba y lo haría suyo, pero no esa noche.

Él no pudo alejarse de ella aun cuando le estaba haciendo tanto daño al quemar su piel, con ese beso Gabriela se adueñó de su voluntad y solo se dejó llevar por ella aún en contra de sus principios él estaba disfrutando de aquel beso.

Se preguntaba muy en el fondo si lo que estaba haciendo era correcto ya que Gabriela era solo una niña, pero en ese momento sintió como ella deslizaba suavemente su mano hacia bajo hasta llegar en la entrepierna de Rashid adueñándose de su hombría la cual se hizo notar al instante.

Mm mm están tan delicioso cariño susurró Gabriela entré los labios de Rashid y sin querer mordió su labio en lo acalorado de aquel beso, fue un pequeño mordisco que lo hizo derramar una gota de sangre y ella decidió probarlo estaba excitada y al tragarla le supo a gloria fue una sensación tan exquisita como si una potente droga recorriera todo su cuerpo haciéndolo arder de euforia, pero esta noche no disfrutarás de mi cuerpo tengo cosas más importantes que hacer y tú me vas a acompañar, dijo Gabriela y se alejó del cuerpo de Rashid.

!Después quiero más de ti!

Exclamó Gabriela dejando a

Rashid estupefacto al ver semejante atrevimiento además de notar que ella estaba completamente desnuda pero mientras se alejaba de él las llamas formaron una membrana roja carmesí que cubría su piel por un momento juraría que vio como se formaban un par de alas en su espalda pero al mirar bien se dio cuenta de que eran solo las llamas que envolvían su cuerpo.

¿Vas a venir conmigo o te vas a quedar ahí como estatua?

Pregunto Gabriela mientras le sonreía, se veía hermosa pensó Rashid y asintió mientras caminaba detrás de ella en cada paso que daba su piel se regeneraba era una lástima que su traje de diseñador no tuviera la misma habilidad, ahora estaba hecho un desastre.

Esa chica ya no era la misma niñita con la que había soñado horas atrás ella era alguien más y no estaba seguro de que tan bueno era lo que estaba a punto de hacer.

¿Te encuentras bien?

Preguntó Rashid al ver que aquella chica se movía como si conociera de memoria aquel lugar, él esperaba que una vez lejos del círculo de manipulación de Willard ella saldría de ese trance, pero tal parece que la ha poseído algo más no entendía que pasaba.

Sabía que ese hechicero era muy bueno en lo que hacía pero nunca se tomó el tiempo de averiguar que tipo de hechizos utilizaba y con que podría contrarrestarlos.

Gabriela vió que aún faltaban muchos pisos para llegar hasta donde se estaba llevando a cabo aquella fiesta, tomó la mano de Rashid y con un parpadeo desaparecieron de la azotea para aparecer justo en la entrada del gran salón.

Listo cariño hemos llegado, no te podrás quejar de mis servicios.

Mientras tanto en el gran salón Naím volteó a ver a Willard para saber si el tenía alguna idea de lo que estaba ocurriendo ahí con aquellos intrusos.

Liz buscó entre todos los invitados a Gabriela, pero ella no se encontraba ahí, pero su aroma aún permanecía en aquel sitio era muy tenue casi inexistente pues estaba disimulado con otros tantos aromas, pero identificaría el olor de su hija a kilómetros de distancia.

Ella estuvo aquí Bel, pero ella ya no está le susurró al oído, y en eso al seguir buscando a su hija con la mirada Liz encontró a Amelia la cual trataba de esconderse detrás de Claudia.

¡Amelia!

Liz se acercó hacia Amelia y el aroma de su hija aún permanecía impregnado en la piel de su mejor amiga.

Tú tienes que saber dónde está mi hija Amelia, te lo suplico por favor dime dónde está mi hija.

Lo siento señora, pero no sé a dónde es que se la llevaron respondió Amelia al ver lo destrozada que estaba la madre de Gabriela.

Se formó un nudo en su garganta al ver que los ojos de Liz cambiaron sus pupilas se dilataron y se tornaron de un color amarillo y si cuerpo comenzó a transformarse tomando por sorpresa a propios y extraños pues el aroma de su hija aún estaba ahí.

Amelia quedó paralizada al ver aquella transformación jamás en su vida se imaginó que sus ojos llegarían a ver algo así, en algún momento su abuela le contó de los hombres lobo pero siempre pensó que eran cuentos de su abuela y ahora tenían uno justo frente a ella.

Rashid se detuvo un instante al ver que Gabriela no respondía solo permanecía ahí mirándolo como si fuera un cuerpo sin alma.

¿Qué demonios está pasando contigo?

¿Que te hicieron?

Él sabía perfectamente que Willard era un hechicero y que hacía algunos artilugios para secuestrar a las mujeres, pero en

Se escuchó una estruendosa voz que dejó a todos los invitados paralizados ya que nadie sabía quiénes eran aquellos que habían interrumpido la fiesta.

Naím aún no se podía recuperar de la gran sorpresa que Rashid hubiese dicho que esa chica era su mujer ni siquiera le dio tiempo de observarla bien aunque lo poco que pudo ver que era muy bella.

Aquel fuerte aroma delataba a los intrusos y esto hacía enfurecer a Naím pues no se explicaba como habían atravesado la seguridad que había en el lugar.

Mientras tanto Rashid intentaba dejar Washington con Gabriela entre sus brazos un fuerte golpe

Las mujeres que pertenecían a algún clan se crisparon al verlos en modo de defensa no entendía que era lo que hacían ahí o a quien se refería con su hija.

Todos se voltearon a ver unos a otros para lograr entender de que hablaba ese demonio pero nadie lo conocía.

No hace falta que busques más madre aquí estoy dijo Gabriela al entrar al gran salón había escuchado las preguntas de su madre pero no la reconocía como tal ella la había engañado por muchos años y no podía creer como habían sido capaces de ocultarle por tantos años quiénes eran sus padres en realidad.

Liz se dio cuenta enseguida que esa no era su hija su apariencia era tan distinta incluso sus gestos eran diferentes

¡Gabriela mi amor!

Exclamó Belfegor al ver así pequeña hija entrar al gran salón en compañía de aquel vampiro con el cual que se había enfrentado horas atrás.

Gabriela caminó por aquel pasillo seguro de si misma envuelta en aquella fina membrana que cubría lo necesario de su cuerpo ni más ni menos dejando muy poco a la imaginación de los que estaban ahí presentes.

Su mirada buscó instintivamente a Buer el maldito que la amaba arrastrando hasta ese lugar, pero el muy desgraciado se escondía detrás de Naím el padre de Rashid.

¿Así que tú eres el anfitrión de esta hermosa velada?

Le preguntó Gabriela a Naím mientras levantaba una copa de licor, ¿tú eres el responsable de que todas estas chicas estén aquí ahora?.

Naím no sabía que decir estaba hechizado por la belleza de aquella hermosa mujer y por su mente solo cruzaba la idea de tenerla desnuda en su cama.

Gabriela había ignorado por completo las palabras de su padre dejándolo sorprendido por dicha acción pues desde que había recuperado a Gabriela ella siempre buscaba estar a su lado lo amaba y respetaba mucho.

¿Quién eres tú?

Pregunto Belfegor al ver que esa chica era identica a su pequeña Gabriela, pero no era su princesa.

La mirada de Gabriela era oscura y vacía llena de odio y rabia al ver con que facilidad Buer se adueñaba de la inocencia de aquellas chicas sin siquiera darles la oportunidad de decidir que es lo que querían.

Vamos Buer no te escondas aquí estoy, ¿acaso no me estabas esperando?

Buer no entendía que había salido mal con aquella chica pues la marca que había puesto en ella era para tener control absoluto.