Alison Borgui, trabaja en un periódico de prestigio, pero, últimamente las ideas se le han ido de la cabeza. A tal grado que es obligada a investigar un caso de una mujer condenada a 30 años de prisión por el asesinato de su padre y madre y después los despedazó y los tiró a la basura en bolsas negras. Sin embargo, Sofía Morin se ha declarado culpable. Esta mujer, gorda, fodonga, sin una gota de maquillaje, experta en dibujar rostros humanos, es, verdaderamente insoportable.
Alison Borgui sospecha que esta mujer es inocente, y si así fuera, ¿a quién protege esta mujer?
NovelToon tiene autorización de Maria Esther para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Una gran tristeza que nadie nota, ni siquiera Alison
La mayoría de los que me ven se asustan conmigo, dijo Sofía sin darle la menor importancia al asunto.
Eso me ha pasado casi siempre.
Todavía recuerdo cuando tuve que abortar, de eso hace ya más de 10 años, cuando no estaba tan gorda. Creo que eso afectó a mi grasa corporal que se extendió por todo mi cuerpo hasta convertirme en el monstruo que soy ahora.
Eso no lo sabía.
¿Qué, lo del aborto?
Sí.
He tenido que superarlo casi a la fuerza. Es muy doloroso tener que hacerlo. Tal vez yo nunca soñé con un hijo, pero al saberme embarazada, sentí como una luz que se abría en mi camino. Como si ese bebé me salvara de la soledad que me acompaña todos los días. ¿Tú tienes hijos?
No, aunque me hubiera gustado tener. Yo nunca me he casado y mi novio y yo nos protegemos para no traer niños no deseados a este mundo de miseria. Pero no estamos hablando de mí, sino de ti. ¿Crees en el amor?
Al principio, cuando era niña sí, pero ahora sé que eso lo inventaron los comerciantes para vender, tanto el 14 de febrero, como en la Navidad y así. Son puros cuentos chinos.
Y, ¿cómo te sentiste después de abortar?
Sentí que la vida ya no tenía remedio para mí. La felicidad se había ido con ese bebé que me obligaron a abortar. Sé que lo que hice fue muy malo, pero no me arrepiento de nada, y si volvieran a vivir, los volvería a matar, no me cabe ninguna duda.
Vaya que les tienes mucho coraje y odio.
Nunca les voy a perdonar por todo lo que hicieron. Una cosa sí te digo, ellos no fueron buenos, ni conmigo ni con mi hermana.
¿Por qué no nos quieres decir dónde está tu hermana? ¿Acaso la estás protegiendo?
Siempre la protegeré, de cualquiera que quiera hacerle daño.
¿Y cómo piensas protegerla si estás aquí encerrada?
No lo sé, no tengo tiempo para pensar. Incluso odio pensar, me duele la cabeza.
Eso me duele, es más de lo que puedo soportar. No sé dónde pueda estar? Ella tiene la oportunidad de salir adelante, es bonita e inteligente. Nada que ver conmigo.
Y, ¿no crees que si no dices la verdad puedes quedarte toda tu vida encerrada?
No me importa, yo ya no tengo esperanzas de nada. Nadie se va a fijar en mí.
Pero lo que importa son los sentimientos, es estar contentos con lo que somos, gordos o flacos.
Eso dices porque tú eres hermosa. En cambio, yo, mírame bien, no soy nada. Mis padres me decían que porque soy gorda nunca iba a encontrar el amor. Nadie en su sano juicio se iba a fijar en una mujer como yo.
¿Y qué hay del padre de tu hijo?
De eso mejor ni hablar. Aquí estoy bien, nadie se mete conmigo.
Alison ya no soportaba el olor que emanaba de esa mujer.
En su mente se revolvían mil pensamientos. "Casi podría jurar que ella no mató a sus padres, pero entonces, ¿a quién está encubriendo? ¿Por qué no fui detective, o policía?", pensó.
Gracias, debes de estar agotada, mañana vendré a continuar con esta entrevista.
Ya me caíste bien, acá te espero, no te preocupes, no saldré a ningún lado, dijo Sofía con sarcasmo.
Gracias, bye. ¡Celadora!, gritó Alison.
La celadora acudió en el acto.
¿No te hizo nada?, ¿estás bien?
A cada pregunta, Alison respondió moviendo la cabeza negativa o afirmativamente, según sea el caso.
Sofía Morin la observó irse.
Sus ojos, escondidos entre tanta grasa de la cara, denotaban una gran tristeza, que hasta ahora, nadie ni siquiera Alison habían logrado ver.
Solo Sofía sabía lo doloroso que eran los acontecimientos.
En su mente se repasaba una y otra vez ese día en que vio a sus padres muertos y descuartizados.
La sangre formando un círculo viscoso. Era completamente terrorífico.
"No te voy a vender. Te lo juro", se dijo a sí misma.
Ese episodio de su vida no podría olvidarlo jamás, aunque en el fondo pensaba que se lo tenían bien merecido, no era lo que hubiera deseado para ellos.
En esa cárcel permanecería por los siglos de los siglos.
"No estoy loca, no pasaré el resto de mis días en un manicomio, mejor la cárcel", se dijo con gran tristeza.
.
.
Amor, apenas iba a ir por ti. ¿Cómo te fue?, preguntó Igor dándole un abrazo.
Decidí terminar la entrevista, no soporto el olor a rancio de esa mujer. ¿Acaso no se bañará?
Bueno, al menos ya te agarró confianza.
Sí, pero no logro que me diga lo que quiero saber.
Tranquila, todo tiene que llegar, solo es cuestión de paciencia.
Eso espero, no tolero estar en el mismo cuarto que esa mujer.
Bueno, relájate.
Igor le empezó a dar un masaje en sus hombros.
Ella cerró los ojos y se relajó poco a poco. Las manos de Igor lograban calmarla.
Qué suaves manos tienes, amor. Sigue así.
Ella se dejaba querer, las manos mágicas de él la hacían transportarse al cielo. Luego, Igor se paró frente a ella, se sacó su miembro y se lo puso en la cara.
Ella abrió la boca y lo capturó.
Él dio un pequeño gemido, ella siguió dándole pequeños besos y él disfrutaba de lo lindo. Ella sabía cómo hacerlo disfrutar hasta lo máximo.
Así estuvieron un rato, hasta qué él explotó en su boca.
Voy a bañarme, regreso en seguida, dijo ella.
Está bien, la comida ya está lista.
Igor suspiró hondo, "ella es la mujer que quiero para toda la vida", se dijo.