ENCANTO SOMBRÍO

Con el pasar de los días que se convirtieron en semanas, Kael lentamente se borró de mi cabeza y todo volvió ser habitual para mí.

Pasaron tres largos meses en lo que Stolaz y yo nos acoplamos perfectamente en nuestro trabajo y por supuesto, en mis enseñanzas hacia a él.

Me aseguré que Stolaz se ganará mi confianza para que después “me ayudará” con su ágil olfato a encontrar a un ángel.

Él sabía que no lo estaba utilizando, además con gusto se ofreció ayudarme en lo que deseará.

Debo decir que para ser un Beastfolk era muy gentil conmigo.

A principios de abril solicité un cambio de zona para poder expandir la búsqueda de un ángel.

Eso se significó vivir por cierto tiempo en el centro de la ciudad; un lugar caótico que me revolvía los sentidos por el ruido que se generaba a diario.

Pero al final estuve agradecida.

La grandes ciudades eran lugares donde los ángeles se concentraban para vigilar a los demonios y cuidar de los humanos.

Sin embargo, no era fácil dar con ellos.

La primera semana en la ciudad estuvo demasiado tranquilo para ser verdad.

Nos tocó patrullar por áreas urbanizadas y nos quedamos en un lugar específico que fue la universidad.

Según los rumores en ese enlace, había muchos demonios corrompiendo el espíritu vivaz de aquellos jóvenes que empezaban a consumir alcohol, drogas entre otras adicciones más.

Desde luego que hay demonios que si están autorizados para andar detrás de las almas débiles pero hay algún otro demonio que sobrepasa los límites impuestos y causan problemas a nosotros los vigilantes.

Como es de saberse nuestro trabajo es vigilar y reportar, pero se nos había otorgado una regla extra: “Mandar a sentencia directa todo aquel que causará disturbios sin precedentes.”

La sentencia directa se significaba el destierro sin derecho a replicar.

Todos aquellos demonios que fueron dirigidos al destierro eran literalmente hechos cenizas.

Una regla que para algunos resultó demasiado exagerado, y todo para no entrar en conflictos con los Ángeles.

“¿Acaso los Lords del Inframundo temían iniciar una guerra contra los Arcángeles?”

Mi tío Vlad fue quien dio tal regla y nadie se opuso ante él y su autoridad.

…

—Hoy será otro día tranquilo. —comentó Stolaz con esa misma expresión apacible.

«¿Cómo es que puede tolerar el ruido de la ciudad?»

—Por lo visto si. —le respondí sin ganas de nada.

Al principio la Universidad me pareció un lugar calmado pero con los días se convirtió en un gran bullicio.

Un dolor de cabeza que no soportaba.

Los jóvenes no dejaban de parlotear ni por las mañanas ni por las tardes.

Después de patrullar un rato, nos tomamos un descanso justo a la hora que los jóvenes universitarios se encontraban en receso.

«¿Qué se sentirá estudiar en un lugar como este?», me pregunté con cierta curiosidad.

Estudiar en el Inframundo era aprender a ser “malvados” y poner en práctica nuestros modales como demonios (ya fuera bajo, medio o alto rango).

Hay que tener sabiduría para no caer en la tentación y que sea nuestra perdición.

Incluso tuvimos excursiones en la Tierra para aprender de los humanos.

He pensado que fue absurdo hacerlo.

No recuerdo que haya aprendido nada sobre aquello.

Lancé una mirada periférica al percibir una vibra extraña rondando mis instintos.

Creí que se trataba de otro demonio acechando a uno de los jóvenes.

Al siguiente segundo, una de mis serpientes se reveló sin ser invocada.

«¿Qué carajos…?»

No entendía que había pasado.

Stolaz estaba comiendo un panecillo como para percatarse de lo que sucedía conmigo.

La serpiente actuó de manera errática, haciendo movimientos que me sacaron de órbita.

Entonces, con las piernas casi temblorosas caminé por la vereda, siguiendo la serpiente, ya que de alguna manera sentí que me guiaba a algún lugar.

La serpiente se detuvo y regresó a mí.

«¿En serio que carajos acaba de pasar? ¿Acaso mis serpientes están tomando vida propia?»

Fue enigmático que no encontré una explicación lógica.

Suspiré molesta.

Sin embargo, nuevamente sentí esa vibra rondando mi ser.

Instintivamente, mis ojos se dirigieron al interior de la universidad.

Capté a alguien con un perfil conocido.

Por supuesto que me pareció muy raro.

Quise darme la media vuelta e irme.

Pero…

Pero no pude moverme.

Furtivamente me acerqué a los arbustos para ver más de cerca quién era esa persona que provocó que mi corazón se acelerará.

Él no se encontraba solo, había una chica a su lado, aparentemente conversando.

«Apenas puedo ver su espalda…¿Por qué presiento que lo conozco de algo?»

—Irina, ¿qué estás mirando? —escuché a Stolaz acercándose, pero lo ignoré.

Lo más importante era averiguar porque ese chico me llamaba la atención.

Entonces, se ladeó y pude ver detalladamente aquellas facciones que rápidamente hicieron flash en mi cabeza.

«¿Qué demonios? ¿No puede ser él o si?»

Incrédula observé al chico, alto, con el pelo hacia atrás y vistiendo ropa oscura.

No me equivoqué en lo absoluto.

Estaba muy segura que ese chico era Kael.

¡Era él!

Un estudiante universitario a mis ojos.

Me pareció lo más patético que vi en él después de tres meses que desapareció.

“¡Ja Ja Ja!”

Me carcajee por dentro.

«Ni un mes en la gran ciudad y lo encontré por casualidad…»

Tantas cosas pasaron por mi cabeza; me llene de ira al verlo conversando amenamente con alguien más.

Ni siquiera mostró esa faceta cuando estuve cuidando de él.

No voy a negar que parecía otro chico por su aspecto.

No sé si estaba emocionada por verlo o emocionada por haberlo encontrarlo y hacerlo pagar por su descaro, pero…lo único que deseé en ese momento fue que su mirada se dirigiera hacia a mí y borrará esa estúpida sonrisa de su rostro.

Me pegué tanto en los arbustos que casi resbalo.

—Tsk. Malditas ramas. —mascullé.

Me agaché para quitarme lo que me estorbaba.

Al subir la mirada, sus orbes grises se posaron sobre mí.

Me quedé perpleja por su mirada fija.

Tragué saliva.

Inmediatamente me oculté de él y cubrí mi boca.

«Hicimos contacto visual… Imposible, él no debió verme.»

Sin darme cuenta, Stolaz se encontraba justo a mi lado y en la misma posición que yo.

—Maestra Irina, ¿qué hacemos aquí?

No podía decirle que me ocultaba de un humano.

En primer lugar me pregunté por qué me escondí de él si era ilógico que se percatara de mi presencia.

Además estábamos en modo imperceptible.

Suspiré para controlar mis nervios.

—No es nada. —le dije en voz baja.

Y qué de repente, escuché su voz engrosada y misteriosa que perturbó mis sentidos.

—Acabo de escuchar algo.

—¿En serio? Yo no veo nada. —era la voz chillona de la chica.

—Creo que vi mal. —respondió él.

«¡¿Quiere decir que Kael si logró verme?!»

Escuché como sus pasos se alejaron hasta desaparecer.

Tuve muchas dudas, pero lo que más me causó intriga era saber quién era la chica que estaba con él.

¿Por qué actuaba gentil y dócil?

¿Por qué conmigo se comportó fríamente y despectivo?

¡Exigía una explicación!

Sentí como la sangre hervía de ira.

Quería ir tras él y enfrentarlo…

Restregarle en la cara lo que hice por él y tenerlo de rodillas ante mí…

—Maestra, tu aura se está saliendo de control; a este paso serás visible para los humanos.

Estaba tan enojada que inconscientemente enterré mis uñas en mis brazos.

«¡Maldito humano! Ahora que te encontré, voy a pedirte una explicación.»

—M-Maestra si no se controla, se hará daño.

Dejé que mis malos pensamientos fluyeran para estabilizar mi ira.

—Ya deja de murmurar Stolaz. Estoy bien, simplemente tuve un pequeño ataque interno. —le dije con una sutil sonrisa.

—El descanso terminó; ahora continuemos patrullando.

Él asintió como siempre, y sin hacer preguntas.

Quizás no creyó en mis palabras, pero tampoco revelaría el motivo de mi temperamento.