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Solo Un Deseo

Solo Un Deseo

Status: En proceso
Genre:Romance / Comedia / Amor prohibido / Magia y demonio / Apoyo mutuo / Pacto con el demonio
Popularitas:2k
Nilai: 5
nombre de autor: Mya Lee

Cuando el demonio egocéntrico Dashiell termina atrapado en el mundo humano, conoce a Brooke, una estudiante de arte que oculta sus propios secretos. Transformado en un husky que ella rescata, se convertirá en su inesperado protector. Pero, con Noche Buena acercándose y donde la luna se convertirá en carmesí, Dashiell deberá decidir si volver a su mundo o quedarse junto a la humana que ha empezado a significarlo todo.

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LA PERSPECTIVA DE UN DEMONIO (parte 1)

Todo comenzó con una pregunta: ¿cómo llegué aquí? Es decir, ¿cómo alguien como yo, tan magnífico, tan extraordinario, termino en un lugar como ese? Lo recuerdo bien, porque no soy del tipo que olvida fácilmente. La primera vez que mis pies tocaron este mundo, la primera vez que mis ojos recorrieron la vastedad de este lugar… Fue fascinante, sí, pero también ridículo, como un espectáculo que no sabía si admirar o despreciar.

Este mundo humano… tan vasto, tan lleno de curiosidades y secretos, ahora se mostraba ante mí. Cada rincón me gritaba algo nuevo, algo que no pertenece ni siquiera a la más extravagante de las reliquias que he encontrado en mi existencia. Pero, siendo sincero, es justo ese caos lo que lo hace interesante. El viento esa noche susurraba a mi alrededor, arrastrando consigo un cúmulo de historias que no me pertenecían, pero que parecían llamarme a querer iniciar una. Y esas luces... esas absurdas y constantes luces parpadeando en la distancia. No dejan de moverse, como si este mundo tuviera una necesidad compulsiva de recordarme que todo aquí está en constante movimiento…

Pero, ah, me desvío. Olvidé lo más importante, antes de continuar, creo que es justo que sepas a quién estás escuchando. No soy cualquiera.  No soy un humano insignificante ni una de esas almas mediocres que merodean por aquí. No. Permíteme darte el honor de conocerme, soy Dashiell, un demonio reliquista. Guardián y recolector de aquello que otros consideran perdido o prohibido. No es por presumir, pero soy el mejor, no hay nadie como yo. Mis manos han tocado objetos que los humanos solo pueden soñar o imaginar, reliquias que harían temblar los cimientos de su mundo si supieran que existen.

Y ahora, estoy aquí. En el mundo humano, un lugar tan inferior, pero al mismo tiempo lo suficientemente curioso como para merecer mi atención. Mi presencia aquí no es casualidad… eso creo. Nada en mi vida lo es. He cruzado el umbral entre este mundo y el mío por una razón, aunque admito que aún estoy descifrando por qué sucedió. Bueno, no importa, porque cualquier destino al que llegue siempre termina siendo mío. Asi que déjame contarte como mi historia comienza en este preciso instante…

Los días que pasaron, el tiempo que llevo deambulando por este mundo humano se deslizó como arena entre mis dedos. Cada rincón que recorría era un enigma. Aquí, la naturaleza parecía haber sido derrotada, relegada a pequeños fragmentos de verdor atrapados entre inmensas construcciones. Árboles solitarios, jardines cercados y plantas que luchaban por sobrevivir entre las grietas del pavimento me hablaban de un mundo donde lo natural era casi inexistente.

Enormes estructuras se alzaban como gigantes silenciosos, unas altas y otras pequeñas, extendiéndose hasta donde alcanzaba la vista. Era en esos lugares donde los humanos habitaban, aunque su verdadera esencia parecía estar en un ir y venir. La mayoría de ellos caminaban apresurados de un lado a otro, eran de diferentes estaturas, edades y apariencias físicas, incluso algunos se movían con el rostro absorto en extraños dispositivos que sostenían entre sus manos. Otros parecían discutir consigo mismos mientras hablaban al aire… son muy raros.

Y esas cosas… esas máquinas que se movían por caminos de piedra y metal. Hacían ruido, un rugido constante al desplazarse, y expulsaban un viento negro o grisáceo que impregnaba el ambiente con un aroma asqueroso. Los humanos parecían depender de ellas, usándolas para movilizarse con una precisión casi mecánica. ¿Cómo pueden vivir así? ¿Por qué no caminan? Ahhh, pero no puedo quejarme. Los humanos viven así seguramente. Todo este bullicio, sin descanso, me hacía preguntarme también: ¿realmente están vivos o solo están atrapados en un ciclo que ellos mismos crearon?

En cada rincón había algo nuevo, algo desconocido. Incluso los sonidos parecían nunca cesar: un eco constante de voces, pasos y música que escapaba de los edificios o de esas máquinas pequeñas que los humanos llevaban consigo. Este mundo parecía no dormir nunca, un lugar donde incluso la noche era iluminada por luces artificiales que pintaban sombras irreales en las calles vacías.

En una de mis tantas exploraciones de este caótico mundo humano, mis ojos presenciaron algo que, debo admitir, me dejó perplejo. En un edificio más entre tantos, sin nada especial que lo distinguiera… algo dentro llamó mi atención. A través de una ventana, observé a una pequeña humana, encerrada en lo que parecía ser su morada con objetos color rosa. Era diminuta, frágil, pero con una energía inquieta, como si su propio cuerpo no pudiera contenerla. Estaba rodeada de hojas llenas de marcas y líneas que parecían importantes para ella. Sus ojos se movían con rapidez sobre esas páginas, su mano trazaba garabatos en otra hoja al lado.

Y entonces ocurrió. Su cuerpo se tensó de repente, su pequeña mano voló hacia su pecho, como si algo invisible la estuviera atacando desde dentro. La vi luchar por aire, sus respiraciones rápidas y entrecortadas, me dejó sin aliento. No entendía lo que veía. ¿Era esto normal en los humanos? ¿Un extraño ritual, quizás? En eso, una criatura apareció. Era pequeña, ágil, cubierta de un pelaje suave que reflejaba la luz de forma peculiar. Caminaba con gracia. Sus ojos brillaban con una inteligencia silenciosa, pero lo que más llamó mi atención fue su comportamiento.

El felino se acercó a la pequeña humana con calma, sin titubear, como si supiera exactamente qué debía hacer. Con un gesto deliberado, inclinó su cabeza y la apoyó contra la frente de la pequeña. Era tan simple, tan insignificante... o al menos eso pensé al principio. Pero lo que sucedió después desafió toda lógica. La humana dejó de luchar. Su respiración, antes errática, se fue calmando poco a poco. Con una mano temblorosa, acarició la cabeza del felino y murmuró algo, un susurro apenas audible:

—Estoy bien… ya… estoy bien…

Y como si esas palabras fueran poderosas, la criatura continuó mostrándole su afecto, rozando su cabeza contra ella, permaneciendo cerca, como un protector silencioso. Entonces ocurrió algo que no esperaba. La niña sonrió. Una expresión de paz y alegría, como si toda la tensión que había sentido se hubiera desvanecido en un instante. Luego, como si nada hubiera pasado, volvió a sus hojas y a sus garabatos, dejando que la criatura se acomodara cerca de ella, satisfecho, quizá, de haber cumplido su propósito.

Y ahí estaba yo, contemplando aquella escena sin ser visto, incapaz de apartar la mirada. ¿Qué era esa conexión? ¿Cómo podía una criatura tan pequeña tener ese poder para curar a un humano? Este mundo seguía sorprendiéndome con sus extrañas y, a veces, desconcertantes situaciones.

Poco después, algo más capturó mi atención, algo que, fue mucho más difícil de ignorar. Fue entonces cuando la vi por primera vez... Ella vivía en lo alto, en el último piso de una de esas estructuras humanas, un espacio que parecía ser su refugio. Aunque reducido en tamaño, el lugar emanaba una energía peculiar, una mezcla de desorden y armonía que me intrigó. Había herramientas esparcidas, figuras a medio formar y materiales que no podía identificar fácilmente. Pero lo que más llamó mi atención fue ella, la humana que ocupaba ese espacio como si su universo entero se centrara allí.

Se movía. No, bailaba. Sí, bailaba mientras trabajaba. Su cuerpo seguía el ritmo de una música, y sus movimientos eran deliberados, casi hipnóticos. Con manos cubiertas de polvo y arcilla, moldeaba algo que yo no lograba identificar del todo, algo que parecía cobrar vida bajo su toque. Su concentración era absoluta, como si el resto del mundo simplemente no existiera.

No entendía por qué lo hacía. Los humanos solían dedicar sus noches a descansar, a recargar fuerzas para sus actividades sin fin. Pero no ella. Mientras el resto del mundo dormía, ella creaba. Su energía era diferente, algo que no había percibido antes en ningún otro. Era fascinante. Y, lo más raro, era imposible apartar la mirada. Las horas pasaban, pero ella no parecía notarlo. Era como si estuviera atrapada en un flujo, en una conexión entre el ritmo de la música y el material que moldeaba con sus manos.

Fue ahí, en ese instante… que así empezó todo. Algo en esa humana, en su forma de existir al margen de las reglas de su mundo, despertó en mí… algo inexplicable.

Las noches que siguieron fueron, cómo decirlo... una especie de entretenimiento inesperado para mí. Todo gracias a su peculiar gusto musical. Su música tenía algo contagioso, una energía que resonaba a su alrededor y, de alguna forma, también en mí. No estaba seguro de si debía reírme de mi propia fascinación o simplemente dejarme llevar. Pero antes de que me pierda en esos detalles, supongo que debería describir como es ella ante mis ojos.

Ella... esa humana incluso en un mundo tan ruidoso y lleno de distracciones como este, ella es… Mmm, bueno… tiene una larga cabellera, de un color café cálido, casi como la madera pulida, y cae en suaves mechones que enmarcan su rostro. El cerquillo que lleva esconde apenas su frente, pero deja entrever esos ojos que me recordaban a ciertas frutas en su mejor estado en los jardines de nuestro soberano. Un verde vibrante, lleno de vida… algo refrescante. Su rostro tiene una belleza tranquila, de esas que no necesitan adornos ni alardes. Su piel tenía un matiz delicado, de esos que parecen nunca haber sido tocados por el sol en exceso, suave y uniforme, como si fuera de porcelana. Su nariz era pequeña, sutilmente perfilada, con una curva que añadía un toque de elegancia natural a su rostro. Sus labios eran delgados y finos, con un contorno tan preciso que parecían dibujados con intención.

En cuanto a su figura, era delgada, casi frágil, con una complexión que daba la impresión de que cualquier gesto brusco podría quebrarla. Algo en su manera de moverse reforzaba esa idea, como si cada paso, cada gesto, estuviera cuidadosamente medido. Su estatura parecía la de una humana joven, quizás promedio para su edad, aunque para mí, todas esas cifras carecían de significado. Su apariencia general tenía una gracia tranquila, como si su presencia misma fuera un recordatorio de algo valioso, algo que no debía tocarse a la ligera.

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Isabel Leon
está súper , por favor no deje de publicar
Mya Lee: Ohhh 😸💕 muchas gracias, no te preocupes seguiré actualizando 📖✨🫰🏻
total 1 replies
Dana Jani
me gusto mucho es interesante😊🤩🤩
familia_de_cuatro: yo no tengo nada y😘🎎🎇🎆🇦🇲🏴‍☠️
Mya Lee: Gracias 😸🫰🏻, si te gusta el romance histórico, te recomiendo mi otro libro "Midnight Promises" 💕📖
total 2 replies
SaraWells
Me ha gustado mucho el primer capítulo, se ve interesante, seguiré con la lectura
Mya Lee: Gracias 💕😸, ya casi estamos a la mitad de la historia. Espero que lo disfrutes hasta el final 🫰🏻😼
total 1 replies
Caly
Está historia tiene muy buena pinta, veremos cómo sigue.😜
Mya Lee: Te lo agradezco 💕😸, se harán actualizaciones seguidas asi que espero que lo disfrutes 🫣📖
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