Un viejo enemigo altera la paz y tranquilidad que Bonnie construyó cuando se mudó, ella y su madre están más unidad luego de saber que su hija estuvo apunto de morir. Los amigos de Bonnie, están en constantes discusiones para saber si la buscan o no. Theo y Jia se encuentran con Bonnie e intentan sabotearla. Samantha (Samuel) esta decidida a buscar de nuevo a Bonnie y ganar de su confianza, no quiere volver a perderla.
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Y yo a ti.
Aquella conversación que tuve con Jay, no fue la más reveladora, pero si la más reconfortante, el saber que Jay jamás seria capas de traicionar a Samantha me dejaba más tranquila. Pero como siempre tengo mis dudas.
Samantha y yo nos quedamos en la sala, sentadas en el sofá mirando hacia la ventana. No hace falta hablar, no hace falta hablarnos, solo quedarnos calladas mirando por la ventana. Una empleada entro preguntando si teníamos hambre. A lo que solo asentimos, nos miramos y solo sonreímos.
Caminando hacia la cocina, Samantha me detiene sujetándome del brazo, para ponerme contra la pared y besarme, sujetándome del cuello. Su mano libra solo quiere tocar todo lo que el tiempo le permite, antes que la empleada salga de nuevo a buscarnos. No conforme, me levanta como si fuera un saco de papas, y me lleve de nuevo a la habitación, en donde volvimos.
No importaba nada más que nosotros en este momento, no importaba los errores que ella cometió conmigo, no importaba cuantas veces grite que la odiaba. Ya nada tenía importancia. Solo quiero sentir el momento.
Luego de casi dos horas, tomamos un descanso y aproveche para entrarme a bañar. Ella se quedo en la cama, durmiendo para enfrente del espejo miro mi cuerpo con chupetones y leves marcas mordidas, en mí cuellos senos y abdomen. Desato mi pelo y abro la llave del agua, dejo caer las sabanas en el suelo y entro a la ducha, dejando que el agua relaje mi cuerpo.
Me lavo el pelo y luego mi cuerpo, paso mi mano con la esponja llena de espuma, sintiendo un poco de dolor incluyendo mi entre pierna, pero sobre todo es evidente lo sensible que estoy, su lengua no me dejaba respirar tras los orgasmos que tu ve anoche y hoy. El agua fría llena la tina, abro los ojos mirando el desagüe y veo que está tapado, pero un par de pies detrás de mí. Pongo mis manos sobre la pared, sintiendo sus manos en mi cintura, sus senos chocan contra mi espalda.
Sentir sus labios besando mi nuca cuando apartó mis cabellos a un lado, llevo a que sintiera calor nuevamente. Una de sus manos sube a mis senos y la otra baja, abriendo lentamente mis labios, y empezar a introducirlos. No hacía falta lubricar. Cierro la llave del agua.
—No te mueva… — susurra en mi oído.
—¿Y qué pasa si me muevo? —
—Te castigare. —
Tirando mi trasero hacia atrás, se agacha para besarme. El agua desaparece de la ducha, pero no dejaría que me venciera. Volteo para agacharme y llevarla de a poco hacia atrás, acostándola en la ducha.
Mis mejillas rojas, mis piernas que tiemblan, y mis labios querían probarla. Voy dejando un camino de besos, pasando por sus senos, bajando por su abdomen, hasta llegar a la curva de su sexo, para besar sus labios, siento como sujeta mi cabeza con ambas manos. Sus gemidos empezaron a escucharse cuando mi lengua juego con ella, de la misma manera que ella jugo conmigo. Quiero escuchar gemir aun más, continúo moviéndome a tal punto de verla retorcerse por el placer, uso dos dedos para ver como se sujeta del borde de la ducha y sus músculos se tensan con mi otra manos, le llevo directo a uno de sus pequeños botones, para apretarlos y cuento más rápido me muevo.
Con cada espasmos que ella da, siento que está a punto de acabar, pero no la dejo, justo en ese momento disminuyo los movimientos. Las pequeñas gotas de agua de nuestros cuerpos, fueron reemplazados por gotas de sudor, vuelvo con la rapidez de mi lengua y dedos, que deje que se viniera. Mirando como su cuerpo me muestras como es un orgasmo, agitada con cada espasmo, dejo que descanse pero ella no quiere y me abraza de espalda.
—Acuéstate en el suelo. — ordeno.
—Como guste, ama. — sus mejillas por primera vez se sonrojaron.
—¿Cómo me dijiste? — con su mano me sujeta del mentón.
—Ama. —
Había encontrado su pequeño botón de incentivo y ahora que lo presione, no podría detenerla por nada. Una vez en el suelo, paso mis manos por detrás de mi cabeza, como si fuera un almohadón, agarrando mis pies desde los tobillos, eleva mis piernas poniendo los talones en sus hombros, en concluyas de pies se acomoda encima, haciendo fricción en ambos sexo.
Esa maldita posición, me arrepiento de haber llamado “Ama” pero es tan dominante, que no puedo luchar contra ella y su maldita manera de controlar mi cuerpo, mente y dominación. Nuestros gemidos salen al mismo tiempo, es tan preciso que no quiero que pare. Y de nuevo un orgasmo, al mismo tiempo. Bajo mis piernas de sus hombros y dejo que se acueste encima de mí, el calor de su cuerpo es tan adictivo que quiero tenerla así para siempre.
Agitada y completamente sin poder hablar, Samantha levanta la cabeza para besar y le correspondo el beso, haciendo que la situación se suavice de un poco.
Tan sedienta por su tacto, que continuó besándola. Buscando su respuesta. Y lo logre. Samantha adora apretar me el trasero, acomodo mi pierna derecha entre las suyas moviéndola de arriba abajo. Ahora me toca a mi escucharla gemir, como hace unos segundos, sujeto sus manos por encima de su cabeza, por diferencia de altura, mis senos quedan a la altura de su cara, toma uno con su boca jugando con mi pezón, haciéndome gemir a mí.
—Creo que el juego... te salió al revés. — muerde a un lado del seno.
—¡Auch! — me queje alejando me de ella.
—No te alejes. — estiró sus brazos hacia arriba, haciéndome soltarla.
Ese baño duro casi 3 horas, algo que jamás creo vivir.
Conviví con Samantha por casi 1 semana, conociendo la en todos los sentidos y ella a mi. Jay evitaba que personas de nuestro entorno vinieran a interrumpir nuestro ambiente, eso se lo debo. Volví a casa y mamá aún no había vuelto de estar con papá, no me molestaba porque ahora tengo a Samantha conmigo pero lo que me molestaba era que no me avisara que ella no volvería. O si se quedaría más tiempo con él.
Samantha volvió a su casa, junto a Jay. Me quedé unos segundos después de que se fueron, parada sobre la vereda de mi casa, mirando como los autos van y vienen.
Entró y empiezo a limpiar, pero el sonido del timbre suena. Me acerco pero antes de abrir mirado por el ojo de la puerta y veo que es Kuan-Yin y Brandon junto Hansol.
Al abrir la puerta Brandon no dudo en entrar, como alma que lleva el diablo. Hansol, solo me sonríe pero su sonrisa, dura segundos para luego desaparecer.
—¿Sucede algo? — Ambos se quedan cerca de la puerta de la cocina. — ¿Brandon? —
—Ah, Bonnie no sabemos cómo decírtelo… — su silencio comenzó a asustarme. — pero… —
—Han, déjamelo a mí. — hablo llevándome al sillón, para sentarme y él a mi lado.
—¿Kuan-Yin que sucede? — aparta la mirada, dándome la espalda.
Entre el silencio, el suspenso, mi respiración se agita. Hansol se acerca para mirarme y tomar mis manos, en forma de consuelo.
—Bonnie, escucharme… tienes que decirme la verdad. — Los ojos de Hansol, me penetraron por el enojo que trae encima. — ¿Qué paso hace 9 días? —
—¿Cómo que, que paso? —
—Jia Ogawa, te deporto de nuevo a China, acusándote de intento de homicidio. — Esa noticia me dejo helada.
—¿Qué? ¿Deportarme? Y en cuanto a los 9 días, no paso nada… me quede en casa encerrada. — confesé, confundida.
—Bonnie, Jia dice que la atacaste y que atentaste contra su vida. — Kuan-Yin se levanta para buscar mi bolso.
—Pero eso no es verdad. —
—¿Se puede hacer algo para que no la deporten? — pregunto Hansol.
—La verdad que no. La ley coreana, es muy estricta y tendremos suerte si te dejan pasar al país en un futuro lejano. — informa.
—¿Cuándo tengo que volver a China? —
—Dentro de 24 horas. —
El silencio entre los cuatros, es tan sonoro que el más mínimo ruido no era capaz de romperlo. Tengo más que claro, que algo malo saldría si Samantha y yo, tomábamos la decisión de salir, en todas las relaciones hay muro que tenemos que saltar.
Brando y Kuan-Yin, viajan al consulado China en Busan para saber cuál fue la denuncia que Jia monto sobre mí. Hansol, le avisa a Luka y a Chris de lo que está pasando pero yo no me animo a decirle a Samantha, eso la destrozaría. Hace menos de 8 días comenzamos una relación y yo tengo que volver a mi país.
No permitiría que eso me deprimiera, me fui a mi habitación para comenzar a empacar, si tengo que irme lo hare pero con la frente en alto, y sin que nadie se entere. Solo empacaría una maleta, el resto tendría que pedirle el favor a Kuan-Yin, pero sé muy bien que todos estará encontrar de mi decisión.
La voz de Hansol, acercándose me lleva a detenerme y verlo apoyado sobre el marco de la puerta.
—No estoy escapando. — me defiendo.
—Y si lo estuvieras haciendo, te llevaría con todo honor. — agrego, acercándose.
—Gracias, Han. — se acerca para unirnos en un abrazo.
—Tengo miedo, de no volver. — hable, con la voz temblorosa.
—Si podrás volver, solo dale tiempo a los abogados de Kuan-Yin para que investiguen. — me alejo para mirarlo a los ojos.
—¿Cómo esta mi padre? — esa pregunta lo hace ponerse tenso. —Tranquilo, sabes que no tengo resentimiento. Me alegro que seas tú, el que este con él. —
—Él está mejorando, en poco meses dejara las quimioterapia y volverá a su casa tu madre todos los días, va a visitarlos aun que a veces vuelve llorando. — suspiro sentándome en la cama.
—Mamá, nunca quiso decirme la verdad de sus peleas con papá pero yo siempre lo intuía… — mi voz suena baja.
—Tu madre siempre, intenta convencerlo de que te perdone pero él se niega. — sus palabras quiebran mi corazón.
—Lo sé, es por eso que dejo que mamá haga lo que quiera, porque si le digo que se detenga, tengo miedo que ella se enferme como él. — me tiro hacia atrás mirando el techo.
—Bonnie, quiero decirte algo. — se acuesta mi lado.
—¿Qué cosa? —
—Antes de que Morgan toma su decisión, me llamo. Diciendo que no me alejara de tu padre. — Me levanto. — Morgan me dijo lo que tu padre quería que él tomara tu lugar en la empresa, cuando volvieran de Japón… pero se negó diciéndole que tu eres la mejor en tu trabajo. Y que jamás te traicionaría. —
—¿Porque Morgan nunca me lo dijo? — deja salir una lagrima.
—No lo se, pero Morgan también me pidió que te ayudara y protegiera. —
—Siempre, voy a ayudarte. —
—Y yo a ti. — nos abrazamos.