Olivia Lancaster siempre ha sido la hija perfecta: obediente, refinada y dispuesta a sacrificar su felicidad por el bienestar de su familia. Cuando una crisis financiera amenaza con destruir el imperio empresarial que su padre ha construido, Olivia accede a un matrimonio arreglado con Ethan Montgomery, el frío y misterioso magnate que podría salvarlos de la ruina.
Ethan no está interesado en el amor. Para él, el matrimonio es solo un acuerdo de negocios, una forma de asegurarse el control absoluto sobre la empresa de los Lancaster. Sin embargo, lo que comienza como una relación puramente contractual pronto se convierte en algo mucho más intenso. Olivia despierta en él un deseo que jamás imaginó sentir, un anhelo que desafía todas las reglas que se ha impuesto a sí mismo.
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Capitulo 16
El ambiente en el penthouse era tenso, cargado con una energía eléctrica que parecía impregnar cada rincón de la habitación. Ethan había hecho todo lo posible por establecer el control en su relación con Olivia. Desde el principio, sus reglas habían sido claras: él lideraba, él marcaba el ritmo, y ella seguía. Pero en los últimos días, Olivia había comenzado a desafiar esos límites, mostrando una resistencia que lo desconcertaba y lo atraía al mismo tiempo.
Esa noche, Ethan había planeado una velada perfecta. El fuego crepitaba suavemente en la chimenea, y el vino caro reposaba en las copas sobre la mesa. Olivia, enfundada en un vestido negro que abrazaba sus curvas, lo observaba desde el otro lado de la sala, su mirada era intensa, desafiante. Había algo en la forma en que lo miraba que lo hacía sentir como si el equilibrio de poder estuviera a punto de cambiar, y eso lo intrigaba más de lo que quería admitir.
—Estás preciosa —dijo Ethan, su voz baja, pero cargada de deseo mientras se acercaba lentamente a ella.
Olivia arqueó una ceja, una sonrisa juguetona asomando en sus labios. —Gracias, pero no estoy aquí para que me halagues, Ethan. Hay algo que quiero discutir.
Él frunció el ceño ligeramente. No estaba acostumbrado a que Olivia tomara la iniciativa, menos aún en esos términos. Su instinto de controlar la situación se activó al instante. —¿Discutir? —repitió, intentando mantener su tono despreocupado, aunque el aire en la sala se volvió más denso—. Pensé que esta noche era para disfrutar.
—Eso depende de lo que consideres disfrutar —replicó Olivia, dando un paso adelante, acortando la distancia entre ellos—. Estoy cansada de seguir tus reglas sin cuestionarlas.
Ethan parpadeó, sorprendido. Se había acostumbrado a ser el cazador, el que siempre tenía la ventaja, pero esta vez sentía que algo diferente se cocía bajo la superficie. —Mis reglas son para protegerte, Olivia.
—¿O para controlarme? —La pregunta salió disparada, cargada de ironía, mientras ella se inclinaba hacia él, desafiando el espacio que normalmente mantenían entre ellos.
Ethan sintió un pulso de excitación recorrer su cuerpo, pero también algo más, algo que amenazaba con desestabilizar el control que siempre había tenido sobre sí mismo y sobre ella. Olivia lo miraba con una mezcla de deseo y rebelión que lo desarmaba. En ese momento, comprendió que no estaba preparado para lo que Olivia había comenzado a despertar en él: un deseo insaciable no solo de poseerla, sino de ser igualado por ella.
—Sabes muy bien que soy un hombre de poder, Olivia —dijo, su voz más ronca, mientras alargaba la mano para acariciar su mejilla—. Y ese poder incluye nuestra relación.
Pero Olivia no se apartó. En cambio, se inclinó más cerca, sus labios casi rozando los de él, lo suficiente para tentarlo, pero no para ceder. —El poder puede ser seductor, Ethan. Pero también puede volverse en tu contra si no tienes cuidado.
Ethan inhaló bruscamente. Esa lucha de voluntades lo tenía al borde de su propio control, algo que pocas veces experimentaba. En lugar de sentir frustración, sentía un deseo creciente, una chispa oscura que ella había encendido al desafiarlo. Se acercó a ella, rodeando su cintura con un movimiento rápido, atrayéndola a su pecho, sus bocas tan cerca que podía sentir el aliento cálido de Olivia en sus labios.
—¿Estás jugando conmigo, Olivia? —preguntó en un susurro bajo y profundo.
—Tal vez —respondió ella, su tono cargado de sensualidad—. O tal vez estoy cansada de que seas el único que controle las reglas.
El choque de voluntades explotó en un beso ardiente, uno que no era solo una entrega, sino una batalla en sí misma. Ethan tomó el control, inclinando su cabeza para profundizar el beso, su lengua reclamando la suya con hambre, pero Olivia no se quedaba atrás. Ella respondió con la misma pasión, empujándolo hacia la pared con una fuerza que lo sorprendió y lo excitó aún más. El poder entre ellos se intercambiaba, fluyendo de un lado a otro, en una danza peligrosa de dominación y rendición.
Cuando finalmente se separaron, ambos respiraban con dificultad, sus cuerpos tensos por el deseo insatisfecho que crepitaba entre ellos. Ethan la miró fijamente, sus ojos oscuros con una mezcla de furia y admiración. Nunca había sido desafiado de esa manera, y eso lo encendía más de lo que le gustaría admitir.
—Estás jugando con fuego, Olivia —murmuró, su voz rasposa.
Ella sonrió, pero esta vez su sonrisa no era de ternura, sino de puro desafío. —Y tal vez sea hora de que sientas el calor, Ethan.
En ese momento, él lo supo. Esta mujer no era solo una conquista, no era alguien que se doblegaría a su voluntad como todos los demás. Olivia lo desafiaba, lo igualaba en maneras que nunca había imaginado posibles. Y eso lo dejaba al borde de una rendición que jamás pensó que haría.
—¿Es esto lo que quieres? —preguntó, acorralándola contra la pared, su cuerpo presionando el de ella mientras la miraba con una intensidad que haría que cualquier otra persona se derritiera—. ¿Quieres jugar conmigo, Olivia?
—Quiero más que eso —dijo ella, su voz baja pero llena de determinación—. Quiero que me veas como tu igual. No como alguien a quien puedas controlar.
Ethan sintió una punzada en el pecho. Estaba acostumbrado a la sumisión, al control absoluto, pero con Olivia… ella pedía algo diferente. Algo más profundo. Y aunque su instinto le decía que debía recuperar el mando, una parte de él estaba fascinada, ansiosa por ver hasta dónde podría llegar este juego peligroso entre cazador y presa.
Sin decir más, la cargó en sus brazos, llevándola hacia la habitación. Pero esta vez, sabía que el poder ya no era solo suyo. Ambos estaban jugando un juego en el que las reglas cambiarían, y ninguno de los dos sabía realmente quién terminaría ganando.
Ethan la llevó en brazos hasta la habitación, sus pasos resonando firmemente sobre el piso de madera, pero cada latido de su corazón se aceleraba más. Al llegar a la puerta, la abrió de un empujón suave, sin apartar sus ojos de Olivia. Su cuerpo, tan cerca del de ella, vibraba con una energía incontrolable. La tensión que habían acumulado durante tanto tiempo explotaba en ese momento, pero había algo más que deseo entre ellos ahora. Una batalla sutil por quién tendría el control final.
La depositó suavemente sobre la cama, y Olivia se incorporó de inmediato, sus manos apoyadas detrás de ella mientras lo miraba con esa mezcla de desafío y seducción. Sus ojos brillaban, y aunque su respiración estaba agitada, su determinación era palpable.
—¿Así es como planeas mantener el control, Ethan? —preguntó con una voz cargada de sarcasmo, mientras alzaba una ceja—. ¿Cargarme hasta aquí y esperar que simplemente me rinda?
Ethan sonrió, esa sonrisa peligrosa que siempre utilizaba cuando sabía que tenía la ventaja, pero esta vez no estaba tan seguro de su poder. No cuando ella seguía desafiándolo con cada palabra. —No quiero que te rindas, Olivia —murmuró, acercándose lentamente hasta que sus rodillas rozaron el borde de la cama—. Quiero que luches.
El aire entre ellos parecía chispear con electricidad. Olivia lo observó detenidamente, como si analizara cada movimiento, cada respiración que él tomaba. Y en lugar de ceder, como Ethan había visto en tantas otras ocasiones con otras mujeres, Olivia hizo algo que lo dejó sin aliento. Ella se puso de pie, con una elegancia letal, y lo enfrentó.
—Sabes —dijo ella, mientras acercaba sus manos a los botones de su propio vestido, desabrochándolos uno por uno—, si quieres jugar a esto, Ethan, entonces debes entender algo. No soy de las que se dejan controlar fácilmente.
Él dio un paso atrás, más sorprendido por la osadía de Olivia que por el hecho de que comenzaba a despojarse de su ropa frente a él. Pero no era la sensualidad lo que lo desconcertaba; era la seguridad, la falta de miedo. En ese momento, lo supo: Olivia no era como ninguna otra mujer con la que había estado. No iba a doblarse, no iba a ser domesticada.
Olivia dejó caer el vestido al suelo, quedando frente a él en su ropa interior. No dio un solo paso atrás, no apartó la mirada. Su voz, cuando habló de nuevo, fue suave pero firme.
—Si quieres que esto funcione entre nosotros, Ethan, tendrás que aceptar algo. Aquí no hay un único líder. Ambos estamos en esto, juntos. O no estamos en absoluto.
Ethan sintió cómo su respiración se entrecortaba. Ninguna mujer le había hablado de esa manera. Ninguna había osado desafiarlo de tal forma. Pero lejos de enfurecerse, sintió un profundo deseo, más intenso de lo que había sentido jamás. Era como si ese desafío lo empujara a ir más lejos, a querer más de ella, a descubrir hasta dónde estaba dispuesta a llegar.
—Eres increíble —dijo, su voz baja, oscura, mientras se acercaba a ella—. Pero no creas que me voy a rendir tan fácilmente.
Olivia lo miró, sus labios curvándose en una sonrisa cargada de peligro. —Nunca te pediría que lo hicieras.
ADEMÁS QUIERO REITERAR, QUE ESTA MUUUUUUY BIEN ESCRITA. GRACIASSSSSSS A LA AUTORA POR ESTA HISTORIA Y FELICITACIONES