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La Verdad Tras Historias

La Verdad Tras Historias

Status: En proceso
Genre:Terror / Venganza / Mafia / Traiciones y engaños / Pretendiendo ser otra persona / Secuestro y encarcelamiento
Popularitas:681
Nilai: 5
nombre de autor: AllisonLeon

En una pequeña sala oscura, un joven se encuentra cara a cara con Madame Mey, una narradora enigmática cuyas historias parecen más reales de lo que deberían ser. Con cada palabra, Madame Mey teje relatos llenos de misterio y venganza, llevando al joven por un sendero donde el pasado y el presente se entrelazan de formas inquietantes.

Obsesionado por la primera historia que escucha, el joven se ve atraído una y otra vez hacia esa sala, buscando respuestas a las preguntas que lo atormentan. Pero mientras Madame Mey continúa relatando vidas marcadas por traiciones, cambios de identidad, y venganzas sangrientas, el joven comienza a preguntarse si está descubriendo secretos ajenos... o si está atrapado en un relato del que no podrá escapar.

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Pequeña joven

Alistair, extasiado por el acto, siguió golpeando a la niña hasta que su cuerpo finalmente dejó de moverse. Una última lágrima, mezclada con sangre, cayó por su mejilla antes de que su vida se extinguiera por completo.

Alistair se detuvo, respirando con dificultad. Se giró hacia Cariot, con una expresión de satisfacción oscura en su rostro.

—¿No es hermoso? —murmuró, casi con reverencia—. Cada muerte es una obra de arte... y tú has sido testigo de mi creación.

Pero Cariot no respondió. Solo observó, su rostro tan imperturbable como siempre. Alistair esperaba una reacción, cualquier cosa, pero su fría calma lo dejó desconcertado. Su sonrisa vaciló por un breve segundo, una duda pasajera cruzó por su mente.

Era como si ella, en su silencio, estuviera mirando algo que él no podía ver. Algo que él no podría controlar.

Los días que siguieron, Lord Alistair observó con detenimiento a Cariot. Había esperado que, al estar bajo su control, tarde o temprano la chica mostraría algún signo de debilidad, de miedo... o al menos, de obediencia. Pero no ocurrió nada de eso.

Al principio, Alistair la trataba con una frialdad calculada. No hubo violencia, pero sí una tensión constante. Él la observaba en todo momento, como si estuviera esperando algo. Los días se convirtieron en semanas, y Alistair seguía midiendo cada uno de sus movimientos. Cuando le ordenaba realizar tareas simples, lo hacía más como un experimento que como una necesidad. Sabía que, de algún modo, él estaba probando su voluntad.

Cariot, por su parte, se mantenía en silencio. Sus movimientos eran medidos, sus palabras inexistentes. En su mente, el silencio era su única arma. Cada día en esa mansión era una prueba, no solo de resistencia física, sino de control mental. Alistair quería romperla, y ella lo sabía. Pero lo que él no comprendía era que Cariot ya había sido rota una vez. Y no dejaría que sucediera de nuevo.

A veces, Cariot veía a las otras chicas. Pasaban como fantasmas por los pasillos, con la mirada baja y el miedo clavado en sus cuerpos. Algunas se atrevían a hablar entre ellas en susurros, pero ninguna se atrevía a acercarse a Cariot. Había algo en su presencia que las mantenía alejadas, algo en su calma que les resultaba inquietante. Quizás porque veían en ella lo que ellas ya habían perdido: la voluntad de resistir.

Una noche, mientras limpiaba una de las habitaciones cercanas al gran salón, escuchó un ruido detrás de una puerta cerrada. Los sollozos suaves de una de las chicas resonaban en la oscuridad. Cariot no se movió. Sabía lo que ocurría allí. Alistair disfrutaba de los gritos, de las súplicas desesperadas. Pero ella no tenía intención de convertirse en una más. No iba a permitirlo.

Cada mañana, ella cumplía las órdenes que le eran dadas, silenciosa y eficiente, moviéndose como una sombra por la mansión, invisible y al mismo tiempo ineludible. Los otros sirvientes apenas se atrevían a mirarla. Había algo en su presencia que les provocaba una incomodidad que no podían explicar.

Alistair se daba cuenta de ello. Y eso solo lo enfurecía más.

Una noche, Alistair decidió llevar la prueba a otro nivel. Estaba sentado en el comedor, con un banquete servido frente a él. A su lado, Cariot, vestida con su usual uniforme oscuro, esperaba, sus manos enguantadas, su rostro tan inexpresivo como siempre.

—Hoy tú cortarás mi comida —ordenó él, mientras su mirada oscura se clavaba en ella.

Cariot se acercó a la mesa con la misma tranquilidad que siempre. Tomó el cuchillo y el tenedor y comenzó a cortar la carne con movimientos precisos, como si hubiera nacido para hacerlo.

Alistair la observaba en silencio, esperando ver algo, una señal de que estaba incómoda o nerviosa. Pero no había nada. Sus movimientos eran meticulosos, su mirada baja, concentrada en el acto. Cada vez que el cuchillo rozaba la porcelana del plato, un sonido agudo cortaba el silencio de la habitación.

Finalmente, cuando el plato estaba perfectamente preparado, Cariot dejó los utensilios sobre la mesa y dio un paso atrás, esperando la próxima orden.

Alistair tomó el tenedor, pero no probó la comida. En lugar de eso, lo hizo girar entre sus dedos, sus ojos fijos en la figura impasible de Cariot. El silencio entre ellos era denso, como una cuerda a punto de romperse.

—Dime, Cariot —dijo, su voz baja pero llena de una amenaza velada—. ¿Qué te haría hablar? ¿Acaso no tienes nada que decir? —Alistair se inclinó hacia adelante, sus ojos buscando cualquier rastro de emoción en los de ella—. ¿O es que realmente no puedes?

El silencio de Cariot seguía siendo su único escudo, pero esta vez, sus labios se curvaron en una leve sonrisa, casi imperceptible. Una sonrisa que hizo que algo se agitara en el interior de Alistair.

—Sonríes, pero no hablas... interesante —murmuró, su tono mostrando una frustración creciente.

La rabia comenzó a arder bajo la piel de Alistair. ¿Por qué esta chica no mostraba nada? ¿Por qué ni siquiera le daba la satisfacción de una respuesta?

Sin previo aviso, su mano se movió rápidamente, y el tenedor que había estado girando en sus dedos se estrelló contra la mesa, clavándose en la madera con fuerza.

Pero Cariot ni siquiera pestañeó. La pequeña sonrisa que había mostrado seguía ahí, como si supiera algo que él no podía entender.

Alistair la miró, sin saber si ese gesto era una provocación o una burla silenciosa. Todo lo que sabía era que, por alguna razón, ella estaba ganando.

Se levantó bruscamente de la silla, acercándose a ella hasta que solo unos pocos centímetros los separaban.

—Hablarás. Es solo cuestión de tiempo —dijo en voz baja, tan cerca de ella que pudo ver el brillo gélido en sus ojos—. Y cuando lo hagas... será demasiado tarde para ti.

Cariot lo miró directamente por primera vez desde que había llegado. No había miedo en sus ojos. Solo esa frialdad impenetrable, una calma que le recordaba el filo de una cuchilla. Ella inclinó la cabeza ligeramente, un gesto casi de sumisión. Pero cuando sus miradas se cruzaron, Alistair sintió que la balanza del poder había cambiado una vez más.

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Elizabeth Yepez
los chicos cayó en manos de la loca
Elizabeth Yepez
que irá hacer esa loca con los niños
Elizabeth Yepez
que solución tiene Elena para esos niños
Elizabeth Yepez
más capitulo está buenísima
Ako (twins): Mañana sale el otro capítulo, me alegra que te guste 😊😃😙
total 1 replies
Elizabeth Yepez
cairot ganó su libertad
Elizabeth Yepez
ese tipo es un monstruo pervertido sádico
Elizabeth Yepez
ahora qué va a pasar con el chico
Elizabeth Yepez
autora me imaginé muchas cosas pero nunca sospeché que ella los mató a todos,
Elizabeth Yepez
que nervios que va a suceder
Elizabeth Yepez
por Dios está loca de remate es una psicópata
Elizabeth Yepez
por Dios está loca de remate es una psicópata
Elizabeth Yepez
así que es ancipiti la que mata no lo esperaba
Elizabeth Yepez
debe ser Robert que desaparece a las mujeres
Elizabeth Yepez
no me jodas pensé que ella estaba fingiendo la perdida de memoria
Elizabeth Yepez
no me jodas pensé que ella estaba fingiendo la perdida de memoria
Elizabeth Yepez
que perro es ese Robert
Elizabeth Yepez
me encanta seguiré leyendo
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