Julia siempre ha sido una mujer de carácter fuerte, marcada por un pasado trágico que la dejó sin fe en el amor. Como hija de un CEO millonario, su vida está rodeada de lujos, pero también de heridas: su madre, destrozada por las infidelidades de su padre, terminó quitándose la vida. Ahora, su padre insiste en que Julia se case, organizando citas con hombres que él considera "adecuados". Pero Julia tiene un plan: sabotearlas todas.
Todo cambia una noche, cuando Julia, cansada de las manipulaciones de su padre, llega a una cita y, por error, se sienta en la mesa equivocada. Sin saberlo, su mordaz actitud y su lengua afilada despiertan el interés de un hombre que no es su cita: un peligroso mafioso acostumbrado a obtener lo que quiere. Fascinado por su audacia, él queda obsesionado con conquistarla, sin importar el costo.
Lo que comienza como un juego de poder y seducción pronto se convierte en una atracción incontrolable que arrastra
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capitulo 12
La mansión de Julia siempre había sido un lugar de tensiones no resueltas, de secretos guardados en las paredes. Había algo en la atmósfera que se sentía denso, como si cada rincón estuviera esperando a estallar. Ese día no fue la excepción. Julia se encontraba en la sala, sumida en pensamientos que no quería enfrentar, cuando la voz de Camila, su media hermana, irrumpió en el aire. La indiferencia que Julia había tratado de mantener se desvaneció en un instante.
—¿Sabías que Javier y yo estamos saliendo ahora? —preguntó Camila, alzando la vista de su teléfono con una sonrisa que denotaba satisfacción.
Julia levantó la cabeza lentamente, sus ojos reflejando una mezcla de indiferencia y cansancio. Javier había sido su exnovio hacía un tiempo, pero lo que realmente le molestaba no era que Camila estuviera con él, sino la forma en la que lo proclamaba como un trofeo, como si intentara frotárselo en la cara. Pero Julia no iba a ceder a eso. En su mente, este tipo de confrontaciones no valían la pena.
—Me da igual, Camila —respondió con calma, tratando de ocultar cualquier vestigio de molestia en su voz.
Camila frunció el ceño, sorprendida por la falta de reacción de Julia. No estaba acostumbrada a que su hermana mayor no se sintiera afectada por algo tan evidente como esto. Pero, en lugar de callarse, optó por algo mucho más cruel.
—Oh, ¿de verdad? Pensé que te dolería —dijo con sarcasmo, acercándose más a ella—. Tal vez deberías dejar de aferrarte tanto al pasado, ¿no? Como si lo que mamá te dejó aún tuviera alguna importancia.
Julia se tensó, y en ese momento la paciencia que había intentado mantener se desbordó. Camila había cruzado una línea, mencionando algo que nunca se tocaba: su madre. La relación de Julia con su madre siempre había sido compleja, especialmente desde su fallecimiento, pero ese cuadro que había quedado de ella, la última obra que había pintado, siempre había sido su ancla emocional. Era lo único que quedaba de ella, lo único que realmente tenía sentido. La dedicatoria que su madre había escrito con tanto cariño, esas palabras que solo Julia conocía, eran lo único que la mantenía conectada con su pasado.
—¡No tienes derecho a hablar de eso! —gritó Julia, levantándose de golpe. Su voz temblaba de furia mientras miraba a Camila, quien la observaba con una mezcla de burla y desdén.
Sin embargo, Camila no se detuvo. En un movimiento impulsivo, empujó un cuadro que había estado colgado en la pared, un cuadro que su madre había pintado años atrás. El sonido del vidrio rompiéndose y la caída del marco sobre el suelo hizo eco en la sala, y el corazón de Julia dio un vuelco. Allí estaba, el cuadro de su madre, destrozado en pedazos. La dedicatoria ya no era legible, las palabras de su madre se habían desvanecido junto con la obra. Julia no podía procesarlo.
—¡Eres una maldita! —exclamó, las lágrimas comenzando a brotar, pero sin permitir que la tristeza la dominara.
Camila, viendo el dolor en los ojos de Julia, sonrió con suficiencia.
—Era solo un cuadro, Julia —dijo, como si no fuera más que un simple objeto—. Tal vez deberías dejar de aferrarte a esas tonterías.
En ese momento, las puertas de la mansión se abrieron de golpe con un estruendo. La figura de Adrián apareció en el umbral, su presencia imponente y decidida. Nadie lo había oído entrar, pero estaba allí, y su mirada fría y calculadora recorrió la escena con rapidez. No podía dejar que Julia estuviera allí, sufriendo en silencio, sin hacer nada.
—¿Qué demonios está pasando aquí? —su voz sonó como un trueno en la sala, y todos se quedaron paralizados por un instante.
Adrián no esperaba a que nadie le diera explicaciones. No le importaba. Caminó con rapidez hacia Julia, ignorando a Patricia y a Camila. Su única prioridad en ese momento era asegurarse de que ella estuviera bien, de que nada más le pasara.
—¡¿Quién diablos eres?! —gritó Patricia, la madrastra de Julia, al ver la entrada de Adrián.
Pero Adrián ni siquiera la miró. Su mirada seguía fija en Julia, que ahora estaba arrodillada en el suelo, rodeada de los fragmentos rotos de su madre. No podía dejar que ese cuadro, su último vestigio, fuera destruido sin que él hiciera algo.
Se acercó rápidamente a Julia, sin decir una palabra, y la levantó en brazos, ignorando la incomodidad de la situación. Julia, sorprendida por su actitud, no hizo nada por apartarse. Solo lo miraba, en silencio, mientras él la sostenía con firmeza. La tomaba como si fuera lo más valioso del mundo.
—Vamos —dijo Adrián, con voz suave, pero con una determinación que no admitía discusión—. Te vas de aquí ahora mismo.
Camila, aún furiosa, se levantó y dio un paso adelante, bloqueando el camino.
—¡Suéltala, maldito! —gritó, intentando empujar a Adrián para que dejara de cargar Julia. Pero él la miró con desprecio, sin moverse un ápice.
—No te atrevas a tocarla —dijo Adrián, su tono de voz tan firme que hizo que Camila retrocediera.
La situación se volvía cada vez más caótica. Patricia, mirando la escena desde un costado, parecía perpleja, sin saber qué hacer. Sin embargo, Adrián no iba a dejar que Julia se quedara allí ni un segundo más. El daño ya estaba hecho,
Con un movimiento rápido, derribó la puerta de la sala, como si fuera lo más natural del mundo. Patricia no tuvo tiempo de reaccionar. Ni siquiera pudo gritar cuando Adrián y Julia salieron de la casa.
El la subió a su automóvil para llevarla a su departamento lujoso, mientras iban Julia no mostraba ninguna emoción era como si estuviera en shock, una traba emocional Adrián no podía dejar de estar preocupado por ella
o quizá se refiere a eilana o como se llame 🤔