En "En las profundidades de este mar oscuro," la protagonista, una exitosa pianista y escritora, se despierta desorientada en una cama con un hombre mirándola con desprecio. Al intentar recordar cómo llegó allí, se desvela una cadena de eventos espantosos: huía de su prometido, Ian, quien planeaba asesinarla. Tras descubrir una conspiración entre Ian y su amante para sacrificarla, es apuñalada y apenas logra escapar del edificio donde sucedió el ataque. Durante su huida, llama a su madre para alertarla sobre la traición de Ian y pedirle que investigue. Finalmente, gravemente herida, es rescatada por paramédicos y se enfrenta a una enigmática figura de otro mundo, aceptando una nueva vida para proteger a sus seres queridos.
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La Trampa Perfecta
De camino a uno de mis negocios, específicamente para escoger un nuevo gerente y director, los pasos de mi guardaespaldas eran tan silenciosos que nuestra presencia pasó desapercibida al entrar, sorprendiendo a todos los empleados.
—Buenos días —saludé mientras la encargada me reconocía—. Llévame a la mesa junto a la ventana —dije, y ella asintió rápidamente devolviéndome el saludo.
Caminamos por un pequeño pasillo hasta llegar al salón principal. Sonreí con satisfacción al ver el fruto de meses de trabajo incansable. Aunque el lugar no tenía un nombre especialmente destacado, su estructura era completamente diferente, única.
—¡Hey! —gritaba Lara desde el otro lado de una de las mesas.
El salón principal, llamado "La mesa junto a la ventana", me hizo sonreír al acercarme. Lara hizo una seña para que trajeran los platillos, lo cual no me molestaba; ella me conocía mejor que nadie.
—¿Qué quieres saber? —le pregunté, reconociendo esa mirada inquisitiva que tanto conocía.
Tras unos momentos de reflexión, Lara se atrevió a hacer la pregunta que también rondaba en la mente de Jack desde hacía días.
—¿Cuándo nos vamos? —dijo sin rodeos.
—¿A dónde? —pregunté, un tanto confundido.
—Ya sabes... A poner en su lugar a ese tonto —respondió mientras sacaba unos papeles—. Necesito armar tu plan a la perfección.
Me mostró tres propuestas diferentes. Me conmovió y a la vez me dio risa, pero no podía hacerle eso tras sus esfuerzos.
—¿Deberíamos? —le dije sin rodeos.
Ella se quedó callada por un breve momento, guardando sus planes con una expresión dudosa.
—Supongo —dijo, pero luego se contradijo—. No, no deberíamos.
—Así es, no deberíamos y no lo vamos a hacer —dije mientras traían nuestro postre—. Pero eso no significa que seremos blandos con los traidores. No tienen por qué preocuparse por esos detalles.
Lara parecía algo molesta por mis palabras. Justo en ese momento llegaron los postres que habíamos pedido.
—No te enfades —dije ofreciéndole un poco de su postre—. No se preocupen por ahora. Recuerda que, al igual que un depredador, debo saber el momento perfecto para atacar.
Lara asintió mientras comía su postre.
—¿Así que vas a morderlo? —preguntó.
—Más bien, destrozarlo —dije con una leve sonrisa—. Aunque no necesariamente tenemos que ir por nuestra presa, podemos atraerla.
Jack salió un momento tras pedir mi permiso para contestar una llamada.
—Entonces... ¿Vas a enviar una carnada? —preguntó Lara mientras pedía que sirvieran té.
—Exactamente —dije sonriendo—. Esperar el momento oportuno no significa quedarme sentado sin hacer nada.
Antes de que Lara pudiera reaccionar a lo que dije, Jack entró apresurado.
—Mi señor, debemos irnos inmediatamente.
—¿Qué sucede? —pregunté mientras servía un poco de agua a Lara.
Jack se acercó a mi oído, y me hice atrás por reflejo para luego acercarme de nuevo.
—Me llamó una de las sirvientas leales, señor. El joven Westen está buscándolo.
—¿Por qué no lo dices directamente y excluyes a Lara? —dije, viendo a una enfadada Lara—. ¿Quieres que te lance su vaso de agua?
—Lo lamento, señorita Lara —se disculpó Jack—. Es la costumbre con mi señor.
—Así que esto es a lo que te referías con atrapar tu presa —dijo Lara mientras me levantaba de mi lugar.
—Lara, me retiro antes de que él venga y haga un berrinche aquí —dije, despidiéndome—. Nos vemos en la oficina mañana.
Cuando llegamos al estacionamiento, el día era hermoso. Jack caminaba a mi lado en silencio.
—¿Me dirijo donde está su prometido? —preguntó Jack, encendiendo el auto.
—No es necesario apresurarnos —dije mientras me ponía el cinturón de seguridad—. Primero, llévame a ver a Lady Ross.
El viaje fue tranquilo, aunque mi celular no paraba de sonar. Primero eran llamadas de Dick, luego de Lady Ross. Contesté cuando hizo la segunda llamada.
—¿Ansel? Habla la asistente de Lady Ross. Algo ha pasado con su prometido. Mi jefa me pidió que te contactara porque al parecer hay problemas en la residencia.
—Comprendo. Enseguida llegaré.
Le di indicaciones a Jack para regresar a la residencia. Al llegar, noté a varios sirvientes limpiando el piso. En el salón principal, encontré a Dick golpeado y a Lady Ross, quien, al notar mi presencia, se levantó de golpe. Fue detenida por Lady Ross, quien, enfadada, me lanzó un juego de té. Jack me movió para evitar el impacto.
—Ansel… Creo que mi hijo no está en sus sentidos. Discúlpalo —dijo Lady Ross, dirigiéndome una mirada amable.
Mientras les servía una taza de té, mantuve una sonrisa, aunque deseaba golpear a Dick.
—Lo sé... Estoy acostumbrado —dije, entregando un sobre con fotografías—. Pero el enojado debería ser yo, ¿no es así? —dije, manteniendo mi sonrisa amable.