Mi Ala

El hombre caminaba hacia un pueblo (humano).

No había visitado su ciudad natal en años, añorando profundamente a su familia: su madre, su padre y su hermana menor, que acababa de dar a luz a gemelos.

Una amplia sonrisa adornaba su rostro, pero a medida que se acercaba, vio todas las casas envueltas en intensas llamas. No había nadie en las calles, solo casas arruinadas y fuego.

Corrió frenéticamente, buscando a su familia, pero solo encontró cuerpos carbonizados en una de las casas. No podía comprender lo que había sucedido.

Todos en su ciudad natal, todos los que vivían allí, estaban muertos. Muchos se habían convertido en cenizas.

Se dio cuenta de lo que podría haber causado esta calamidad: un dragón rojo con cuatro cuernos que volaba en la distancia, probablemente causando más muerte y destrucción.

Estaba completamente devastado, llorando cerca de las cenizas de su familia o lo que quedaba de ellas. Todo lo que podía pensar era en matar a ese dragón, sin importar el costo. Lo mataría, lo que fuera necesario.

Entonces, el hombre se despertó de su pesadilla, que había sido una memoria terrible que deseaba olvidar—su familia fallecida.

"¿Dónde estás, maldito?!" gritó en voz alta, acurrucándose nuevamente y llorando en silencio.

Al llegar a su hogar, Kiay simplemente les pidió que dejaran todo en la cueva y luego bajaran a hablar con los nuevos residentes que estaban esperando al pie de la empinada montaña.

"Rimei e Igris, vengan, y los demás organicen todo. Y Jul, ¿una comida decente, verdad?" Kiay le pidió a Alada que los dejara abajo.

Al llegar abajo, los demás estaban asustados por el tamaño de Alada y se apartaron de ella.

"Calma, hemos venido a hablar. Solo las mujeres vinieron a mi tribu. ¿De acuerdo? Entonces." dijo Kiay.

"Sí, vinimos por orden de Hosfast y porque nuestro pueblo fue atacado por los perros del sur, vinimos con lo que teníamos a mano." dijo una felina humanoide con manchas rojas en su cuerpo.

"¿Cuál es tu nombre?" preguntó Kiay.

"Mi nombre es Kias. Soy de la tribu, ex miembro de la tribu de los Gatos del Suroeste." respondió Kias.

"Entonces, yo soy la líder de la tribu Dwiam. Si se quedan aquí, obedecerán todas mis órdenes. ¿Entienden?" dijo Kiay.

Un adolescente lobo humanoide de pelaje marrón y ojos verdes con una lanza se acercó. "No te obedeceré, ni siquiera sé quién eres, y ni siquiera sé si eres una guerrera. Pareces mucho más joven que yo."

"¿Es así? Entonces puedes irte. No necesito cobardes y débiles. Los que quieran venir conmigo y obedecerme, vengan y formen una fila. Quien no quiera ir y no quiera hacer esto, vuelva de donde vino. No será extrañado." Kiay lo miró con desdén.

"¡Tú!" Él apuntó la lanza hacia Kiay, quien esquivó el ataque, y luego Igris le dio un puñetazo en la cabeza, dejándolo inconsciente.

"¿Alguien más?" preguntó Igris.

"Pero no seré amable con los idiotas como tú. Si actúas de una manera tan molesta y grosera... haremos lo mismo que le hicimos a él... Entonces, ¿alguien más?" Kiay simplemente se quedó en frente de la montaña.

Nadie hizo nada ni dijo nada grosero, y los jóvenes estaban molestos, pero no dijeron nada. Luego, comenzaron a separarse, con un grupo a la derecha queriendo irse y aquellos que iban a la izquierda con el lobo grosero.

En total, todas las madres y los niños con ella se quedaron del lado de Kiay, y los jóvenes se quedaron del lado izquierdo.

Varios jóvenes comenzaron a discutir entre ellos, algunos apoyaron al lobo grosero y otros dijeron que se merecía el golpe y que estaba equivocado.

"Hey, ¿ya decidieron todos?" preguntó Rimei.

Alada comenzó a llevar a los residentes en grupos de cinco mujeres y cinco niños sobre Alada.

Luego solo quedaron diez de los 20 jóvenes, y se separaron.

La mayoría ya había decidido porque había dos grupos entre ellos, uno más tranquilo y sensato, y el otro grosero y valiente.

Estaba claro que el lobo era del grupo grosero, y aquellos que se quedaron con él pertenecían a su grupo, y aquellos que no se quedaron eran del grupo de jóvenes guerreros liderados por un líder y un segundo líder.

Su grupo se acercó a Kiay y simplemente inclinó la cabeza. "Seguiremos tus órdenes, solo cuídanos."

Kiay aceptó, y Rimei los guió para subir, sobre Alada.

Kiay los miró y señaló a Alada, "Lo siento, ¿nunca han montado en un simple pájaro conocido como el guardián de las montañas, verdad?" se apartó para mostrar su lengua.

El otro lobo estaba molesto con ella, "¡Esta niña! ¿Cómo se atreve a humillarnos así?! ¡Tendrá que regresar, niña!" le habló a los demás de su grupo.

"¿Qué decías? Dependiendo del contenido, te mataré." dijo Igris.

"¿Igris?!"

"Sí, soy Igris... ¿algún problema?" preguntó Igris.

"No, y que has cambiado tanto, ni siquiera te reconocí, jeje."

"Bueno, he cambiado mucho desde que llegué aquí, nada ha sido fácil, así que, no has cambiado en absoluto, todavía estás del lado de este idiota, así que fue bueno hacer lo que dijo."