Leonardo es un joven y atractivo CEO que no cree en el amor, ni en el matrimonio. Ama su libertad y su licenciosa vida y así es muy feliz, pero una cláusula dejada en el testamento por su padre antes de morir, lo obliga a casarse en el plazo de un año para obtener su herencia. Dispuesto a no perderla, a Leonardo se le ocurre una brillante idea. Le ordena a su secretaria publicar un anuncio buscando una hermosa mujer que finja ser su esposa por dos años. No ha sido nada fácil la elección, las que responden el anuncio no son de su agrado. Pero entonces un día se presenta en la empresa una bellísima y sensual mujer buscando empleo. Cuando Leonardo la vió no dudó ni por un instante en elegirla. ¡No busquen más! Ella será mi futura esposa. ¿Aceptará Anya casarse con este playboy? ¿Y si se casan, se convertirá este falso matrimonio en UN AMOR DE VERDAD?
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CAPÍTULO 6.
Al día siguiente, Anya se levantó muy temprano. Preparó el desayuno para ella y su familia. No le quiso decir a su madre el motivo para ir tan temprano a la ciudad. Si algo no salía bien, no quería desilusionarla. Mejor esperaba el resultado de la entrevista.
No sabía cómo vestirse. Volcó sobre su pequeña cama casi toda su ropa. ¿En pantalón o en falda? Faldas tenía muy pocas. Dos vestidos sencillos. Pantalones muchos, pero la mayoría eran bluyines viejos, rotos y desteñidos que usaba para ir a la universidad y a la veterinaria.
En la veterinaria los disimulaba con su bata blanca. ¿Pero para presentarse en una empresa tan distinguida? No tenía nada apropiado. Su dinero no lo gastaba en esas excentricidades. Son lujos que no se podía permitir. Siempre en su casa habían otras necesidades que atender.
Luego de vestirse como mejor le pareció, tomó su hoja de vida y la metió en su cartera. Se despidió velozmente de su familia y salió a tomar el autobús que la dejaría a unas cuantas cuadras de la empresa, en un horario perfecto.
Pero el autobús voló y llegó muy rápido. ¿Qué hacer mientras el reloj marcara las 8:30? Aún faltaba media hora. Para colmo de males empezó a llover a cántaros. No tenía paraguas.
Decidió tomar un café y esperar dentro de una cafetería. Cuando vió que solo faltaban diez minutos para ir a la entrevista salió a la calle. En el preciso instante que se detiene para cruzar la calle, un lujosísimo auto color amarillo claro pasó sobre el charco que tenía enfrente y la bañó completamente.
¡No lo podía creer! El infeliz conductor la había bañado toda. Había arruinado su pelo, su maquillaje, su ropa y sus esperanzas de encontrar un excelente empleo. Miró a su alrededor y vio que algunos la miraban con tristeza y otros con una disimulada sonrisa de burla.
¿Qué debía hacer? 😳 😳 Moría de coraje. En fragmentos de segundos visualizó su máxima preocupación: Su hermanita Angie. Si bien era cierto que la veterinaria estaba funcionando prósperamente, cabía la posibilidad de que las ganancias no cubrieran los eventuales gastos que se requirieran en el futuro para atender la desconocida enfermedad que aquejaba a Angie.
Decidida a darlo todo por el bien de su hermanita, buscó dentro de su cartera un kleenex y secó su cara. Con sus manos escurrió un poco el agua de su cabello, ajustó su mojada ropa y con paso firme se dirigió al imponente edificio empresarial.
—Buenos días Emilia.
—Oh Anya, por Dios! ¿Qué te sucedió?
—Un infeliz conductor de un lujoso auto amarillo, pasó velozmente enfrente de mi justo donde había un charco de agua. Escúchame Emilia, quiero regresar a casa. Así no me puedo presentar para la entrevista.
—¿Tu crees que me puedes disculpar con la jefe de personal, dada la lavada que me dieron? Yo regreso mañana. Así no quiero que me vean…
De los hermosos ojos de Anya empezaron a brotar lágrimas… Emilia muy condolida salió de su escritorio y la tomó de la mano.
—No, no Anya. Ven, vamos al baño. Primero permíteme avisarle a Tina lo que sucedió.
Luego de contarle a Tina lo sucedido, las dos mujeres se dirigen al baño. Emilia recuerda que tiene entre sus cosas guardadas una chaqueta y una blusa que bien pudieran servirle a Anya.
—Toma, pruébate esta chaqueta, te debe quedar bien. Las dos tenemos casi el mismo tamaño. Acá hay toallas, jabón, un cepillo para el pelo. Cuando termines, te acompaño donde Tina.
Mientras tanto en el séptimo piso, un Leonardo impaciente, pues ya pasan las ocho y media de la mañana, llama ansioso a Tina.
—Tina, qué sabes de mi ángel perverso, aún no llega.
—Sr Leonardo, ella ya llegó, está en la recepción. Lo que sucede es que el conductor de un “lujoso auto amarillo” se divirtió mucho esta mañana. Pasó velozmente sobre el charco que estaba de frente a ella y la lavó completica.
—¡Dios! ¡No me digas que fue Víctor, mi chofer!
—Pues, dada la hora y la descripción de la chica, estoy segura un 100 por ciento que fueron ustedes los culpables. ¡ Qué vergüenza sr Leonardo! No me esperaba eso de ustedes. Pobre chica.
—Por favor Tina, no digas nada. Démosle tiempo. Voy a la oficina de Diego. En cuanto ella suba mándame un mensaje. ¡Uy qué incidente más desafortunado!
Leonardo se sintió muy avergonzado. Luego hablaría con Víctor, aunque claro, él solo seguía órdenes. Había que llegar antes de las ocho y media. Tampoco era su culpa que hubiera llovido tanto esa mañana. Ya vería la forma de resarcir a Anya por el incidente. La recompensaría muy bien.
—Diego, muy buenos días. ¡Hoy es un excelente día para mi!
—Leonardo, madrugaste. Te veo muy contento, ¿se puede saber el motivo?
—Mira esta foto. ¿No es una hermosa mujer?
—¡Cierto! Es muy hermosa.
—Me siento como niño con juguete nuevo. ¡Por fin la encontré Diego! Y ella está aquí, en unos momentos la veré en persona. Estoy feliz porque parece que la primera parte de mi objetivo está cumplida.
—Ella reúne todos los requisitos que quiero encontrar en una esposa. Mira esos ojos, esa boca, ese cabello. ¿No es la más hermosa? ¡Dios! Ella es todo un poema al erotismo con cara de ángel. ¡Estoy enamorado!
—No la he visto completa porque la foto es solo de su hoja de vida, pero la imagino con un cuerpo de demonio por lo tentador. Su mirada me lo dice. Amo esa dualidad.
—¡Deja de hablar tonterías Leonardo! Yo lo que veo simplemente es el rostro de una chica dulce, que está buscando un empleo. Lamentablemente tú le harás mucho daño.
—Noooo. Solo le cambiaré la vida por dos años. Durante ese tiempo conocerá el mundo
El ascensor se abrió en el séptimo piso. De allí salieron Emilia y Anya. Anya respiraba profundo. Si antes se sentía nerviosa e incómoda con la ropa que traía, ahora estaba peor. Ropa mojada y ropa prestada. Una chaqueta que le quedaba grande. Su cabello aún mojado y un poco en desorden y ni una gota de maquillaje. Pero ella no se intimidaría. Se sabía bella, segura. Levantó su rostro y caminó firme.
—OFICINA DE PERSONAL. Es aquí Anya.
—Permiso Tina, acá está la chica que estaban esperando.
—Pasen. Buenos días. ¡Anya! Guauuuu! Realmente eres más hermosa en persona. Siento mucho lo que te sucedió. Casi siempre cuando llueve hay un conductor que se divierte bañando la gente. A mi me ha pasado, por eso sé que es muy desagradable.
—¿Quieres un café?
—¡No gracias! Ya lo tomé en la cafetería que está cerca de acá.
—Regreso a la recepción Tina. Me tratas bien a Anya por favor. Nos vemos Anya, espero que todo salga bien.
—Gracias por todo Emilia.
Tina miraba con pesar a Anya. —Siéntate por favor. Voy a avisarle a la persona que te entrevistará, que ya estás acá.
—Sí no te molesta, prefiero esperar de pie. Tengo el pantalón mojado y voy a mojar la silla. Además es incómodo sentarme teniendo la ropa mojada.
—Ok, como prefieras. Escucha Anya, te entrevistará personalmente el sr Leonardo Dupont, él es uno de los multimillonarios que dirigen esta gran empresa. Es él quien hablará contigo. Las dudas y las preguntas todas te las aclarará él.
—Ok. Está bien.
Anya se sentía ansiosa, sabía que esta era una multinacional de mucha importancia en el mundo. No tenía idea cómo era el tal sr Leonardo. Seguro un hombre maduro, elegante y arrogante. O, ¿sería aquel atractivo hombre que ella vio en la recepción hace algunos meses atrás?
No le importaba, ella solo quería una oportunidad para trabajar. Solo tiene en mente que este empleo es el pase seguro para la cura definitiva de su pequeña hermanita.
Tina recibe un mensaje de Leonardo, donde le dice que mande a Anya a su oficina. Allí la estará esperando. —Se la mando enseguida sr Leonardo, le respondió.
Con cierto nerviosismo Anya se dirige a la oficina del CEO. La puerta está entre abierta. La abre poco a poco. Cuando entra se detiene instantáneamente. Tenía ante sus ojos no a un hombre maduro y arrogante, sino a uno de los hombres más sexys y atractivos de este universo. Sí, era aquel que ella recordaba. ¡No puede ser!
El tenía unos labios tan bellos y esa mirada que derretía al más frío. Ese cabello un poco despeinado lo hacía ver tan jovial y seductor. Miraba con detenimiento cada línea de ese hermoso rostro, esos ojos azules como el cielo, pero cuando él se levantó para aproximarse a ella quedó aún más impactada al ver ese cuerpo tan fuerte y viril.
¡Qué hermoso par de piernas! Cómo lucían de bien dentro de esos pantalones ajustados.
Leonardo por su parte, quedó igual de hipnotizado. Se quedó contemplándola fijamente. Estaba extasiado con lo que sus ojos veían. Aún sin maquillaje, un poco despeinada y sus ropas algo mojadas, Anya poseía una belleza extraordinaria.
En persona era aún más hermosa. Miraba esos carnosos labios que deseó besar de inmediato. Miraba embelesado ese rostro angelical y dulce, pero lo que más lo enloqueció fue ese escultural cuerpo. Era tal y como la imaginaba, una salvaje tentación.
Bajó descaradamente sus ojos y ligeramente se fijó en que sus senos, tenían la medida justa para sus manos. Toda ella era una delicia. El pantalón aún estaba mojado, eso hacía que se adhiriera más a su piel y le permitiera apreciar mejor cómo eran ese par de exquisitos, hermosos y firmes muslos.
Anya y Leonardo solamente se quedaron mirando fijamente. Estaban impactados, uno con la presencia del otro. Fueron segundos que parecieron horas. Esa primera impresión había sido buena, muy buena a decir verdad.