Orien reencarnó en un mundo desconocido, luego de haber habitado por mucho tiempo en Goren y ahora siendo un mago de alto rango decide aventurarse por el inmenso continente Venus.
¿Qué nuevas aventuras descubrirá Orien Nadali?
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El último dios
La tormenta comenzaba a calmarse, así que Orien aprovechó para ir a comprar algunas frutas al mercado. El ambiente estaba bombardeado con el bullicio de la gente. El olor a mariscos era bastante fuerte, con la luz del sol brillando daba un toque mágico y agradable.
—Oh eres el joven de la otra vez, qué coincidencia.
La mujer de los ojos violetas estaba muy entusiasmada, Orien la miró con extrañeza y luego abrió los párpados al recordar a la mujer.
—¿Amy? —Ella carcajeó divertida. Se acomodó mejor el cabello y luego dijo.
—Si quieres llamarme así está bien, ¿qué viniste a comprar?
Orien miró de una manera extraña a la mujer antes de responder. —Frutas, —dijo algo incómodo. Ahora que la miraba mejor notaba un fuerte parecido a Amelia, su madre. Él sacudió la cabeza y se concentró en bajarle el precio a lo que quería comprar. Sin embargo, la señora seguía hablando, contándole a él sobre cómo era su hija y por la estúpida razón que le hizo huir de casa.
—Ella se enamoró de alguien inválido, —Orien tomó la bolsa con las cosas compradas y antes de irse miró duramente a la mujer.
—Usted no me agrada. Nadie sin magia no te hace ser menos, no debería etiquetar de esa manera a las personas. —Orien se marchó molesto, en el camino no paraba de discutir consigo mismo. —Vaya mujer pendeja, si me la encuentro otra vez ni la saludo.
Cuando llegó con los ingredientes, Atan fue el encargado de preparar la comida, pues Orien y la elfo eran pésimos cuando se trataba de cocinar. Happy en su forma humana saltó sobre él, el cabello del dragón estaba peinado en dos colas con listones adornando y llevaba puesto un vestido azul que hacía contraste con sus ojos violetas.
—Papá, ya no me dejes solo.
—Oh, ¿Quién te peinó? —En respuesta el dragón señaló a Zura con el índice.
Luego de media hora todos estaban en la mesa con la comida servida. Atan levantó el tenedor y jugueteó con la comida antes de hablar.
—¿Por qué quieres ir a Ashur? El reino de los demonios no es in sitio agradable. Lamentablemente estuve viviendo varios años allí. —La mirada de él estaba perdida en el plato.
—¿Hay dragones? —Happy cuestionó. Atan negó arrugado las cejas.
—Los dragones son como los espíritus, están asociados con los dioses, en cambio los demonios seguidores de Her. — Él le informó al dragón.
—¿Quién es ese? —Orien preguntó mientras se llevaba una uva a la boca.
—¿Her? El señor del inframundo, así le llaman los demonios. Aunque en el libro de la verdad decía que era el cuarto dios y abandonó los cielos luego de tener un conflicto con el dios Eshu.
—Interesante, ¿dónde se encuentra ahora? —Orien siguió preguntando. Pero antes de que Atan respondiera Zura interrumpió golpeando el puño sobre la mesa.
—Los demonios son unos mentirosos que esconden la verdad. Her fue exiliado del cielo luego de crear la magia oscura y objetos que impedían usar la magia.
Orien miró con sorpresa a la elfo. Entonces recordó el momento en que el fallecido archiduque le obstruyó y no pudo usar magia.
—Alto, ¿Los dioses odian la anti-magia? —la elfo asintió en respuesta. —Creo saber la razón del porque la magia de Alfreimr está disminuyendo. —Él se levantó de su asiento. —Iré a hablar con la princesa.
—Espérame papá, —sin embargo, Orien cerró la puerta antes de que el dragón lo alcanzara. —No… —Happy se dejó caer al suelo mientras hacía un berrinche.
Orien se apresuró a llegar al palacio, luego de convencer a un soldado se le permitió ver a la princesa. Ella se hallaba en el salón principal, sentada observando un jardín que ella había mandado a hacer dentro del castillo. Las flores estaban muriendo debido a la falta de luz.
—¿Qué sucede? —Le preguntó a Orien, seguía sentada en una posición delicada y elegante con las piernas cruzadas y ambas manos reposando sobre sus piernas.
—Préstame un ciervo, necesito enviar una carta a Alfreimr. —La princesa asintió. Luego Orien fue a la oficina de la princesa, allí escribió la carta y después se la colocó al cuervo atándolo en las patas del pájaro.
—Por cierto, quería darte esto. —La princesa abrió un cajón tomando un libro de cuero para luego dárselo a él. —Es un libro de magia, centrado en el elemento electro. —Orien tomó el objeto emocionado, había estado buscado un libro sobre ese elemento y no pudo encontrar nada, durante todo ese tiempo estaba aprendiendo a ciegas.
—Gracias, Diane.
—Hum.
Ya estando en la casa de hospedaje, la elfo le dijo que estaba lista para partir y luego de una pelea en la cual Orien fue vencedor, notó la mejora de Zura y estaba contento por eso. Después de dos días se despidieron del reino de nieve y siguieron el viaje. El objetivo era Ashur, pero llegar allí tardaría meses, por lo tanto el siguiente reino sería la parada, Dimanar. Zura sostuvo el mapa temblando, su mirada estaba ida y sin siquiera preguntarlo Orien se dio cuenta de que aquel sitio era el antiguo hogar de la elfo.
Después de viajar por casi dos semanas haciendo paradas en los ríos o pozos que encontraban llegaron al reino de los enanos o lo que quedaba de el, pues todo estaba destruido y ennegrecido por las llamas.
—Regresé, —Orien escuchó a la elfo hablar frente a unas pilas de roca amontonadas. Ella estaba conteniendo las lágrimas, su mirada reflejaba el dolor que estaba sintiendo.