¿Morir por amor? Miranda quiere salvar la vida de Emilio, su mejor amigo. Pero un enemigo del pasado reaparece para hacerla sufrir por completo. ¿Cómo debe ser la vida cuando estás a punto de perderlo todo? ¿Por qué a veces las cosas no son como uno desea? ¿Puede haber amor en tiempos de angustia? Miranda deberá elegir entre salvar a Emilio o salvarse a ella. INEFABLE es el libro tres de la historia titulada ¡Pídeme que te olvide!
NovelToon tiene autorización de Irwin Saudade para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
DESPISTAR A MI ENEMIGO
*Miranda*
Durante la noche, mis pensamientos eran catástrofe. Por más que lo intentaba, por más que yo luchaba por dominarlos, mis pensamientos dolían. ¡Quería proteger a todos! Y parecía que no podría lograrlo.
Sostenía la mano de mi abuelo. Su piel era suave. Sus ojos estaban cerrados y el silencio de la noche en esta habitación, eso me hacía doler. ¡No podía irme a dormir! En todo mi pensamiento estaba la idea de querer buscar la felicidad y lograr derrotar a mi enemigo. ¿Por qué tener un enemigo? ¿Por qué el pensamiento de mi contrincante no es lo suficientemente maduro como aceptar que todo lo que le ha sucedido es por su propia culpa? ¿Por qué la gente no es capaz de usar su capacidad de razonar para hacer el bien?
Descifre que justo en este momento, yo, la chica que había estado luchando por lograr superar el pasado y tratar de tener una buena vida, justo ahora me encontraba entre una batalla. ¡Mi rompecabezas no estaba completo! De hecho, había piezas nuevas que acomodar, pero, aunque mi deseo era lograr seguir con esto, muy en el fondo también sentía tristeza. ¿Por qué? El duelo no expresado me estaba haciendo pagar las consecuencias de seguir en silencio. ¡Canijos sentimientos! Me puse de pie y caminé hasta la ventana. ¡La ciudad era perfecta de noche!
Afuera había tranquilidad y eso me gustaba. Alce la vista a mirar el cielo y la luna estaba bellísima. ¡Qué hermosa! Una uña de gato brillando en el cielo. Rápidamente, él vino a mi mente y muchas preguntas también. ¿Emilio estará bien? ¿Cómo seguirá? ¿Me extrañará? ¿Se habrá acostumbrado a San Francisco?
Decidí escribirle un mensaje, porque en mi corazón sentí esa necesidad.
**Miranda: **Emilio, deseo que estés bien. ¡Lamentó no poder hablarte! Las cosas aquí van de maravilla y pronto, espero verte. Justo estoy viendo la luna y me acorde de ti. ¡Te quiero Emilio!
Y cuando la luna es la corona de la noche, mi nostalgia me acaricia el alma. ¡Sentimientos florecen en mi cuerpo herido!
A las seis treinta de la mañana, mi abuelo despertó. Corrí a avisarle a las enfermeras. Marcos se había quedado en la habitación con Samuel y ambos estaban bien.
—¿Cómo se siente? —Pregunté a mi abuelo.
Sus ojos se enfocaron en mí.
—¡Estoy bien! ¿Qué pasó?
Me acerqué a él y sin pena, plante un beso en su frente. ¡Me sentía aliviada de verlo despierto!
—Alguien se metió a la casa y te durmió.
—¿Intentaron secuestrarme?
—No. El agresor quería hacerme daño a mí. Te uso a ti y a Samuel para advertirme.
Se quedó pensando.
—¿Tu enemigo del que me hablaste?
—En parte sí. Tú lo conoces.
—¿Quién es?
—Tom. Mi tío Tom.
Se sorprendió bastante. ¿Que comenzó a pensar justo al escuchar ese nombre?
—¿No estaba en prisión? Yo mismo me encargué de encerrarlo.
Asentí.
—Ha escapado de prisión.
—Yo...
—¡Tranquilo! Todo estará bien.
A las nueve de la mañana le trajeron el desayuno a mi abuelo. Una manzana hervida, huevo con salchichas, té de manzanilla y un cuernito. Le ayudé a comer.
—Buen día, señor Martínez —dijo el médico de guardia—. ¿Cómo se encuentra? ¿Cómo se siente?
—Bien —respondió mi abuelo.
—¿Ya le tomaron sus signos vitales?
—Aún no —informe yo.
—¿Sabes a qué hora despertó?
—Como a eso de las seis treinta de la mañana.
El médico dirigió la atención a mi abuelo.
—Lo voy a revisar. ¿Puedo tomar su mano? —Le preguntó el médico.
El chequeo fue general.
—¿Cómo lo ve? —Pregunté al doctor.
—Se ve bien. Le daré el alta.
—¡Qué bueno! Me siento más tranquila ahora —admití—. ¿Qué hay de mi amigo que está en la otra habitación?
—Él está bien. Le faltan vitaminas. Ya le he recetado algo para corregir ese detalle.
—¡Perfecto! ¡Muchas gracias, doctor!
Asintió, sonrió ligeramente.
—Estoy para servirles. En un momento traigo la hoja de alta.
—Claro.
Le di un poco de agua a mi abuelo.
—Hija. ¿Y si vamos a comer a un restaurante?
—¿Le parece un bufete?
—Sí. ¿Te gusta la comida china?
Mi celular empezó a vibrar, era una llamada.
—Si me gusta la comida china. Conozco un bufete que está en la Avenida Juárez.
—Pues vamos a ese —mi abuelo sonrió ampliamente.
—Claro. Abuelo, tengo que contestar esta llamada.
Acepte la llamada y pegue el celular a mi oído derecho.
—¿Hola? —Pronuncie.
—Buen día, Miranda, habla Salvador. Supe que tu abuelo estuvo internado la noche en el hospital.
—Sí. Justo estoy con él. Ya le darán el alta.
—Me alegra saber eso.
—Sí.
Hubo un breve silencio en la llamada.
—Miranda. Tengo los resultados de las pruebas. ¿Podrías venir a mi consultorio?
Entonces, baje mi vista a la palma de mi mano y había tres chancros ligeramente rojizos. ¡Esto estaba creciendo!
—Claro. Llego en un momento.
Me tomo diez minutos poder llegar al consultorio de Salvador. Tome el ascensor y al instante en que llegue a su consultorio, la enfermera me hizo pasar.
—¡Hola! Buen día. ¡Ya estoy aquí! —Le saludé.
—¡Qué gusto verte Miranda! —Dijo Salvador.
Él es el médico tratante de Emilio y quizá el mío también.
—¿Cómo has estado?
—No me sentía incómoda hablándole de forma informal.
Salvador era un médico joven, de tez blanca y barba poblada. ¡Cejas increíbles!
—Bien. Dentro de todo, las cosas van bien.
Asentí. Frente a él estaba un folder con documentos.
—Que bueno que estás bien. Emilio está de maravilla en San Francisco.
—¿Sabes si ha tenido malestar?
—No. Todo está bien, la recuperación está siendo un éxito.
—Pues es bueno saber eso. La lesión de él no fue nada sencillo, pero hicimos todo lo posible para que él pueda recuperarse.
—¡Lo sé! Y te agradezco por ello.
Asintió. Tomo el folder de su escritorio y lo abrió.
—Miranda, te llamé porque tengo los resultados.
Hasta ese momento, no me había caído el veinte, pero cuando él me pasó los resultados impresos, mi corazón empezó a latir con muchos nervios.
NOMBRE DEL PACIENTE: MIRANDA HERNÁNDEZ VELASCO
EDAD: 19 AÑOS
SEXO: FEMENINO
DIAGNÓSTICO DE SÍFILIS
PRUEBA: DETERMINACIÓN DE ANTICUERPOS CONTRA SÍFILIS.
SÍFILIS (ECLIA) RESULTADO: REACTIVO
SÍFILIS (RPR) RESULTADO: REACTIVO
—Esta es la confirmación a la prueba rápida que realizamos el día que descubriste el primer chancro.
Aclare mi respiración, mis nervios comenzaron a calmarse y esto era una realidad.
—Bueno. Es un alivio saber con exactitud qué es lo que tengo.
Asintió. Busco otro documento en el folder y me lo ofreció.
—Sí. Esto nos permitirá darte el mejor tratamiento.
—¿Es muy difícil el tratamiento?
Negó.
—No. ¿Le temes a las inyecciones?
Sonreí.
—Para nada. Prefiero las inyecciones a tomar pastillas.
Asintió.
—Perfecto. Lo más probable es que te mande inyecciones.
—Me parece bien.
Hicimos contacto visual y me sentía un poco más tranquila que antes.
—Miranda, también debo decirte algo importante.
—Claro.
—Sometí tus muestras a otra prueba, porque quise asegurarme de poder ayudarte de la mejor forma.
—¿Otra prueba?
—Así es. Estos son los resultados.
Me ofreció otro documento.
NOMBRE DEL PACIENTE: MIRANDA HERNÁNDEZ VELASCO
EDAD: 19 AÑOS
SEXO: FEMENINO
PRUEBA: DETERMINACIÓN DE ANTÍGENOS/ANTICUERPOS CONTRA VIH
Elfa Vidas HIV Duo Ultra (Biomerux) RESULTADO: REACTIVO
Elida Genscreen Ultra HIV (Bio-Rad) RESULTADO: REACTIVO
CONFIRMATORIA DE VIH (WB) RESULTADO: REACTIVO
DIAGNÓSTICO DE VIH
Cuando termine de leer la palabra VIH, mi mundo se vino todavía más abajo. ¿Acaso no era algo indeseable? Recibí un mensaje de Emilio.
**Emilio:** ¡Estoy bien! Gracias por cuidar de mí. ¡Te quiero canija! ❤️
Sentí un nudo en la garganta y me dieron ganas de querer llorar.