Cristian de la Fuente y Mía Ferrer se conocieron desde niños gracias a la relación cercana de sus familias. Mía es la ahijada de Victoria, la madre de Cristian, lo que los hacía pasar mucho tiempo juntos. Desde el primer día, Cristian se convirtió en el niño más popular de la clase: atlético, carismático y siempre rodeado de amigos. Mía, en cambio, era una niña tímida y reservada, con una gran pasión por la lectura y el arte, pero con sobrepeso, lo que la convirtió en el blanco fácil de las burlas de los demás niños, incluido Cristian.A pesar de su conexión familiar, Cristian se unió a los demás en hacer comentarios hirientes y bromas pesadas sobre el peso de Mía, sin darse cuenta del profundo impacto que sus palabras tenían en ella. Mía siempre se sintió dolida, especialmente porque esos comentarios venían de Cristian, a quien admiraba secretamente.
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Capítulo 16 : Preparativos para la Boda
El sol brillaba en lo alto, marcando el inicio de una nueva etapa en la vida de Cristian y Mía. Después de la inolvidable pedida de mano, los días siguientes estuvieron llenos de emoción y amor mientras comenzaban a planificar su boda. Sabían que querían una ceremonia que reflejara su amor y su vida juntos, algo que fuera íntimo y especial, pero también significativo para sus seres queridos.
Desde el primer momento, supieron que no podrían hacerlo solos. Victoria, la madre de Cristian, se ofreció de inmediato a ayudarles con los preparativos. Con su experiencia en organizar eventos y su amor por los detalles, se convirtió en una aliada invaluable. Mía, aunque emocionada, se sintió un poco abrumada al principio, pero con Cristian a su lado y el apoyo de Victoria, se sintió lista para enfrentar el desafío.
El primer paso fue decidir la fecha y el lugar de la boda. Después de varias discusiones y considerar diferentes opciones, eligieron una hermosa finca en las afueras de la ciudad. La finca, con sus jardines verdes, fuentes y arboledas, ofrecía un escenario perfecto para la ceremonia y la recepción. Además, el lugar tenía un significado especial para ellos, ya que habían pasado muchos fines de semana juntos allí, disfrutando de la tranquilidad y la belleza del entorno.
Una vez confirmado el lugar, comenzaron a trabajar en la lista de invitados. Querían una boda íntima, rodeados solo de las personas más cercanas y queridas. La lista incluía a sus familias, amigos íntimos y algunas personas que habían sido importantes en su relación. Con cada nombre que agregaban a la lista, sentían una profunda gratitud por las personas que habían sido parte de su viaje.
Victoria, siempre organizada, sugirió hacer una visita a la finca para discutir los detalles con el encargado del lugar. Mía y Cristian estuvieron de acuerdo, y una tarde soleada, los tres se dirigieron a la finca para reunirse con el coordinador de eventos.
Al llegar, fueron recibidos por Carla, la coordinadora, quien les dio un cálido saludo. Carla tenía años de experiencia organizando bodas y eventos, y su profesionalismo y amabilidad los tranquilizaron de inmediato.
“Es un placer conocerlos”, dijo Carla con una sonrisa. “He oído mucho sobre ustedes y estoy emocionada de ayudarles a planificar su día especial.”
“Gracias, Carla. Estamos muy emocionados y agradecidos de contar contigo”, respondió Mía.
Comenzaron a recorrer los jardines, discutiendo las opciones para la ceremonia y la recepción. Carla les mostró diferentes áreas donde podrían instalar el altar, la carpa para la recepción, y los espacios para el cóctel y el baile.
“Podemos decorar este jardín con luces y flores, y colocar el altar aquí”, sugirió Carla, señalando un área rodeada de árboles y flores. “Será un escenario mágico para su ceremonia.”
Mía miró a Cristian, y ambos asintieron. “Nos encanta esta idea”, dijo Cristian. “Es perfecto.”
Continuaron discutiendo los detalles de la decoración, la disposición de las mesas y las opciones para el catering. Carla tomó notas meticulosamente, asegurándose de que cada detalle fuera atendido.
Después de la visita, se sintieron mucho más tranquilos y emocionados por la boda. Habían elegido el lugar perfecto y tenían una visión clara de cómo querían que fuera el día. Ahora, solo necesitaban hacer realidad esa visión.
De regreso a casa, Mía y Cristian comenzaron a trabajar en las invitaciones. Querían que las invitaciones fueran especiales y reflejaran el tema de la boda. Pasaron horas eligiendo el diseño, eligiendo un elegante papel blanco con detalles dorados y una caligrafía exquisita. Decidieron escribir un mensaje personal en cada invitación, agradeciendo a sus invitados por ser parte de su vida y su amor.
Victoria, siempre creativa, sugirió agregar una pequeña flor seca en cada invitación, como un toque especial. Mía y Cristian estuvieron de acuerdo y pasaron una tarde con Victoria, colocando cuidadosamente cada flor en las invitaciones. Fue un momento especial y significativo, lleno de risas y conversaciones sobre el futuro.
Con las invitaciones enviadas, comenzaron a trabajar en la elección del vestido de novia y el traje de Cristian. Mía estaba emocionada y un poco nerviosa por encontrar el vestido perfecto. Con la ayuda de Victoria y su mejor amiga, Laura, comenzó su búsqueda en varias tiendas de novias.
Después de probarse varios vestidos, finalmente encontró “el indicado”. Era un vestido blanco de encaje, con un escote en V y una falda fluida que caía elegantemente. Cuando se miró en el espejo, supo que era el vestido con el que quería caminar hacia el altar.
“Es perfecto, Mía. Te ves increíble”, dijo Laura, con lágrimas en los ojos.
Victoria asintió, emocionada. “Cristian va a perder la cabeza cuando te vea.”
Con el vestido elegido, Mía se sintió más tranquila y emocionada. Ahora, era el turno de Cristian de encontrar su traje. Decidió ir con su padre y su mejor amigo, Marco, para buscar el traje perfecto. Después de probarse varios, eligió un elegante traje negro con una camisa blanca y una corbata plateada. Se sentía cómodo y seguro, listo para el gran día.
Con los trajes elegidos, comenzaron a trabajar en los detalles finales. La música era una parte importante de la boda, y querían asegurarse de que fuera perfecta. Contrataron a una banda local que ambos amaban, y pasaron varias horas seleccionando las canciones para la ceremonia y la recepción. Eligieron una mezcla de música clásica y moderna, asegurándose de que cada canción tuviera un significado especial para ellos.
La comida también era un aspecto crucial, y querían asegurarse de que sus invitados disfrutaran de una experiencia culinaria inolvidable. Victoria sugirió organizar una degustación con el chef, para que pudieran elegir el menú perfecto. Pasaron una tarde probando diferentes platos y seleccionando sus favoritos. Optaron por un menú que incluía una variedad de opciones, desde platos tradicionales hasta opciones vegetarianas y veganas.
Con cada detalle atendido, se acercaban más y más a su día especial. A medida que se acercaba la fecha, comenzaron a sentir una mezcla de emoción y nervios. Sabían que habían hecho todo lo posible para planificar la boda perfecta, pero aún había una pequeña parte de ellos que se preocupaba por los imprevistos.
Finalmente, el día antes de la boda, se reunieron con sus familias y amigos para un ensayo. Fue un momento emotivo, lleno de risas y algunas lágrimas, mientras practicaban la ceremonia y se preparaban para el gran día. Todos estaban emocionados y ansiosos por ver a Mía y Cristian dar el siguiente paso en su vida juntos.
Esa noche, mientras se preparaban para dormir, Mía y Cristian tuvieron un momento a solas. Se sentaron en el balcón, mirando las estrellas y reflexionando sobre su viaje juntos.
“No puedo creer que mañana nos casemos”, dijo Mía, apoyando su cabeza en el hombro de Cristian.
“Yo tampoco”, respondió Cristian, besando su frente. “Ha sido un viaje increíble, y no puedo esperar para ver qué nos depara el futuro.”
“Estoy tan feliz de que hayas planeado todo esto con mamá y que tengamos a tantas personas maravillosas a nuestro lado”, dijo Mía. “Mañana será el mejor día de nuestras vidas.”
“Así es”, dijo Cristian, sonriendo. “Y estoy tan feliz de que lo compartamos juntos.”
Esa noche, se fueron a dormir con el corazón lleno de amor y anticipación. Sabían que el día siguiente sería el comienzo de una nueva etapa en su vida juntos, y estaban listos para enfrentarlo con amor y gratitud.
Al día siguiente, el sol brillaba sobre la finca mientras los invitados comenzaban a llegar. Los jardines estaban hermosamente decorados con flores y luces, y la banda estaba afinando sus instrumentos. Victoria y Carla estaban ocupadas asegurándose de que todo estuviera en su lugar, mientras Mía y Cristian se preparaban por separado.
Mía se rodeó de sus amigas y su madre, quienes la ayudaron a vestirse y a prepararse para el gran momento. Se miró en el espejo, sintiéndose nerviosa pero emocionada. Su madre le dio un abrazo y le dijo: “Estás hermosa, Mía. Cristian es un hombre afortunado.”
Cristian, por su parte, se preparó con su padre y Marco. Estaba nervioso, pero su padre lo tranquilizó con un abrazo. “Hoy es el día, hijo. Estoy tan orgulloso de ti.”
Finalmente, llegó el momento de la ceremonia. Los invitados se sentaron, y la música comenzó a sonar suavemente mientras Mía caminaba hacia el altar. Cristian la esperaba, su corazón latiendo rápido, pero cuando la vio, todo el mundo desapareció. Ella era la mujer más hermosa que había visto, y en ese momento, supo que todo valía la pena.
La ceremonia fue hermosa y emotiva, llena de palabras de amor y compromiso. Cuando llegó el momento de los votos, ambos hablaron desde el corazón, prometiéndose amor eterno y apoyo incondicional.