Isabella, tras ser traicionada y asesinada, reencarna en un universo que creyó solo existir en las páginas de un libro. Ahora, en un cuerpo ajeno, sus poderes mágicos comienzan a despertar mientras enfrenta pruebas arcanas y oscuros secretos que amenazan con destruirla.
Rodeada de criaturas míticas y antiguos grimorios, deberá descubrir la verdad de su nuevo mundo. En esta segunda vida, la batalla por su destino apenas comienza.
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Capítulo 4: ¿Quién eres tú?
Isabella termina sus clases con Luna, había amanecido con una idea en su mente, el conde había aceptado que aprendiera, pero no tenía todavía un maestro de armas que le enseñara. Luna le hace cosquillas y ella se queja riéndose.
- No, Luna, para, por favor.
- Me detendré cuándo me digas qué piensas, estás muy distraída- le sigue haciendo cosquillas.
- ¡Está bien, está bien! Pero detente, por favor.- se ríe la pelirroja. Luna deja de hacerle cosquillas e Isabella trata de recuperar el aliento.- Ayer le pedí al conde permiso para aprender a pelear, pero no tengo un maestro.- Isabella realmente no necesitaba a alguien, pues sabía perfectamente muchas técnicas para pelear, era casi una justificación para hacer más fuerte ese cuerpo, la técnica y el conocimiento lo tenía, pero le faltaba la resistencia física.
- Yo te entrenaré- Isabella la mira interrogante- no me mires así. Ven, te voy a hacer una demostración.
Luna se levanta y la lleva al jardín, le pide que se quede apartada y ella camina a una zona un poco alejada, como la vez anterior, crea muñecos sin expresiones, eran tres, pero portaban diferentes armas, de un momento a otro comienzan a atacar a la morena.
Luna era muy grácil, se movía como una sombra entre los títeres. Primero a uno con una llave por detrás lo había acabado en segundos; luego a otro le tuerce el cuello; y al tercero esquiva un golpe por la izquierda y con ese mismo movimiento que hace para evitar el filo del arma, usa su cuerpo para levantar al muñeco y tumbarlo al suelo para terminar pisando su cabeza.
Isabella se había quedado pasmada, si Luna hubiese existido en su mundo, estaba segura que hubiese sido una excelente agente secreta. Va hasta ella, la felicita y halaga.
- Estoy impresionada, eso fue muy interesante, usar tú propio equilibrio para derribar al enemigo es muy astuto.
- Ya te dije que no eres la única que guarda secretos- le guiña- te contaré algo, digamos que cuando vivía en Nirile participaba en misiones en las que debía defenderme, o simplemente atacar.
- No me lo esperaba de ti Luna, creo que serías la maestra perfecta.
- Entonces hablaré con el conde para decirle que yo haré el entrenamiento contigo, pero te digo, así como soy para otras materias, lo soy el doble con ésta.- Isabella asiente.
- Está bien, Luna, si quieres mañana comenzamos. Ahora quisiera terminar, necesito ir al centro, Liam me pidió comprar un regalo para el príncipe ¿quisieras acompañarme?
- Bien, vamos.
Las dos salen y le piden a uno de los mozos de cuadra que les busque un coche. Un rato después se acerca el carruaje que las llevaría, Isabella le da las indicaciones al cochero y salen de la mansión. Las calles ese día estaban movidas, en la ciudad se estaba celebrando una feria por la celebración del cumpleaños del príncipe y la llegada del emperador. Los habitantes estaban muy animados, algunos bailaban al ritmo de una banda que tocaba cerca de la fuente, otros se deleitaban en los puestos de comida y algunos miraban o compraban mercancías de las tiendecitas.
A Isabella ese tipo de actividades no le agradaba mucho, pero al ver la expresión alegre de Luna se suaviza un poco la suya. Caminan mirando los puestos, pero nada llamaba su atención, incluso parecía aburrida.
- Si quieres puedes ir por allá, confío en que estarás bien, a demás, sabré si necesitas ayuda- Isabella no entendía muy bien por qué Luna le decía que sabría si el caso de necesitarla se diera, pero decide no pensar mucho y acepta.
- Nos vemos luego entonces.
Luna continúa mirando unos adornos para el cabello y ella va en la dirección contraria, al cabo de un rato escucha a alguien discutiendo, era un hombre mayor pero por su tamaño se veía amenazante y un niño pequeño lo miraba asustado. El hombre acusaba al niño de robar unas manzanas, y por las condiciones en que estaba el chico, no lo dudaba, pero esa no era manera de tratar a un niño. Isabella molesta se acerca para intervenir.
- Disculpe señor, creo que maltratar al chico no lo hará más rico ni le devolverá las manzanas.
- Señorita, aléjese, que él es sólo un delincuente.
- Se equivoca, señor, así no se trata a un niño, tome, ahí seguro hay dinero de más para compensar lo que se llevó- Isabella le entrega unas monedas al mercader, éste las acepta molesto, decide retirarse pues habían llamado demasiado la atención. Ella se gira hacia el niño y le pasa la mano por la cabeza- ¿Dónde están tus padres?- el chico se veía delgado y tenía ojeras.
- Yo...- duda por un momento- mi madre está en la casa, pero ella cuida a mi hermana.
Isabella mira el lenguaje corporal del chico, gracias a sus conocimientos podía saber si mentía o no. Lo toma del brazo con suavidad y lo lleva aparte.
- Pequeña rata, te acabo de salvar el pellejo y me mientes- el chico la mira asombrado- ¿piensas que no sabía que me estabas engañando? Te salvé porque eres un niño aún y seguro que no tienes a nadie que te enseñe. Mañana a las doce del día ve a la mansión del conde Richard Grant y pregunta por mí, yo dejaré un mensaje para que te reciban- Isabella se le acerca amenazante- y si no vienes, yo misma vendré a buscarte, ¿has comprendido?- el chico dice que sí con la cabeza- ya puedes irte.
El niño sale corriendo por el callejón y choca con un extraño encapuchado que se había quedado observando la escena. Un par de ojos dorados miran curiosos a la chica ¿qué planeaba ella al invitarlo a su casa? Isabella no se había percatado de que la miraban y sigue su camino despreocupadamente.
Llega hasta una armería y entra. El vendedor del lugar la mira confuso, la sigue con la mirada; Isabella va por las estanterías observando algún arma que llamara su atención para regalarle al príncipe y alguna para ella. De pronto ve una bella daga, era plateada, con detalles en la empuñadura, varias piedras preciosas la adornaban, eran rubíes, en el filo se podía leer algo grabado, incluso la funda que estaba a su lado se veía elegante, de gamuza roja.
Isabella camina para agarrarla, la quería para ella, pero su mano choca contra la de un extraño que iba cubierto por una capa. El misterioso hombre que había agarrado antes la daga observa de cerca el arma, pero al ver que Isabella seguía a su lado mirando decide hablarle.
- Debió ser más rápida, señorita- Isabella no podía ver bien su cara, pero le responde.
- Señor, yo la vi primero, a demás, esa arma no va con usted, creo que por allá hay hachas y mazos.
Isabella casi que lo había ofendido insinuando que era un troglodita o un salvaje, esas armas eran las que usaban por lo general los bandidos o mercenarios. La chica le había hecho el comentario debido a lo alto y ancho que se veía el hombre.
- Señorita, creo que no va con usted tampoco, cruzando la calle está el taller de ropa y moda- el extraño deja ver su rostro parcialmente, la chica ve sus ojos dorados como dos monedas de oro y se sorprende, era un joven apuesto, aunque Isabella se molesta, ahora él también la había ofendido.
- ¿Perdone? Creo que me confunde usted con las señoritas estiradas de sociedad, mi interés no son las prendas de moda, hay cosas más importantes.
- ¿Qué sabrá una niña mimada de cosas importantes?- Isabella estaba muy molesta, pero haciendo uso de su paciencia, recuerda el entrenamiento que tenía y respira, cuando le iba a contestar, un hombre aparece y los interrumpe.
- Disculpe, pero debemos irnos- el encapuchado asiente, pasa de largo a Isabella, va hasta el mostrador y paga por el arma.
- Nos vemos pronto, señorita- le dice de forma burlona.
- Espero no verlo de nuevo, señor, ojalá alguien le robe la daga.
El chico se ríe y se va, Isabella sigue mirando alrededor de la tienda y encuentra una espada decorada con diamantes y el mango era de oro. En el aire la mueve y siente el peso, va hasta el mostrador y la compra. Camina hasta la plaza principal y se encuentra con Luna que iba con dos bocadillos en las manos.
- Toma, tienes cara de necesitar comer algo- Luna siempre sabía que le hacía falta.
- Gracias, Luna, mira, compré esta espada, creo que por la edad que cumple el príncipe está bien.- Luna la observa y asiente, buscan el carruaje y se van de regreso a la mansión.
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Hola 👋 chic@s:
Vaya ¿un personaje? ¿Quién será? Ya veremos más adelante, ya saben que en mis historias las intrigas no pueden faltar 😆
Mua mua 😚❤️
a Liam solo le falta que le deje seco XD
(Autora no se cuando será cuanto estos hagan el delicioso espero verlo digo
leerlo) XD😈