Boda En Máfia

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¡Desperté con los rayos del sol invadiendo la ventana de la habitación! Sentí un peso alrededor de mi cintura y vi el brazo tatuado de Dominic a mi alrededor. Di un salto de la cama, sorprendiéndolo.

— ¡Maldición, Bambina, ¿quieres matarme del corazón? — dijo él, sentándose en la cama.

Noté que estaba desnudo, solo con una camisa, y definitivamente desnudo por completo.

Dominic se frotó los ojos, aún aturdido por el salto repentino. Mientras trataba de disimular la sorpresa, me lanzó una mirada intrigada.

— ¿Qué pasó, Valentina? — preguntó, con una expresión seria pero un rastro de curiosidad.

Respiré hondo, decidida a enfrentar la incomodidad de la situación.

— Yo te pregunto a ti, ¿qué haces aquí? ¿Por qué estás en mi habitación? ¿Por qué dormiste conmigo? ¿Por qué? — Agarré una almohada y se la lancé, él estaba sonriendo.

— Una visión perfecta, alegraste mi día. — Rió. — Mírate, nena, y tendrás todas las respuestas a esa pregunta. — dijo, tumbándose en la cama, poniendo los brazos detrás de la cabeza y cerrando los ojos.

Cuando finalmente me miré, me di cuenta de que estaba desnuda, sin ninguna prenda de ropa.

— Mierda. — murmuré, corriendo hacia la cama para coger la sábana. Sin embargo, al arrancar la sábana, descubrí el cuerpo de Dominic, encontrándome con algo que no debería ver. — Mierda, mil veces mierda. — Me giré para evitar mirar su desnudez.

Escuché sus risas en la habitación.

— Eres un pedazo de mal camino, Bambina. — oí mientras la puerta del baño se abría y luego se cerraba. Miré hacia atrás y él ya se había levantado.

Corrí contra el tiempo, buscando ropa y no encontré. Mientras tanto, intentaba recordar lo que había pasado ayer.

— Dominic, dime la verdad. ¿Qué pasó ayer? — pregunté alto, buscando una respuesta inmediata.

Oí la puerta ser abierta, y él me pidió una toalla. La agarré y se la llevé. Dominic me tomó del brazo, tirándome hacia dentro del baño. Sin embargo, en ningún momento solté la sábana, sin importarme si se estaba mojando.

— Si estás preocupada por haber hecho el amor anoche, quiero que sepas que la voluntad no me faltó cuando te quité la ropa mojada. Maldición, cómo me volviste loco con esa hermosa visión. Pero no pasó nada entre nosotros. — dijo cínicamente, acercando sus labios a los míos. — Y algo más, nena, quiero que me supliques para hacerte tocar el cielo. No te obligaré a nada. No soy así, no contigo.

Dominic se alejó, me quedé allí apoyada en la pared por unos segundos, y luego aproveché para ducharme. Mientras lavaba mi cabello, la frase "No contigo" resonaba en mi mente. ¿Tendrá otra mujer? ¿Hace con ella lo que quiere sin explicación? Los celos me dominaron, pero no los mostré y no mostraré mi debilidad ante mi enemigo. Porque eso es lo que Dominic es para mí.

Salí de la ducha tratando de alejar los pensamientos intrusivos sobre Dominic. Vistiéndome con la ropa que encontré, retomé una postura firme. Al salir del baño, Dominic estaba allí, con una mirada penetrante que casi podía sentir atravesando mi determinación.

— Espero que estés más relajada ahora. — dijo, con una sonrisa sugestiva.

Tragué la respuesta que quería dar, optando por mantener la fachada de control. La tensión entre nosotros era palpable, y sabía que este juego estaba lejos de terminar.

— Siempre he estado relajada. — dije deteniéndome frente al tocador.

Él estaba impecablemente vestido con un traje que delineaba perfectamente su cuerpo escultural. La elegancia de su traje contrastaba con la tensión palpable en el aire.

Sus ojos recorrieron mi rostro a través del espejo, capturando cada detalle. La formalidad de su traje solo acentuaba la aura de poder que lo rodeaba. Dominic permanecía allí, una figura enigmática, mientras el silencio entre nosotros parecía llevar una carga eléctrica. Una danza sutil de tensión y curiosidad se desarrollaba, cada movimiento calculado como piezas en un juego peligroso.

— Vamos a bajar, hay un delicioso desayuno esperándonos. Después de todo, tengo que trabajar. — dijo, ajustándose el botón de la camisa.

— ¿Y yo? — pregunté, terminando de peinar mi cabello.

— Te quedarás aquí. Hay una piscina abajo, una biblioteca y varias cosas para que te distraigas.

— Me lo merezco. — me quejé. — Dominic, permíteme hacer una llamada a una amiga, necesito saber cómo está mi hijo. — pedí.

Dominic consideró por un momento antes de aceptar.

— Está bien, puedes hacer la llamada. Pero no hagas nada gracioso, o te arrepentirás. — dijo, atrapándome entre el tocador y sus brazos. — Tan pronto como terminemos nuestro desayuno, puedes tomar el teléfono y llamar. Y si necesitas algo, no dudes en pedírselo a Marian. — Concluyó alejándose.

Le agradecí y salimos de la habitación hacia el desayuno. Mientras caminábamos por los elegantes pasillos de la mansión, mi mente estaba dividida entre la incertidumbre de lo que el futuro deparaba y la necesidad de obtener noticias reconfortantes sobre mi hijo. El juego entre Dominic y yo apenas comenzaba, y debía elegir cada paso con cuidado.

Al llegar al desayuno, una mesa elegante estaba lista, llena de deliciosas opciones. Dominic tomó el control de la situación, saludando a los empleados con una confianza inquebrantable. Mientras disfrutábamos de la comida, yo intentaba apartar mi mente de los juegos de poder que se desarrollaban a nuestro alrededor. Al mismo tiempo, me alegraba de que él me hubiera dado total confianza para hacer la llamada a mi amiga y obtener noticias sobre mi hijo.

Después del desayuno, regresé a la habitación para hacer la llamada. Marqué el número de mi amiga, mi corazón acelerándose mientras esperaba la respuesta al otro lado de la línea. La preocupación por mi hijo se mezclaba con la complejidad de la relación con Dominic, formando un escenario de incertidumbre que estaba decidida a enfrentar.

La llamada fue respondida, y la voz de mi amiga trajo un alivio momentáneo. Hablé rápidamente, buscando información sobre mi hijo. Las noticias eran reconfortantes, aliviando un peso que llevaba desde el momento en que desperté en esa mansión. Pero Sarah me dijo que Renner llora todos los días, buscándome.

Le conté lo que había sucedido, que me encontré con el padre de Renner. Sarah se sorprendió por todo lo que había pasado. Quería mucho hablar con mi hijo, pero él estaba en la escuela.

Al finalizar la llamada, mi mirada se volvió hacia fuera de la ventana, contemplando el escenario que se extendía ante mí. El desafío de conciliar mi vida con la complejidad de estar bajo el mismo techo que Dominic era evidente, y cada elección que hacía delineaba el camino incierto que se desplegaba.