Logan

Lo encerrado en la habitación, miro en el espejo la pequeña herida que Henrique hizo en mi labio inferior, como venganza hacia mí. Mira lo que una broma de mal gusto ha causado.

Vi en los ojos de Henrique la furia surcando el cuarto, esperando mi castigo.

Todo iba bien entre nosotros, ¿acaso tomé demasiado en serio las palabras de Henrique cuando me pidió que no me comportara de manera provocativa frente a sus amigos Ronnie y Rômulo?

La verdad es que no me gustó esa broma, pero disfruté cuando me besó violentamente los labios. Es una ironía, admito que trataba de escapar de él, pues despierta en mí sensaciones que jamás pensé sentir, y mi cuerpo, en ese momento del beso forzado, comenzó a clamar por él. Como él no cedía, me vi obligado a morder su labio cuando caímos al suelo.

Continué caminando un buen rato hasta que escuché la llave girar del otro lado, dos vueltas para ser más exacto.

Henrique entró y me miró con altivez, evaluándome de pies a cabeza y ordenándome que me quitara la ropa.

— Pero Henrique, necesitamos hablar para llegar a un consenso.

— Cámaras la boca, Logan, te ordené que te quites la maldita ropa, o ¿quieres que yo la quite por ti?

Sin otra alternativa, dejé de hablar y me quité la ropa, quedando solo con mi boxer.

Él se acercó a mí y sacó un cuchillo, listo para torturarme y matarme.

Pero solo rasgó los laterales de mi boxer, quitándomelo de un tirón.

— Aprende una cosa, niño, cuando te mande que te quite la ropa, ¡es toda tu ropa! ¿Entendiste?

Asentí con la cabeza, sin desviar la mirada de Henrique, y noté que sus ojos ardían en furia y deseo.

Henrique caminó hacia la cama y se sentó, sin quitarme los ojos de encima ni de mi cuerpo.

— Siéntate a mi lado, Logan.

Obedécí de inmediato, pues no quería irritar más a ese hombre.

Con agilidad, me agarró y me sostuvo en su regazo, con mi barriga sobre sus piernas.

— Ahora te aplicaré la sanción, Logan, prepárate, tu trasero redondito y firme está a mi merced, es una pena que no haya sanado las marcas de los golpes que te di antes.

Siento su mano en mi trasero, mi cuerpo entero se estremece, hasta que de repente siento la fuerza de una palmada y mi piel arde mientras dice “uno”. Después de esa palmada vinieron las siguientes, y eran aún más fuertes que la primera.

No tuve valor para contar mentalmente las palmadas que recibí de él, al final de cuentas, él me trata como a un niño y me presenta a la psicóloga, después de una sesión de golpes y, sin aguantar más, no por el dolor, sino por la excitación que esta sesión de golpes despertó en mí, supliqué a Henrique.

— Si piensas acostarte conmigo, hazlo ya.

Esperaba otro golpe, pero no fue así. Con agilidad, me puso en la cama y se situó sobre mi cuerpo desnudo.

— Claro que voy a acostarme contigo, Logan, pero aguanta un poco, pronto sabrás lo que planeo.

Me miró a los ojos, susurró en mis oídos que lo volvía loco y me besó con ternura. Abrí espacio en el beso y seguí su lengua con la mía, siento mi cuerpo ablandarse y estremecerse, tan grande es el deseo que este hombre me provoca.

Al finalizar el beso y dejarme con mi cuerpo excitado, se levantó, se dirigió a la mesita de noche, tomó una vela y la encendió con un encendedor.

— Logan, ponte de espaldas.

Obedecí a su orden, aunque me pareció más un ruego.

— Te mostraré cómo me gusta comenzar un buen encuentro, siempre de maneras inusitadas y diferentes. Ahora que ya no eres virgen, puedo invertir en un sexo más ardiente y salvaje que el nuestro primero.

Siento que deja caer la cera de la vela sobre mi espalda, gimo, no puedo evitarlo, no imaginaba que Henrique era masoquista.

— Hummm! Ah, eso quema, pero es bueno.

— Sabía que te iba a gustar, Logan, relájate, que la piel se acostumbrará a la cera y sentirás placer. Intenta sintonizar conmigo y relajarte.

Hago lo que me pide y lo dejo hacer lo que quiere conmigo.

Henrique continúa dejando caer la cera por todo mi cuerpo y siento esa mezcla de calor y deseo; quiero que este hombre me tome ya y conduzca el sexo como solo él sabe hacerlo.

Un rato después se acabó la vela y gemí salvajemente, y mientras él me quemaba con el grito de la vela, mi pasamanos palpitaba entre mis piernas.

Me dice que me tumbe frente a él y le veo quitarse lentamente la ropa, haciendo un striptease silencioso para mí.

Cuando me quita el último trozo, se tumba a mi lado y me pasa la lengua por los labios superior e inferior, haciendo que todo mi cuerpo se estremezca.

- Logan, ¿tu límite sigue siendo mi límite?

- Sí... ¡Sí!

Henrique me besa y yo disfruto de las sensaciones que su beso me provoca, el beso de Henrique es diferente de los besos en la boca que he intercambiado con algunos chicos, su beso no tiene la curiosidad que tenían los besos de otros chicos, la boca de este hombre está llena de deseo y lujuria, sabe cómo volver loco a un hombre, estimular su cuerpo con un solo beso.

Mientras nuestros labios disfrutan del beso, Henrique masajea mi pasamanos, moviéndose de un lado a otro con fuerza pero suavemente, con la punta de uno de sus dedos.

Acaricia la cabeza de mi polla y lentamente hace movimientos circulares en la entrada, volviéndome loco.

No podemos soltar el beso, es como si fuera lo último que vamos a hacer en nuestra vida.

Cuando por fin conseguimos liberarnos, nuestros labios están entumecidos pero siguen pidiendo otro beso.

Me doy cuenta de que Henrique abre el cajón de la cama y saca dos pequeñas ollas. Me intriga y me explica lo que va a hacer.

- Logan uno es un aceite de almendras para masaje antes de follarte ferozmente voy a masajear tu cuerpo para relajarte - Y este otro Logan es un lubricante hoy no quiero follarte en seco, quiero hacer una preparación primero.

Si ese es el castigo por morderle, quiero que me castiguen más a menudo.