Divorcio

Iason condujo de regreso a la casa de la abuela como lo había hecho cada mes durante los últimos tres años, realmente él no sabía por qué lo hacía, era algo que solo sucedió y que se había convertido en un hábito.

Desde que él y Emily se habían divorciado, algo había cambiado dentro de él. Aunque si él era sincero, nunca aceptaría que el divorciarse con Emily lo había afectado. Después de todo, él detestaba a aquella chica demasiado.

Por lo que él supuso que quizás su absurdo estado de ánimo se debía al hábito que aquella mujer había creado en él.

Después de todo, cada vez que regresaba a casa ya no se encontraba aquella mujer recibiéndolo con una sonrisa como lo haría un cachorro con su dueño e incluso cada vez que salía tampoco estaría aquella mujer deseándole un buen viaje.

Tal vez eso era lo que le faltaba.

Además de que sus aventuras amorosas dejaron de tener sentido, después de todo, ya no había nadie que lo mirará con ojos acusadores cada vez que salía alguna noticia relacionada con él. Por lo que Iason que en el pasado se había involucrado con más de tres mujeres diferentes en el mismo mes, ahora ocasionalmente se iba a algún bar y traía a alguna chica a casa.

Pero, sin importar lo mucho que intentaba cada vez que elegía a alguien, esta tenía un ligero parecido con la castaña, ya sean sus ojos, labios e incluso cabello. Por lo que Iason supuso que su subconsciente le estaba jugando una mala pasada por nunca haberse acostado con Emily, no porque la extrañará o la deseará.

Y así se siguió engañando durante todos estos años.

La verdad, Iason estaba un poco confundido debido a que había esperado que aquella mujer le pidiera perdón y le rogara por regresar, sin embargo, las cosas no siguieron su flujo de pensamientos y en realidad, Emily incluso se había ido del país sin mostrar ninguna señal de arrepentimiento lo que lo frustró un poco.

Cuando llegó a la casa de la abuela, ella salió a recibirlo con un rostro malhumorado, así había sido desde que él y Emily se habían separado, era como si él fuera un desconocido y aquella mujer su verdadera nieta, sin embargo, como su desvergüenza era mucho mayor hizo caso omiso de las expresiones llenas de deseo de juzgar sé su abuela.

— ¿Qué haces otra vez aquí? Ya te dije que no te quiero ver.

Ante las palabras de la abuela, Iason solo hizo un puchero antes de abrazarla fuertemente.

— ¡Suéltame, bruto! — exclamó la anciana antes de darle una mala mirada — Si vienes para saber sobre Emily, déjame decirte que pierdes el tiempo, ella…

Justo cuando iba a seguir despotricando una mucama, se acercó rápidamente a ella, haciendo que la abuela interrumpa por completo sus palabras.

— Es la señorita Emily — comentó mientras le pasaba el teléfono.

La abuela dudó por un segundo mientras miraba a Iason antes de recoger la llamada y empezar a charlar con la castaña.

— Abuela, te tengo una gran noticia — comentó la castaña en cuanto supo que la abuela estaba al teléfono, sin embargo, debido a la mala audición de la abuela el volumen era un poco alto, por lo cual Iason que se encontraba fingiendo mirar una flor blanca no pudo evitar parar su oreja.

No es porque le interesaba, solo estaba curioso por saber que era lo que pasaba.

Eso fue lo que se dijo así mismo para justificar sus acciones.

— ¿Te ganaste la lotería? ¿Cuál es el afán? — cuestionó la abuela con una sonrisa en los labios, incluso su rostro que anteriormente se había visto malhumorado, ahora parecía radiante.

Después de todo, ella tenía una corazonada, además de que hablar con Emily siempre hacía que ella se sintiera feliz.

La línea se mantuvo en silencio por un momento antes de que la castaña vuelva a hablar con el mismo entusiasmo que sorprendió a Iason debido a que este solo la podía recordar siendo remilgada y con una expresión llorosa, si se ponía a hacer memoria no podía recordar haberla visto entusiasmada.

Quizás esto se debía a que cada vez que hablaban siempre discutían. Además de que él nunca le había interesado conocerla, solamente la veía como una molestia e incluso una carga.

— ¡Abuela! — exclamó Emily soltando una risita — El deseo que has tenido durante mucho tiempo se te va a cumplir…

Ante la voz cantarina de la chica, la abuela no pudo contener la felicidad, solo el cielo sabía cuánto tiempo la había extrañado, por lo que la interrumpió antes de que la chica pudiera continuar hablando.

— ¡No me digas que vas a volver! — proclamó llena de entusiasmo.

Luego, como si hubiese recordado la presencia de Iason, ella se calmó un poco antes de caminar de regreso hacia la casa.

Iason que había sido abandonado, lanzó un bufido antes de seguir a la abuela. La cual caminaba tan rápido como si fuera una niña que estuviera a punto de recibir su golosina e incluso parecía que en cada paso daba un pequeño brinco de alegría.

Sin embargo, como si sus pies se movieran por si solos, Iason se detuvo por completo al notar aquella habitación en la que siempre se quedaba Emily. Desde hace mucho tiempo había querido entrar, pero algo siempre lo detenía, sin embargo, esta vez como si se hubiera llenado de valor, giró la perilla.

La habitación era de un color beige, cada mueble estaba ubicado en un lugar que hacía que no se viera abarrotada. Debido al paso del tiempo se veía. Iason siguió caminando hasta llegar al tocador en dónde vio un portarretrato vacío.

Se sintió aburrido con sus acciones irrazonables, no sabía que era lo que estaba haciendo al entrar a esta habitación. Al final, como si huyera de algo, quiso marcharse, sin embargo, antes de que pudiera hacerlo, sus ojos se fijaron en una bola de papel que se encontraba en el suelo casi debajo de la cama.

Con algo de curiosidad se agachó a recogerla, sin embargo, cuando vio la imagen dentro de aquel papel arrugado, no pudo evitar contener la respiración debido al fuerte dolor de cabeza que lo había invadido.