La Huida

Pero es muy importante, puedo contactar al otro lado de su familia y se la arrebataran, usted no es más fuerte que ellos.

- ¡¿Acaso esta loco ?! ¡¿Quién se cree en amenazarme !?

- No me creo nada, solo le digo que yo aún tengo una mano ganadora, aún puedo obtener algo de ella sin hacer ningún esfuerzo, solo tengo que hablar con alguien que está interesado en escucharme, tal vez mucho más que usted.

Jonson se puso rojo del coraje, la mirada que antes fue humilde de Smith, ahora era una mirada retadora, tal vez lo que tenía era importante, tal vez valía la pena perder el 2% de sus acciones para saber que tan importante era la chica que estaba en la cama.

Por su parte Zara escuchaba todo, su movilidad se comenzaba a recuperar, pero no haría ningún movimiento hasta que fuera absolutamente necesario, ella también quería saber de qué se trataba el supuesto secreto.

Si se movía ahora, si le gritaba a ese par todo lo que deseaba decirles su posibilidad de saber sobre ese secreto se esfumaria.

Ella pensó que tal vez tenía algo que ver con su madre, se cambió el apellido por algo y no fue por Adolfo, aunque él supiera donde estaba no la buscaría, así que su asunto era otro.

Edgar encendió un cigarrillo y se sentó en un sofá, de vez en cuando le dirigía miradas a la mujer en la cama.

- Esta bien, llama a la persona que está en la puerta.

Le dio una fuerte calada a su cigarrillo y después lo apago, lanzó el humo tóxico en el rostro de Adolfo.

El hombre que estaba afuera de la habitación, entró.

- Llama a mi secretario dile que cambie el 5% por un 2% y me traiga los documentos.

Zara hacia muy bien su papel de mujer inconsciente, el médico que había salido, regresó a la habitación.

Noto que había una charla importante así que solo le lanzó una mirada a Zara.

Pensó que el efecto de los medicamentos ya había pasado hace rato, entonces pensó que la chica no se había movido porque realmente se había quedado dormida.

Su conciencia descanso, había estado preocupado de que Zara pudiera moverse y atacará a Edgar Jonson, pero por lo que pudo ver, todo estaba bajo control.

Bajo la mirada molesta de Edgar entró el secretario, llevaba un par de documentos, el secretario le dio un sello y una pluma.

Jonson leyó con cuidado y después firmó, le indicó a su secretario que saliera y le extendió el papel a Adolfo, quien los recibió con una enorme sonrisa.

- Listo, ahora va tu parte.

- ¿Ha escuchado hablar de los Macnanimus?

- Claro, ¿Quién no ha escuchados de ellos?

- La chica que está durmiendo en la cama es la nieta de Akira Macnanimus.

- Jajaja, ya sabía que sólo dirías estupideces.

- No son estupideces, ella realmente es su nieta, solo que Celia nunca les dijo nada, ellos lo averiguaron hace unos años pero les dije que no sabía nada, Celia murió y con ella se llevó el secreto que ahora sólo yo sé.

- ¿De dónde salió el apellido Paredes?

- Eso fue por que Celia tuvo que cambiar su apellido cuando huyó de su casa conmigo, yo fui Paredes hasta que la dejé para vivir con Wendy, entonces recupere mi apellido Sáenz

- Entonces me casaré con alguien de sangres azul, sin duda fue un buen trato - Edgar sonrió, el 2% de acciones que habían dado a Adolfo encontró nada en comparación con la fortuna que haría si se pone en contacto con Akira.

Zara escucho todo, tenía rabia acumulada, por ella, por su madre, Celia fue una mujer que lo amo tanto que no dudo en dejar los lujos y comodidades por amor, un amor sincero que fue pagado con traición, su recompensa fue morir sola y trabajar como nunca lo hizo para mantenerse y mantener a su hija, que era lo más querido para ella.

Edgar tenía un plan, se contactaría con Akira Macnanimus y lo invitaría a la boda, le revelaría que esa joven era su nieta y él entraría en la familia Macnanimus por la puerta grande.

Si Akira se negaba, él haría uso de todos sus medios para desprestigiar a la familia Macnanimus, el no perdería nada.

Edgar despidió a Adolfo, lo acompañó a la puerta y dejó sola a Zara, ella vio el encendedor que Edgar había usado para encender su cigarrillo y lo guardo, muy cerca de sus manos donde nadie pudiera verlo y en caso de que la atraerán de nuevo pudiera tomarlo sin problemas.

Tal como pensó, no tardó en entrar el médico, para colocar las cuerdas de algodón en las manos y pies de Zara.

Para su buena suerte, cambió las esposas de piel por cuerdas de algodón, este material no la lastimaría.

Ella en todo momento se hizo pasar por dormida, cuando el médico coloco la primer cuerda, ella simuló despertar.

Miró con sus grandes ojos a el joven médico y con la voz rota le preguntó.

- ¿Por qué me haces esto? - El joven hombre la miró como se mira a un animal herido que está a punto de ser sacrificado.

- No lo hago porque yo lo desee, lo hago por que son órdenes, si te dejo libre mi familia será aniquilada, al igual de la de cualquier persona que se atreva a ayudarte.

- Te lo suplico, por favor, ayudame.

- No puedo hacer nada, de verdad - el médico de nombre Walter no pudo evitar sentir algo de culpa y lástima.

- Esta bien, espero que la conciencia te pese, te pese tanto que no puedas dormir por el resto de las noches de tu vida, estás ayudando a un hombre sádico a mantenerme prisionera contra mi voluntad.

- Lo único que puedo hacer por ti es inyectarte algún anticonceptivo, para que no tengas a su hijo, de esa forma tal vez se aburra de ti y busque a alguien más.

- No lo entiendes, no es si se trata de mí o de alguien más, lo que hacen no solo es ilegal, es inmoral.

- Debes de entender que eso no importa en el mundo del dinero y el poder, este es el círculo del infierno destinado a la avaricia, en mi caso cometí el error de trabajar con Jonson por mi ambición de ser reconocido pero esto es un infierno, tu padre te entrego por avaricia, los que trabajan aquí están por ambición y avaricia, nadie está libre de pecado.

- Yo ... Yo estoy libre de pecado.

- Te equivocas, tu pecado es la ambición de ser libre, si tan solo aceptaras tu destino, nada de esto estaría sucediendo.

- ¡Tu estas igual de enfermo que esa maldito loco!

- Jajaja, tienes razón, espero mi castigo en el infierno.