"Morí traicionada por el hombre que debía amarme... y por la sangre de mi propia hermana."
En su vida pasada, Aelina Valemont, Reina de Thalair, fue humillada y asesinada por su esposo, el Príncipe Heredero, y por su hermana. Sus padres también fueron ejecutados bajo falsas acusaciones.
En su último suspiro, Aelina juró venganza.
Ahora, ha despertado en su cuerpo de 16 años. El día de su boda con el príncipe cruel se acerca... pero esta vez, el destino cambiará.
En el altar, rechaza públicamente al príncipe.
Sabe que ha firmado su sentencia. Su familia sigue en peligro. Y sola, no podrá vencer a un enemigo tan poderoso.
Por eso comienza a buscar aliados. Hombres fuertes, peligrosos, capaces de cambiar el curso del reino. Pero lo que empieza como un plan frío, se transforma en una red de emociones que no podrá controlar:
Un caballero leal.
Un archimago distante.
Un noble rebelde
Un asesino en las sombras.
Un príncipe extranjero con su propia agenda.
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Veneno en el aire
El amanecer llegó envuelto en un cielo gris y pesado, como si el día supiera lo que estaba por venir.
Aelina ya estaba de pie, inclinada sobre su escritorio, las manos acariciando el papel áspero de documentos y antiguos pergaminos. Sus ojos se movían rápidos, pero su respiración era lenta, controlada.
"Si Darius cree que puede destruir a mi familia con un juicio amañado… es que no me conoce en absoluto."
La puerta se abrió con un golpe seco. Lucas entró, el ceño fruncido y el paso firme.
—Mi lady —su voz tenía la gravedad de una campana fúnebre—. Las noticias vuelan por la ciudad. El juicio será una farsa. Han comprado a varios jueces.
Aelina levantó la vista, serena, como si ya lo hubiera previsto.
—Entonces no bastará con pruebas, Lucas. Tendremos que ganar algo más difícil: la opinión pública… y la duda en el Consejo.
Un suave golpeteo de bastón anunció a Aurelian antes de que su silueta apareciera en la sala. Entró como quien llega a su propio salón, con esa sonrisa suya que nunca decía todo.
—Tenéis madera de reina, Lady Valemont.
Lucas bufó, dándole la espalda.
—No necesitamos lecciones de un mago oportunista.
—Y, sin embargo —replicó Aurelian, ladeando la cabeza—, aquí estoy. Porque vuestra dama entiende el juego mejor que vos, capitán.
—Basta —interrumpió Aelina, cortando la tensión antes de que se convirtiera en chispa—. Cada uno de vosotros será útil… a su manera.
Se giró hacia Aurelian.
—Necesito nombres, pruebas, rumores… cualquier cosa sobre los jueces comprados.
Luego, hacia Lucas:
—Asegura la protección de mis padres. Si Darius no puede doblegarme, intentará herirme a través de ellos.
Ambos asintieron, aunque no dejaron de lanzarse miradas afiladas.
"Mantenerlos ocupados… y que sus celos no me distraigan."
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Un mensajero llegó poco después. El sello roto dejó ver unas letras escritas con pulso firme:
"El duque Dravenhart os convoca a una reunión discreta en los Jardines del Invierno. Al anochecer."
Aelina sonrió para sí.
"Muy bien, Kael… veamos si de verdad eres incorruptible."
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La noche cayó sobre Thalair con un frío que calaba hasta los huesos. El aliento de Aelina se deshacía en nubes blancas mientras cruzaba los senderos helados. La capa azul oscuro le envolvía como un mar en penumbra.
Bajo un arco de enredaderas dormidas, Kael Dravenhart la esperaba. Alto, firme, una sombra recortada contra la luz pálida de las lámparas. Sus ojos grises seguían cada uno de sus pasos.
—Habéis venido —dijo, sin adornos.
—Nunca rechazo una invitación interesante, duque.
Kael permaneció un segundo en silencio, evaluándola.
—Hoy, en el Consejo, mostrasteis más astucia que muchos lores veteranos.
—Y mañana tendré que mostrar aún más.
El duque dio un paso, y su sombra se unió a la de ella.
—Decidme, Lady Aelina… ¿por qué arriesgar tanto? ¿Por qué no marcharos, como otros harían?
Aelina sostuvo su mirada sin pestañear.
—Porque ya morí una vez, duque. Y no pienso permitir que los míos sean destruidos.
El gesto de Kael se endureció, pero un brillo fugaz cruzó sus ojos: respeto, y tal vez algo más.
—Sois más peligrosa de lo que aparentáis —murmuró.
—Por eso os busco, Kael. No os pido lealtad ciega… solo que, llegado el momento, no os quedéis mirando.
Kael asintió lentamente.
—Lo consideraré. Y os daré un consejo: en el juicio, no ataquéis de frente. Envenenad el aire con dudas.
—Gracias, duque.
Se giró para irse, pero se detuvo.
—Lady Aelina.
—¿Sí?
—Si alguna vez decidís confiar de verdad… buscadme.
Sin esperar respuesta, se perdió entre los setos y la escarcha.
"Ah, Kael… eres mucho más interesante de lo que creías."
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Lucas la esperaba al regresar, apoyado en la pared con los brazos cruzados.
—¿Os reunisteis con el duque? —preguntó, aunque la respuesta estaba escrita en su rostro.
—Sí.
Los puños de Lucas se cerraron.
—No confío en él.
Aelina le puso una mano en el brazo, con un toque firme.
—Confía en mí, Lucas.
Sus ojos se encontraron. Lucas tragó saliva.
—No importa cuántos hombres poderosos os rodeen. Yo… siempre estaré a vuestro lado.
—Y eso vale más que cualquier título —respondió ella con suavidad.
Por un instante, el aire entre ambos se volvió espeso, cargado de algo que ninguno nombró. Aelina fue la primera en apartarse.
"No puedo permitirme debilidades… todavía."
si ya se que hay muchas incoherencias en ciertos capitulos y lo estoy arreglando de a poco.
la verdad que no es muy buena idea hacer varias novelas al mismo tiempo.
Aliado o enemigo...?