¿Qué harías si el personaje que creaste se materializa en tu habitación? bueno eso mismo le paso a nuestra querida Arianna... quien aun no sé explica como es que eso sucedió.
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capítulo 6
El sol se había escondido tras los ventanales de la habitación, tiñendo el cielo de tonos rosados y anaranjados. Caleb seguía sentado en la cama, con la mirada perdida entre la pantalla negra del notebook y las luces de la ciudad que titilaban como luciérnagas artificiales.
Arianna regresó del baño con una toalla en la mano y una muda de ropa masculina —demasiado moderna para su estilo, pero lo más neutra que encontró—.
—Vamos —le dijo suavemente—. Necesitas una ducha.
Caleb la miró con suspicacia.
—¿Ducha?
—Sí… es como un baño, pero de pie. Con agua cayendo desde arriba. Te sentirás mejor. Prometo que no te lanzaré ningún hechizo —añadió con una media sonrisa.
Él entrecerró los ojos, aún escéptico, pero se puso de pie. Caminó descalzo por el suelo brillante como mármol, con una postura que delataba años de entrenamiento militar… o de sobrevivencia. Al llegar al baño, se detuvo en seco al ver su reflejo en el espejo.
Se tocó la barba, las heridas cubiertas por vendas, el cabello enmarañado.
—Ese soy yo… —susurró, como si fuera la primera vez que se veía realmente.
Arianna le abrió la regadera y le mostró los controles.
—Este botón regula el agua caliente. Este, la fría. Si giras aquí…
Caleb se sobresaltó cuando el chorro de agua cayó de golpe, salpicándolo un poco.
—¡Por los dioses! —exclamó, retrocediendo—. ¡Esa cascada obedece tu voluntad!
Arianna se rió, cubriéndose la boca.
—Es solo plomería, no magia.
Él la observó como si acabara de domesticar un dragón.
—Tu mundo… está lleno de maravillas invisibles.
—Y el tuyo de espadas, castillos y traiciones. Estamos a mano —replicó ella con dulzura, dejándole la ropa doblada sobre el lavamanos—. Te dejo solo. Pero no rompas nada… o el dragón de acero que vive en la cocina se despertará.
—¿¡Qué!? —soltó Caleb, tensando los hombros.
—Estoy bromeando —dijo ella entre risas, cerrando la puerta.
Unos minutos después, el sonido del agua cesó. Caleb salió del baño envuelto en la toalla, con el cabello aún húmedo y un gesto confundido en el rostro mientras sostenía un frasco de champú.
—¿Esto es veneno? Huele extraño…
—Es para lavar el cabello —dijo ella, tomando el frasco—. No lo bebas, por favor.
Caleb ya vestía una camiseta negra y un pantalón de chándal, algo holgado, pero se veía… humano. Más joven.
—Te ves mejor —comentó Arianna, bajando la mirada para no parecer demasiado obvia.
—Y tú te ríes mucho para ser una hechicera poderosa —replicó él con una sonrisa torcida.
Ella suspiró y se dejó caer en el sofá, observándolo mientras él tocaba con fascinación el control remoto de la televisión.
—¿Este también lanza luz?
—Ese te puede mostrar otros mundos —respondió ella, encendiendo la pantalla.
Caleb dio un respingo al ver las imágenes moverse. Un dragón de CGI cruzaba el cielo en una escena de fantasía épica.
—¡Por la luna roja! ¿Ese monstruo está atrapado dentro de ese cristal?
—Es solo una película. Ficción —dijo ella—. Como tú… eras.
Él volvió a mirarla. Esta vez no con miedo, ni con furia. Sino con algo más difícil de definir. Una mezcla de respeto, intriga…
—Si este mundo fue capaz de crearme… tal vez también pueda salvarme.
Arianna lo observó en silencio. Tal vez lo mismo pensaba ella.
Tal vez, solo tal vez, ese personaje que había creado para sufrir… merecía una segunda oportunidad.
Gracias por esto...
La Felicito Autora.